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AMLO y los poderes de la 4T no son antioposicionistas, sino antielitistas

Los opositores son los únicos que postulan que Andrés Manuel López Obrador y los poderes de la Cuarta Transformación (4T) son antioposicionistas por criticar sus posturas elitistas. No dejan de calumniarlos, porque no se le conceden más espacios a sus élites dentro de los poderes de la 4T o porque no se les dejen en instancias antes privilegiadas del Gobierno Federal.

Hasta el momento, la Presidencia de la República y los poderes del Estado mexicano no impiden que las oposiciones partidistas o las sectoriales se reúnan se manifiesten o se reagrupen. No las vigilan o las persiguen para nada e, incluso, las dejan ser en sus reacciones fanáticas, sus falsos positivos y sus confabulaciones directivas.

AMLO y los poderes de la 4T tampoco reaccionan con rudeza cuando las oposiciones insisten en que todos ellos cuestionan a quienes piensan diferente. En realidad, la Presidencia y la mayoría del Congreso de la Unión solo responden de acuerdo con lo que es de interés público. Se manifiestan en forma pacífica contra las posturas opositoras que buscan ventajas desde los intereses de las élites privilegiadas.

A pesar de las garantías que nadie les regatea, las oposiciones derrotadas han sido incapaces de asumir la oportunidad que reciben de los poderes del Estado mexicano para demostrar organización, seriedad y responsabilidad suficiente de cara a los nuevos tiempos. Siguen prefiriendo ser reactivas y trepadoras por intereses elitistas ante sus desprestigios sociales y sus desgracias políticas.

El pasado 1.º de diciembre fue lamentable el espectáculo de las oposiciones con todo tipo de despropósitos elitistas: agresiones desquiciadas, negaciones partidistas, demandas discriminatorias, peticiones intervencionistas, fobias comunistas, etc. Hasta recurrieron a hacer suyo el extrañísimo caso de los mormones rebeldes de Bavispe, para tener algún argumento que les sirviera para mostrarse iracundos ante la Presidencia de la República.

Preocupa que las calumnias de las oposiciones contra AMLO y la 4T sean afanes golpistas de personajes protagónicos y directivas partidistas que apuestan a la continuidad del régimen de corrupción e impunidad de las élites políticas y las empresas transnacionales. Significa que no quieren en los poderes a nadie que esté a favor de los avances sociales del pueblo mexicano, que promulgue la defensa popular de los intereses patrios y que se interese en los derechos de las minorías abandonadas y las naciones originarias.

A pesar de sus preferencias antidemocráticas, nadie que sea oposición de izquierda o de derecha a la 4T o a AMLO ha sido impedido de manifestarse en público. Y tampoco se le ha advertido algo por expresarse en medios impresos, electrónicos y redes sociales. Gracias a esta libertad de que gozan las oposiciones, ahora sabemos que integran un espectro de pequeños núcleos que va desde cardenistas y zapatistas hasta yunquistas y opusdeístas.

El problema de interés para el avance político en México sigue siendo que ese espectro oposicionista permanece como una minoría de hordas volátiles, a pesar del cambio republicano. En consecuencia, los partidos que las integran siguen dispersos, desintegrados, extraviados y, sobre todo, reactivos según los intereses que los maniatan para no ser democráticos. Una reforma política resulta indispensable para que no sigan afanosos en la reversión del cambio democrático.

Así las cosas, las oposiciones minoritarias no tienen hasta hoy proyectos políticos para confrontar con seriedad a la 4T; no tienen propuestas programáticas para enfrentar de modo responsables al Gobierno Federal, y tampoco tienen organizaciones sociales para hacerle sombra a la Presidencia de la República.

Deseo un feliz fin de año a las oposiciones partidistas y sectoriales, pero seguramente no lo tendrán, porque seguirán sufriendo el rechazo público de AMLO y los poderes de la 4T a sus posturas elitistas, así como la crítica abierta de la Presidencia y la mayoría del Congreso contra los intereses de las élites sectoriales y partidistas que representan.

Como no tienen mucho que responderles, solo permanecerán aparentando ser las víctimas desde los medios impresos y las redes sociales, y acusándolos de antioposicionistas por ser consecuentemente antielististas.

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