Para la última entrega de la “entrevista histórica”, como él mismo la llama, Mario Renato Menéndez Rodríguez dejó para el lector la parte más importante de la pintura que hizo de Fidel Castro Ruz a través de la mirada de un periodista mexicano.
Detalla lo que para él significó en aquel viaje oír ese murmullo constante de ¡Ahí viene! ¡Ahí viene!, acompañado de aplausos y vítores para el líder de la Revolución cubana; así como la interesante explicación a la aceptación de Castro del porqué no hay libertad de expresión en la isla y su óptica sobre la discriminación.
Por Mario Renato Menéndez Rodríguez ( )
—¿Qué opinión le merece el movimiento de oposición a la política de (Lyndon B.) Johnson dentro de los mismos Estados Unidos, en los casos de Vietnam, la dominicana y otros? ¿Y el movimiento pro integración de la raza negra?
—Determinado de norteamericanos les preocupa ya el que los Estados Unidos insistan en su papel de gendarme internacional, en querer imponer y determinar qué clase de gobierno deben y pueden tener otros pueblos. Porque esta política, al mismo tiempo que ocasiona la destrucción en otros territorios y despierta un odio universal, también produce muertes entre los soldados norteamericanos, gravita sobre la economía del país y, a la larga, conducirá a los Estados Unidos a la ruina. Ahora bien, la lucha revolucionaria no consiste solo en una crítica contra determinados factores que afectan el equilibrio y sostenimiento del sistema capitalista, lo que en resumidas cuentas es una defensa del mismo, sino en el esfuerzo por cambiarlo totalmente, y esta lucha no la libra todavía el pueblo de los Estados Unidos, sino que se libra fuera de los Estados Unidos, en Asia, en África y en la América Latina. Algunos norteamericanos se han dado cuenta de que su país se enfrenta a graves problemas en el mundo, y se han dado cuenta también de que sus métodos intervencionistas fracasarán sin duda alguna. Por eso se preguntan, angustiados, qué ocurrirá el día en que tengan varios Vietnam. Esto los lleva a serias reflexiones, porque comprenden que el caos económico llamará a sus puertas tarde o temprano por consiguiente Les preocupa que el actual nivel de vida relativamente alto que disfrutan pueda sufrir un quebranto serio, y los riesgos que el peligro de una conflagración universal, que puede surgir con motivo de estas aventuras suicidas y locas, entraña para el pueblo de los Estados Unidos. La política imperialista del gobierno de los Estados Unidos en defensa de los intereses de los grandes monopolios conduce al agotamiento de los recursos financieros y las reservas del país, y va contra los mejores intereses del pueblo norteamericano. Mientras otros países industrializados del mundo, como Francia, amplían incesantemente sus mercados, los Estados Unidos se aíslan del mundo con su política estúpida, y a la larga ruinosa, de intervenciones militares, agresiones y bloqueos económicos, que se hacen sostenibles en un mundo que por ley de la historia marcha inexorablemente a la liquidación del sistema imperialista en todas sus manifestaciones, contra lo cual no puede prevalecer en absoluto ni las armas nucleares ni los grandes adelantos de las técnicas de destrucción y muerte que los imperialistas desesperadamente vienen desarrollando. El pueblo norteamericano jugará también, a su debido tiempo, un papel decisivo contra los criminales que pretenden enfrentar al resto de la humanidad. Con relación al movimiento pro integración de la raza negra, se olvida a menudo que en el fondo se trata de una lucha de clases, porque es indiscutible que la discriminación racial va unida, no puede estar separada, a la explotación económica, a la explotación social. Las medidas que al gobierno de los Estados Unidos ha tomado no han sido motivadas por razones de justicia social o por sentido humanitario, sino por razones muy distintas, por razones de índole política, por la repercusión que la discriminación tiene en África y en todo el mundo. La discriminación sólo podrá desaparecer con un cambio en el sistema; porque, ¿cómo hacerlo sin acabar con el viejo y tradicional concepto de que los negros son sinónimo de esclavitud?
¿Cómo hacerlo sin que se elimine la explotación del hombre por el hombre?
—¿Hay todo bien cómo manifestaciones de discriminación contra los negros? ¿Cuál es la actitud del gobierno a este respecto? ¿Existía plena igualdad de derechos y oportunidades entre las mujeres y los hombres de Cuba?
—Ya hemos dicho que la discriminación proviene de la explotación económica y social que existe en las sociedades capitalistas. En Cuba la vía, pero aquí no ocurrió un cambio de hombres, sino de sistema. Y al implantarse el socialismo desapareció la explotación económica y social y, por tanto, la discriminación racial. Por otra parte, también va Desapareciendo otra forma de discriminación Igualmente odiosa y que impera en la sociedad capitalista: la discriminación contra la mujer...
Eran ya cerca de las dos de la mañana. Fidel no había dormido ni había comido. Comprendí que era ya mucho abusar de su amabilidad; además, una periodista norteamericana, Ann Geyer, del “Chicago Daily News”, aguardaba impacientemente en su habitación. Esta mujer presenció en Puerto Rico las provocaciones de que fueron objeto los atletas cubanos Y le pidió a Llanusa que la trajese a Cuba a bordo del barco Cerro Pelado, porque quería escribir en los Estados Unidos la realidad objetiva de Cuba. Ante esta promesa, el Ministro de Educación accedió; pero las cosas se complicaron debido a que la atractiva mujer de letras no tenía pasaporte y se vio obligada a ir a la Habana vía México. Cuando yo la conocí ya había publicado su primer artículo, en el que desmentía las informaciones, transmitidas por agencias noticiosas, en el sentido de que Fidel se encontraba muy enfermo y un doble lo reemplazaba. Además, Ann asentó que en Cuba se producían helados muy superiores a los Howard Johnson, y que había mayor número de sabores lo que provocó una airada rectificación de la empresa norteamericana, que declaró que Fidel estaba equivocado. Como se comprenderá, esto movió a risa a todo el mundo, singularmente al Primer Ministro de Cuba, quien con el humor político que lo caracteriza, e impulsado también por el hecho de que los famosos helados Coppelia son la niña mimada de sus ojos, afirmó que a principios del próximo año se estarían produciendo en Cuba 42 sabores. De este reto saldrán beneficiados los propios cubanos, porque ahora existe una verdadera locura por esos helados que efectivamente son deliciosos...
Como a Fidel me lo esperaban en Topes de Collantes y como durante todo el trayecto y mi estancia en La Habana no note escasez de comida, hice la siguiente pregunta al Comandante en Jefe de las FAR:
—Se ha publicado mucho sobre los relacionamientos; ¿podría decirme usted algo al respecto? ¿Hasta cuándo se mantendrán?
—El racionamiento es muy fácil de comprender . y seguido al Triunfo de la Revolución hubo que hacer una distribución justa de la renta nacional; esto, naturalmente, aumentó de modo considerable los ingresos y el poder de compra del pueblo. Cientos de miles de personas sin empleo empezaron a trabajar; si no hubiéramos establecido el racionamiento se habría producido una elevación considerable de los precios de algunos artículos esenciales, que habrían continuado solo alcance de una minoría con mayores recursos. No obstante esto, el consumo per cápita de nuestro pueblo es en estos instantes muy superior al de la mayoría de los pueblos de América Latina. Y cuando decimos per cápita lo decimos de manera real, porque en otros países el Per cápita se saca después de dividir el total de lo que se consume por el total de la población, sin tener en cuenta que una minoría es la que realmente consume el grueso de ese total, mientras el resto de la población vive sufriendo un racionamiento sin libreta y sin per cápita. Nuestro consumo de huevos ha aumentado 17 veces en los últimos 18 meses y aumenta también incesantemente el consumo de leche, pescado, vegetales y otros alimentos. Lo que nosotros Tratamos de hacer es brindarle al pueblo en general una dieta más balanceada, dieta que si bien no hemos logrado todavía en su totalidad si hemos asegurado para los niños, los estudiantes coman los becarios, que disponen gratuitamente de todo, desde la comida y la educación hasta la ropa y la asistencia médica. Además, se han creado comedores para los obreros, donde se establece la dieta y el servicio es barato. El gobierno revolucionario ha abierto cientos de nuevos restaurantes, muchos de ellos de tipo popular, a los que el público acude sin restricción alguna. Hay que considerar también que el racionamiento es producto de un consumo mayor por parte de la masa campesina, que al disponer de créditos y no tener que pagar mi renta ni hospital utiliza para el consumo de su familia una parte mayor de sus cosechas y productos. Ahora bien, si no ocurre ninguna anormalidad en el ámbito internacional, Yo creo que el racionamiento, a pesar del incremento extraordinario del ingreso familiar, no dura ni mucho en Cuba. Ya le hablé con alguna extensión de los planes que estamos llevando a cabo...
Pasadas las 3 de la madrugada todo el mundo se fue a dormir había que estar despiertos a las 8, para hacer un recorrido por los alrededores de la escuela y asistir a una charla de Fidel con los alumnos.
En mi cuarto me puse a meditar. El único funcionario público que en Cuba no tiene ni oficina ni casa es Fidel Castro. ¿En qué otro lugar del mundo se repite este caso inédito? ¿Cuándo ha ocurrido? Un Primer Ministro, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, presidente del INILA y Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, cuya interpretación de la vida es la antítesis de la burocracia… Quizás me equivoqué Fidel si tiene una casa y tiene una oficina: Cuba.
Es un hombre dedicado en cuerpo y alma a su pueblo, y esa dedicación es un estímulo constante y se refleja en sus colaboradores, a quienes tampoco les concede tregua en el desarrollo revolucionario. Esto explica por qué los cubanos se reafirman cada vez más en sus convicciones, en el deber de construir una nueva sociedad. ¿Qué no puede esperarse de un dirigente sin horas para dormir, ni horas para comer comas ni horas para estar con la familia?
Recuerda haber conversado con la esposa de un comandante y me dijo: “nosotras debemos ser las primeras revolucionarias, para que ellos encuentren en el hogar el mejor apoyo y el mayor aliciente, de lo contrario, si no tuviéramos las convicciones, nuestras vidas serían un imposible…”
Creo que aquella madrugada Fidel durmió algo, alrededor de tres horas. A las nueve iniciaba el Primer Ministro su recorrido de inspección, acompañada por Llanusa, el director de la escuela “Marcos Pérez”, Arnaldo Milián, un viejo militante marxista de espíritu juvenil, en la actualidad responsable de la dirección del Partido Comunista en las zonas central de Cuba, y el que esto escribe.
Al final le preocupaba el lento avance de los trabajos en la carretera que había prometido a los campesinos de los rumbos de La Sierrita, pero Marcos Pérez le explicó que su principal enemigo En aquellos momentos eran las lluvias diarias...
Millán, por su parte, me contaba con un dejo de indignación lo que le había ocurrido con la periodista norteamericana:
— Milián, por su parte, me contaba con un dejo de indignación lo que le había ocurrido con la periodista norteamericana:
—Figurese, creyó que yo era un guajiro ignorantón al que podía engañar con gran facilidad, y supuso también que me comprometería al preguntarme el grado de dominio que la Unión Soviética ejercía antes de la Revolución sobre el Partido Comunista de Cuba.
—¿Y qué le contestó usted?
— Pues le dije que no nos dominaba, pero que sí ejercía una gran influencia…
Fidel interrumpió:
— parece que se trata de una periodista honrada, sincera... Por cierto, Marcos, hay que construir más comedores y dotar de uniforme completo a todos los alumnos...
Una hora después nos dirigimos hacia el anfiteatro de la escuela “Manuel Ascunce Domenech”, y sería, lector, muy difícil la descripción del momento preciso en que Fidel entró al lugar y descendió por las escalinatas. Cómo explicar lo que un periodista siente al escuchar a siete mil jóvenes, cuya edad promedio es 15 años, gritar a voz en cuello al unísono, de manera espontánea: ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel!
Aquello era un pandemonio de alegría. Yo sentía que las lágrimas se me escapaban. El viento llevaba el nombre de Fidel hacia unas rocas cercanas, que devolvían el eco. Cerca de cinco mil muchachas, agarradas de las manos, entonaban cantos: “¡Fidel! ¡Fidel!, estamos dispuesta a ir a cualquier lugar…”
Aquel cuadro expresaba vivamente la plena solidaridad de la juventud cubana con el Primer Ministro Fidel Castro, con la revolución. Allí comprendí el porqué de los discursos largos, discursos que en realidad no lo son en el estricto sentido de la palabra, sino que más bien podrían calificarse de diálogos. Sí, son diálogos entre el dirigente que más desea convencer a su pueblo por la razón y la fuerza de la meditación que por la fe. Fidel ha enseñado al pueblo cubano a pensar sobre el por qué, el cuándo, el cómo, el para qué de cualquier medida adoptada por el gobierno revolucionario. Sus esfuerzos están dirigidos a enseñar al pueblo a pensar y no a creer, a que llegue a determinadas conclusiones por el camino del razonamiento. Y en la medida en que el nivel político de las masas es más alto, en esa medida son más breves los discursos, como los de ahora.
En Topes de Collantes, Fidel hizo un profundo recuento de los orígenes de la escuela que forma el nuevo maestro de enseñanza primaria, de los objetivos que se persiguen, de la concepción que orienta los pasos de la Revolución en materia educativa. Al concluir, muchas jovencitas de las que estudian para profesores de secundaria y que estaban haciendo en el Escambray su periodo de práctica docente se aproximaron al Primer Ministro para pedirle su autógrafo, también que Fidel aprovechó para conocer sus problemas, sus aspiraciones...
— Llanusa creo que tú has dictado medidas que van contra natura. Estas jóvenes me dicen que no se pueden casar mientras no concluyan sus estudios y su servicio social…
—Así es —contestó el Ministro de Educación—; hay que mantener el orden y la disciplina…
Abordamos los jeeps, y la periodista Geyer se sumó a nuestra comitiva; pero antes de iniciar las visitas a las plantaciones de café de nuevas variedades, y al plan de frutas selectas de Banao, en Sancti Spíritus, nos detuvimos en el edificio para invitados, a tomar un refresco, momento que aprovechó la joven norteamericana para pedirle a Fidel que le permitiese retratarse con él, para demostrar a sus lectores y a los propietarios del Chicago Daily News que sí había sostenido una entrevista con el Primer Ministro de Cuba.
En el campo como enseñándome una pequeña planta de café, Fidel me dijo:
—Vea usted lo que le decía: no ha necesitado de la sombra; todo se ha logrado con los fertilizantes... Yo calculo que esta planta tiene lo menos una libra y media de café encima, y todavía no ha dejado de crecer... Seguimos hacia Banao. En el camino hablamos de béisbol. Fidel tiene fama de ser un buen pitcher y de haber sido un excelente jugador de básquetbol, deporte en el que sin duda alguna Llanusa ha sido uno de los más destacados de Cuba, en cuyo equipo figuró durante dos olimpiadas... Recordábamos a Martín Dihigo, a Conrado Marrero a Cocaína García, a los hermanos Blanco, Agapito Mayor y a toda la gama de peloteros que brillaron Durante los campeonatos tradicionales, en los que al final de cuentas casi siempre aparecían los Azules de Almendares y los Rojos de La Habana. Ahora estos veteranos son instructores revolucionarios de las nuevas generaciones, que han impulsado en forma increíble el béisbol y todos los deportes en Cuba. Y este espíritu creciente en un país donde ya no existe el profesionalismo se explica en gran parte por un sistema de participación ideado por Llanusa, mediante el cual hasta el jugador del equipo ubicado en el lugar más recóndito de la isla puede llegar a la selección nacional debido a sus cualidades. El interés, como se comprenderá, es notabilísimo, porque supongamos que la novena de Manzanillo o de Nuevitas es eliminada del campeonato que se lleva a cabo en determinada región, pero uno de sus jugadores de escuela durante el torneo y escogido para participar en la selección que junto al equipo campeón representará a la zona o al municipio en la etapa inmediata superior; resulta entonces que el interés de aquel pequeño pueblo o villa por el béisbol no decae, sino que aumenta en la medida en que avanza su representante, que si es muy bueno puede fácilmente ser escogido en la selección nacional. Este mismo proceso se desarrolla en toda la isla y alienta no solo el espíritu de superación individual sino que, además, reafirma el sentido del deporte colectivo por la participación de todos.
Es tanta la pasión que hay en Cuba por el béisbol, que no pocos ministros y comandantes han tomado el deporte como cosa muy personal. Fidel reía De buena gana al comentar la conducta de Ramón Valdés, su ministro de Interior, y la del comandante Ordaz, director del que fuera asilo para locos —Mazorra—, que hoy se ha convertido en ejemplo delo que deber ser un hospital de esa índole, Fidel decía:
—Ramiro yordas son unos sectarios en el deporte. Resulta que cuando descubren a alguien que es bueno, inmediatamente le encuentran trabajo en sus dependencias…
—Asunto debe ser motivo de una serie a consideración por parte del buró político —dijo, riendo, Llanusa.
—Bueno, ¿y ustedes son tan sectarios como para no dejar que un mexicano juegue algo de pelota?
—Por supuesto que no —constestó Llanusa—; Cuando regresemos a la Habana le regalaremos un equipo completo, para que participe en los juegos que quiera. Ojalá también viajaran novenas de México, conjuntos de voleibol, de básquetbol, de waterpolo…
(Un paréntesis: cuando retorne a la capital acepté con gusto la invitación y cuál no sería mi sorpresa al encontrarme en el campo de pelota nada menos que a un viejo jugador de los Leones de Yucatán, equipo que en alguna ocasión ganó un campeonato de béisbol de la Liga Mexicana, Orlando Leroux, que ahora se dedica a entrenar todos los días a muchachos que en uno o dos años más podrán recibir toda clase de ofertas de los scouts de las Ligas Mayores. Tuve la suerte de jugar en el conjunto que dirige el viejo amigo, a quienes no pocas ocasiones elogiaba por sus decisivos jonrones, que ponían en pie a los miles de aficionados yucatecos. Orlando me preguntó por el simpar Strike Valdés, cubano por nacimiento y yucateco por adopción; me preguntó también por Juanito Delís y por otros más: Oscar Rodríguez, etc. A todos les envío por este conducto su saludo. A mí, creo que por solidaridad internacional me permitieron conectar dos líneas de jit y un robo de la segunda almohadilla, lo que sí mortificó a Llanusa, porque declaró que los jugadores se habían excedido y mal interpretado el significado de la solidaridad internacional.)
—Miren esas uvas; a mí me gustaría comerlas debajo de la vid —dijo Fidel, señalando los campos donde se cultiva una excelente uva cubana.
Y agregó:
—Yo creo que una sociedad comunista tiene el derecho y el deber de producir y consumir buenos vinos, y en Cuba eso se está logrando punto y Bien seguido Ya basta de pensar en la imagen del comunista que pintan los imperialistas y reaccionarios, en un mundo donde no se aprecian las cosas agradables y gratas que el hombre puede crear. La diferencia consiste en que los beneficios del trabajo y la creación del hombre deben estar al alcance de todos...
Llegamos a una especie de bodega grande, adaptada en aquella ocasión para que sirviera de salón de almuerzo, y mientras Acosta, el director técnico del plan de Banao, salió en busca de algunas botellas de vino que se producen Cuba, Fidel se dedicó a impartir una nueva cátedra de tiro... Primero comenzó a disparar a una roca que se encontraba a una distancia de más de un kilómetro, y luego siempre con el FAL, a tumbar auras (zopilotes) en pleno vuelo. El caso es que dejó asombrados a todos, especialmente a la periodista norteamericana, que nunca lo había visto disparar. Yo también estaba asombrado, pero ya me esperaba los resultados, después del espectáculo presenciado en la Sierra del Escambray.
Nos sentamos a la mesa y Fidel preguntó a Ann si la habían tratado bien durante su estancia en Cuba, si no tenía ninguna queja contra la hospitalidad del pueblo cubano. A lo que ella respondió que estaba encantada de los cubanos y de los dirigentes. Luego hizo algunas preguntas:
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—Aquí en Cuba no hay libertad de prensa, Como en los Estados Unidos; no se ve ninguna crítica al gobierno, y lo único que se lee son las cosas malas de mi país. ¿Por qué?
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—Efectivamente, aquí no hay libertad de prensa –contestó Fidel: pero lo admitimos y tenemos nuestras razones. Los reaccionarios y contrarrevolucionarios no pueden escribir en nuestros periódicos. En cambio en los Estados Unidos tampoco hay libertad de prensa y, sin embargo, se presentan ante el mundo como paladines de la libertad de expresión. Yo quisiera preguntarle si un periodista comunista podría escribir en el Chicago Daily News o hablar en los diferentes canales de la televisión. Imposible. ¿Dónde está, pues, la libertad de prensa? En los Estados Unidos los pocos periodistas que de cuando en cuando emiten una crítica lo hacen no en contra o para cambiar el sistema capitalista que rige a la sociedad norteamericana, sino como una medida de defensa de ese sistema. Lo que se critica en los periódicos norteamericanos es lo que perjudica a los intereses del sistema: la crítica se enfoca sobre medidas concretas de la administración, nunca contra el sistema capitalista. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si usted se pusiera a decir la verdad de Cuba? ¿Qué ocurriría en el Chicago Daily News si usted elogiará el gobierno revolucionario? ¿Acaso no dejaría usted de colaborar? ¿Acaso no la cesarían porque perjudicaba a los intereses de los propietarios del periódico?
—Bueno, creo que sí… —admitió tímidamente la atractiva Ann.
—Entonces, ¿dónde está la libertad de prensa? Lo que hay en los Estados Unidos, y eso si no lo dicen, Aunque todo el mundo lo sabe, es un terrorismo intelectual, por el cual el periodista mide mucho sus pasos y piensa varias veces todo aquello que puede atentar contra su ingreso familiar. Ahora bien, Nosotros sí aceptamos que no haya aquí libertad de prensa. ¿Por qué? Porque nos encontramos en un periodo de formación Revolucionaria, período con metas políticas a las que debe estar sometido el periodista. Y no hay crítica debido a que durante estos años hemos vivido en una situación de emergencia. Por otra parte, el periodismo requiere una vasta cultura y una sólida preparación, porque el periodista tiene una gran responsabilidad ante el pueblo. Nosotros tenemos esa clase de periodistas, aunque los Queremos formar. Casi todos los dueños de periódicos que había estaban corrompidos por las autoridades, se vendían al mejor postor, y eso ya no están en Cuba. Creo también que la crítica constructiva es muy saludable, siempre y cuando sea constructiva y no destructiva. En cuanto a que nuestros periódicos solo se publica el lado negativo de los Estados Unidos, es cierto, pero ¿qué es lo que la prensa norteamericana publica de Cuba? ¿Acaso no calumnias, mentiras asquerosas? Nosotros, en cambio, aunque publicamos las cosas negativas, publicamos cosas verídicas. Ustedes no; ustedes se esmeran en tergiversar los hechos, en engañar a la opinión pública. ¿Es esto correcto? ¿Dónde están la moral y el espíritu de libertad?
—Aquí sólo hay un criterio —insistió la periodista de Chicago—; todos en Cuba piensan como usted ¿No es un peligro que el poder se encuentre en manos de un solo hombre? ¿Qué ocurrió en Rusia con Stalin? ¿Cuáles fueron las consecuencias?
—¿Por qué debe ser motivo de preocupación el hecho de que la inmensa mayoría del pueblo cubano tenga una conciencia socialista en menos de siete años? ¿No demuestra esto la grandeza misma de la Revolución y reafirma que esta es indestructible? Claro que por ningún concepto pretendo negarle que tengo influencia como líder del pueblo cubano; sin embargo también quiero aclararle que este hecho no significa que haya sido aceptado como postulado filosófico y político de la Revolución. No. Y, se explica mejor como producto de las circunstancias y del proceso revolucionario iniciado en el Asalto al Cuartel Moncada y proseguido después en la Sierra Maestra, y luego durante casi ocho años de lucha frontal contra la hostilidad, las agresiones y el bloqueo imperialista. Quisiera aclararle también que a medida que el proceso se ha desarrollado y la revolución se institucionaliza, la dirección es cada vez menos unipersonal para hacer cada vez más colectiva. No es mi filosofía creer en la infalibilidad de los hombres, y por eso desde el principio mismo he tratado que el trabajo y la responsabilidades sean compartidos. Pero, ¿por qué tanta preocupación en los Estados Unidos? ¿Quién fue Franklyn D. Roosevelt? ¿Acaso no ejerció poderes absolutos durante la Segunda Guerra Mundial? Y los ejerció porque se lo impusieron las necesidades. ¿Y Churchill en Inglaterra? Respecto de Stalin, creo que sus errores fueron producto del ambiente de desconfianza que prevalecía en el campo internacional. La URSS se encontraba bloqueada por Occidente, y la presión reinaba por doquier, al igua que las provocaciones. ¿Quién armó a la Alemania de Hitler? Antes de emitir un juicio es conveniente y necesario analizar las circunstancias que motivaron determinados hechos...
—-Fidel, ¿dónde están los campos que ustedes utilizan para entrenar a los guerrilleros que luego van a los países de América Latina a subvertir el orden? Se lo pregunto porque yo también quisiera ser guerrillera
—-Yo no sé a qué campo se refiere usted pero sí le voy a pedir a yanuza que la lleve al campo de tiro donde se adiestran nuestros atletas para las próximas olimpiadas...
Todo mundo se echó a reír. Yo no había hablado. Las preguntas que hizo la periodista norteamericana se las iba a hacer a Fidel. No solo por cortesía, sino por interés profesional, permanecía al margen hasta ese momento. Entonces interviene:
—Ann, usted sabe que la revista que dirijo es objetiva, y me ha causado sorpresa la pregunta que usted ha hecho. Quisiera que usted me explicase los motivos por los cuales desea ser guerrillera; sería muy interesante comunicarlo a nuestros lectores. ¿Qué opina?
—Por favor, no publique nada de eso —me contestó, preocupada. Y agregó:
—Me gustaría ver lo que usted va a publicar sobre este almuerzo…
Era obvio que la periodista norteamericana estaba preocupada por lo que su pregunta podría ocasionarle en los Estados Unidos. Pero el periodismo es periodismo, y es noticia el saber que una joven de 30 años que ha vivido los últimos años de su vida en la América del Sur desea ser guerrillera. ¿Será porque ha sentido en carne propia la injusticia de las dictaduras, concretamente la de Brasil?
La respuesta, desgraciadamente, nunca la obtuve, a pesar de que días después, en la Habana, me volví a encontrar a Ana. Lo único que me dijo fue que estaba muy impresionada de Fidel y de Llanusa. Del Primer Ministro, concretamente, declaró:
—En un gran hombre.
En Banao, Fidel me invitó a que lo acompañase a Santa Clara a bordo del automóvil del comandante Rogelio Acevedo, jefe del ejército cu bano del centro.
Hay que viajar con Fidel para ver las cosas que ocurren y que emocionan, profundamente. Entre el vehículo en cualquier pueblo o villa y todo comienza como un murmullo: ¡Ahí va! ¡Es él! Después vienen los aplausos, los vivas, señales a veces del histerismo colectivo: ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! Tal es el amor, el cariño de este pueblo por su dirigente máximo.
Durante el trayecto, Acevedo nos relató como el Che Guevara, decidido hombre de acción, tomó la ciudad de las villas, y nos dijo también que el extraordinario guerrillero argentino era una persona de grandes sentimientos, sentimientos que se hicieron elocuentes cuando las tropas de Batista dieron muerte a uno de sus más valientes combatientes: “El Vaquerito”...
SANTA CLARA
Llegamos a una especie de campo experimental donde Milián, además de atender sus oficinas, cría venados y otros animales. A la hora de la cena se trabó una discusión entre Fidel y el capitán Arteaga, alias Pitute —yo cariñosamente, le decía Pituco—, sobre la calidad de unos plátanos enormes que se estaban cultivando en aquella región. Creo que era Johnson. Y luego Milián presentó al Primer Ministro el plan para las siembras de frutas, espárragos, cebollas y uvas, que fue aprobado. La plática se prolongó hasta pasadas las dos y media de la madrugada, hora en que Fidel se retiró no a dormir, sino a leer libros sobre agricultura. Es increíble la capacidad de trabajo de este hombre.
Cerca de las 3 de la tarde abordamos de nuevo los vehículos y enfilamos hacia el centro de verano de Varadero. Por el camino se veía una planta que en Yucatán ha sido la fuente de riqueza de una casta de privilegiados: el henequén. Estábamos en matanzas, donde los campesinos que se dedican al cultivo y la explotación de la fibra cuentan con casas de mampostería, servicio sanitario, agua, luz, televisión, etc.
Al llegar a Varadero me separé de la comitiva y me trasladé a la Granja Catalinos donde los presos políticos se encuentran bajo un plan de rehabilitación. Por primera vez un periodista extranjero visitaba uno de estos centros, que sin duda han sido uno de los aciertos más notables de la Revolución. Muchos de estos hombres, que han conspirado contra el estado y que han recibido sentencias de 20 y 30 años, con una buena conducta y una educación técnica, fundamentalmente, adquiridas en estas granjas, y con el deseo de incorporarse con el trabajo a una vida normal, pueden fácilmente salir libres en poco tiempo. Es más, en la Isla de Pinos, donde se encuentran los más peligrosos, se proyecta establecer dos institutos tecnológicos: uno de ganadería y otro de cítricos. Y no es difícil que quien haya ingresado con un bajo nivel de educación salga con una calificación técnica correspondiente a un título universitario. Estos hombres coman que en cualquier otra parte del mundo serían tratados como seres despreciables —de no haber sido fusilados—, son objeto de una esmerada atención por parte de los administradores de estos centros: hasta reciben pases para ir a visitar a sus familiares, y cuando concluyen su periodo en estos centros de rehabilitación, es el mismo gobierno revolucionario el que se encarga de facilitarles trabajo inmediato. ¿Quién de estos hombres no está agradecido y se convierte en revolucionario con una adecuada instrucción política? Platiqué, sin guardias al lado, con no poco de los presos coma y cada uno de ellos expresaba su sincero arrepentimiento y su deseo de incorporarse a la obra Revolucionaria que se desarrolla en Cuba. Reían de buena gana, algunos; otros se indignaban cuando yo les decía que las agencias noticiosas extranjeras informaban que todos ellos eran fusilados para enviar su sangre a Vietnam. Charlé con pastor Valdés Molina, con José Fraga, con Pedro Pineda, con Alberto García Bustio, con Orestes Benítez, con otros muchos más que tienen parientes en Miami, en Nueva York, o en Brooklyn. Mi visita coincidió con la salida de Demetrio René, quien únicamente purgó una tercera parte de su condena. Estos presos, a quienes en realidad se consideraría pupilos escolares, cuentan con teatro, canchas para juegos, salones de estudio. Es algo verdaderamente digno de elogio, Fidel decía:
—En lugar de ejercer un castigo sin beneficio alguno, el estado socialista debe tratar, por los medios a su alcance, de ganarse al enemigo, de convertirlo en un hombre útil a la sociedad, a la nueva sociedad que se construye; debe explicarle él o los errores, para que no vuelva a cometerlos.
EN LA PLAYA DE SANTA MARÍA
Aquel domingo Fidel me había invitado a bañarme en Santa María, hermosa playa que antes de la Revolución solo podían disfrutar Los Socios de un club, minoría selectísima, y que hoy, como todas las demás playas de La Isla, está pletórica de cubanos, sin distingos de ninguna especie: blancos, negros, marxistas, católicos, protestantes... Relato este episodio porque ocurrieron cosas curiosas; se pintó allí en rápidas pinceladas, un cuadro verdaderamente conmovedor, y se reafirmó lo que de la Constitución física de Fidel dice la gente.
El auto se desplazaba a velocidad moderada, lenta la mayoría de las veces por la muchedumbre de personas que caminaban por doquier. Yo escuchaba siempre el susurro de ¡Ahí va! ¡Ahí va! Y luego: ¡Fidel! ¡Fidel!, los aplausos, los vivas; es decir, lo que siempre ocurre… Pero un hombre que iba en bicicleta, visiblemente conmovido, no se unió a las mayorías y gritó: ¡Ahí va! ¡Ahí va! “el Caballo” ¡Ahí va!.. Y estuvo a punto de estrellarse contra un automóvil. ¿Falta de respeto? No, en lo absoluto. Era la suya una demostración de cariño. Aunque parezca increíble para quien no vive en Cuba, así es y no tiene vuelta de hoja. Se trata de una expresión de cariño, del reconocimiento, por el pueblo cubano de la extraordinaria capacidad y de la entrega al trabajo del Primer Ministro Fidel Castro…
Bajamos en un lugar de la playa inundado de casetas portátiles de lona. Fidel preguntó cuántas había: cientos. Se dedicó a charlar con la gente, cuando esta lo dejaba o le permitía el uso de la palabra, porque la mayoría de las veces se dedicaba a tocarlo: las madres alzaban a sus hijos para que lo vieran, las muchachas se peleaban por estar lo más cerca posible, por tocarlo. Y todo en medio de vítores y aplausos.
Alguien le planteó a Fidel la necesidad de mejorar el servicio de autobuses hacia las playas; es decir, de aumentar el número de unidades, para que la gente no guardase tanto tiempo en las esquinas o en las estaciones, Fidel contestó:
—Bueno, el problema es que ya todo mundo quiere venir a la playa; todas las unidades están en servicio, y lo que vamos a tener que hacer es ver cómo podemos adquirir más...
En otro lugar, la madre de dos jovencitas, que vivía con ellas en muy malas condiciones, le pidió a Fidel una casa. El Primer Ministro le explicó que no podía personalmente estar repartiendo casas a cuanta gente la solicitase, Porque no sería correcto; que las viviendas se distribuían mediante determinados reglamentos, por los organismos correspondientes. Le señaló que el problema de la vivienda era un problema muy delicado, que no podía resolverse de la noche a la mañana punto y aparte cuando abordamos el automóvil, Fidel estaba serio; parecía disgustado consigo mismo, preocupado.
—Esa mujer está traumatizada; es difícil que pueda comprender las razones que se le dieron. Frente a las necesidades apremiantes hay personas que se desesperan, y la angustia de no resolver sus problemas es mayor que su capacidad de meditar...
—Hiciste lo que debías hacer; no se puede estar repartiendo casas a todo aquel que lo solicite, o resolviendo problemas personales —acotó Llanusa.
—Sí, pero este caso es muy particular. Esta mujer estaba muy esperanzada y vi que se quedó con lágrimas en los ojos. Hay que hacer algo. Que vaya un hombre a localizarla y que tome la dirección y los demás datos. Vamos a estudiar el caso concreto y, de acuerdo con el estado en que realmente se encuentre, a tratar de buscar alguna solución en la oficina de la Reforma Urbana...
Y así se hizo. La mujer fue localizada y quedó muy contenta al saber que su problema de todas formas iba a ser considerado.
Comencé a recordar unas palabras pronunciadas durante el insólito juicio del Moncada y que aquí come en Santa María, con una mujer, se convertían en realidad:
“Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro, y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos…”
—Creo que ya es hora de que nos metamos al mar, porque esta noche tengo que asistir a una recepción. ¿Quién habrá inventado las recepciones? —dijo Fidel
No hizo la gente más que descubrir de quién se trataba y ya Fidel estaba rodeado en el agua. Nadó mar adentro, y no pocos lo siguieron.
Es extraordinaria la condición física del Primer Ministro cubano. Reloj en mano, sin adiestramiento previo, se mantuvo bajo el agua durante 2 minutos y 40 segundos, y un joven que pretendió competir con él sufrió una contundente derrota.
Cerca de la orilla, Fidel charló con la gente sobre la zafra, la ganadería, los cítricos. Se interesó en la educación de los niños allí presentes, en los problemas; en fin, en muchas cosas que demostraban su gran cariño por el pueblo cubano.
Creo que con esta entrevista histórica se ha pintado una imagen de Fidel Castro Ruz, visto con honradez y objetividad por un periodista mexicano.