En una noche histórica para el futbol mexicano, el Club América alcanzó una hazaña sin precedentes al conquistar el primer tricampeonato en la era de torneos cortos. Con un empate 1-1 ante Rayados en el BBVA (global 3-2), las Águilas, dirigidas magistralmente por André Jardine, agregaron la estrella número 16 a su escudo y establecieron una nueva marca en el futbol nacional.
El drama comenzó temprano cuando el capitán Henry Martín tuvo que abandonar el campo por lesión, siendo reemplazado por Rodrigo Aguirre. Sin embargo, el momento crucial llegó con un golazo espectacular de Richard Sánchez, quien tras una asociación con Alejandro Zendejas, disparó de forma magistral para vencer a Esteban Cárdenas. Aunque Johan Rojas descontó para Rayados en la recta final del encuentro, no fue suficiente para impedir la coronación azulcrema.
El triunfo no solo representa el decimosexto título de liga para el América, sino que marca un hito en la historia del fútbol mexicano. El equipo de Coapa se consolida como la dinastía más dominante de la era moderna, aumentando a cuatro la diferencia de títulos sobre su más cercano perseguidor, las Chivas del Guadalajara. La obra maestra de Jardine quedará grabada con letras de oro en los anales del fútbol nacional.
América demostró su jerarquía ante un Monterrey que despertó demasiado tarde. Los últimos minutos fueron de alta tensión, con los locales volcados al ataque y un remate de Sebastián Vegas que estremeció el travesaño. Sin embargo, el equipo azulcrema, fiel a su tradición de grandeza, supo mantener la ventaja global para asegurar un logro que parecía imposible: tres títulos consecutivos en la era de torneos cortos.
Esta victoria consolida el proyecto de André Jardine y establece al América como el equipo más dominante de la última década en el fútbol mexicano. Con un plantel equilibrado entre juventud y experiencia, las Águilas no solo han ganado tres títulos consecutivos, sino que han sentado las bases para una hegemonía que promete extenderse en los años venideros. El Ave de las Tempestades ha volado más alto que nunca, dejando una huella indeleble en la historia del futbol mexicano.
AG