Félix Sautié Mederos
DXXXI
Continuamos a merced del coronavirus de marras, que nos amenaza desde su ubicuidad sorprendente, que determina que mientras que se encuentra a miles de kilómetros de nosotros, a la vez, se manifiesta y actúa a nuestro lado, para matarnos en cualquier momento en que nos desentendamos de su existencia; lo que nos exige estar alerta y cumplir con todas las medidas de prevención que la ciencia humana ha descubierto hasta el momento. Me refiero a un enemigo taimado, invisible y despiadado que no discrimina posición social, creencias religiosas, ideas políticas y sociales, edad, ni ubicación en la sociedad; mientras que actúa con especial énfasis e impunidad, contra los que hemos vivido más, tal y como si quisiera liquidar a la experiencia y a la sabiduría que otorgan los muchos años de haber vivido. Otra interpretación que algunos han planteado es que está diseñado para desentenderse de la carga que significan los más ancianos y mantener vivos a los que constituyen fuerza de trabajo necesaria para los explotadores del gran capital.
Pérfido diseño y origen, que aún no se ha podido demostrar desde el punto de vista científico, según lo informado públicamente al respecto, así como otras instancias y algunas personalidades destacadas en el en el mundo, de que constituye un arma biológica del imperialismo, que se niega a ceder sus poderes omnímodos ante un multilateralismo que cada día se hace más vigente y activo entre las naciones contemporáneas. Pienso que hay muchas razones para creerlo y así: en definitiva, el tiempo dirá. Por lo pronto si lo hicieron o no, el tiro les salió por la culata, porque los Estados Unidos en el momento que escribo este artículo es ya el país con más enfermos del COVID-19 en el mundo.
Estamos, en mi criterio, como expresa una frase célebre y muy al uso entre los cubanos, que data del siglo xviii, en “la hora de los mameyes”, que según se define en la enciclopedia digital cubana Ecured quiere decir que vivimos el “momento de la verdad o el instante de la decisión o la acción inmediata”. Nada más exacto para definir la situación que vivimos en la Cuba de hoy, el de esa frase tan criolla y significativa.
Según se expresa en Ecured:
[…] eran los tiempos de la toma de La Habana por los ingleses, en 1762 […]. Por tal motivo los ocupantes decidieron montar guardias de recorrido que aparecían en cualquier momento para evitar algún disturbio. […] las tropas del conde de Albemarle implantaron un toque de queda al caer la tarde, o cuando entendían, solamente podían transitar por la ciudad a los militares de la pérfida Albión o alguna persona natural autorizada. Por consiguiente a esa hora se inundaba la ciudad de soldados que llevaban uniformes rojos, de una tonalidad similar al color del mamey, la fruta de pulpa roja con semilla carmelita que abunda en los campos de Cuba, por eso las tropas inglesas fueron bautizadas por el pueblo con el apelativo de “mameyes” y cuando se le veía en grupos o anunciaban el toque de queda, se difundió la célebre frase “llegó la hora de los mameyes”; perdurando hasta nuestros tiempos.
Debo decir que cuando se publique este testimonio que escribo, no puedo predecir de momento la situación real en que se encontrará Cuba y el mundo. En consecuencia, estoy escribiendo estos testimonios de vida y reflexiones con un especial esmero, a partir del concepto de conducirme activamente como si fuera el último día de vida, lo cual es muy recomendable en tales circunstancias. No obstante, me cuido y lucho para que el COVID-19 no me atrape.
En este orden de pensamiento, quiero referirme muy especialmente que lo que puedo vislumbrar con mucha certeza de la situación que vivimos en los momentos es que como expresé al principio, según la expresión cubana a que me referí, indudablemente hemos llegado a “la hora de los mameyes”, porque grandes problemas requieren grandes soluciones.
Como es costumbre de nuestra historia de luchas, el pueblo mayoritariamente se ha unido mucho más de lo que ha estado hasta estos momentos, en torno a su Revolución en los momentos culminantes. En la vida hay que ser objetivo y práctico en reconocer el momento y las circunstancias en que estamos inmersos, lo que implica y lo que puede sucedernos. De esa forma es que podemos evitar las “sorpresas existenciales” que a veces se nos presentan.
No es ningún dramatismo literario lo que expreso, es parte esencial de la profesión propia de quienes nos proponemos actuar como cronistas de nuestra época, lo que implica hacerlo con la mayor eficiencia y transparencia que nos sea posible, hasta sus últimas consecuencias.
Además, las circunstancias que estamos viviendo; en mi opinión muy personal, son culminantes de una larga etapa de la historia universal y muy en especial de nuestra historia patria; y considero que es un privilegio existencial para mí que nací en el 1938, haber alcanzado a vivirlo con la mayor lucidez que me ha sido posible por mi edad y así poder testimoniarlo; lo que estoy tratando de expresar en mis últimos artículos.
Quiero testimoniar, pues, de manera priorizada, mi caracterización y percepción de las características de la época que estamos viviendo. Especialmente percibidas desde mi rincón de Centro Habana, en donde me encuentro cumpliendo con la cuarentena necesaria que se ha planteado para quienes formamos parte de la tercera edad, conforme a las medidas de prevención previstas en Cuba.
- Ante todo, reitero que indudablemente nos encontramos en “la hora de los mameyes”, que podemos identificar como el momento de la verdad que requiere de acciones y decisiones inmediatas, incluso más allá de lo que constituye la prevención contra el pérfido virus; especialmente en los espacios determinantes de la economía del país, porque en los campos de la defensa y de la prevención que requiere la pandemia en cuestión, en mi criterio muy personal, estamos actuando con eficiencia. Considero que, en general, se están adoptando la previsión y la acción necesaria, mientras que en la economía arrastramos con problemas importantes que en las actuales circunstancias pueden ser más decisivos aún de lo que en esencias son. En este sentido, se acelera la necesidad de adoptar sin más demoras decisiones básicas que en vez de detenerse por causa de la epidemia debían establecerse de la forma más radical posible, porque considero que se ha presentado un momento oportuno para hacerlo.
- Las agresiones del “norte revuelto brutal” que nos desprecia, lejos de atenuarse para poder enfrentar mejor la pandemia que nos amenaza a todos sin distinción alguna de agresores y agredidos, se han intensificado de manera criminal.
- Más allá del derecho reconocido de la libre expresión, hay quienes incluso habiendo nacido en Cuba se dedican sistemáticamente a atacar al país, utilizando la difamación y las fake news para caracterizar las medidas y acciones que está realizando nuestro Gobierno, sin tener en cuenta las tristes realidades que se manifiestan en los Estados Unidos y en muchos de los países desde los cuales opinan.
- En Cuba, hasta el momento en que escribo, se han estado adoptando medidas efectivas para prevenir y actuar ante el COVID-19, pero puedo apreciar aún que no hay una verdadera percepción del riesgo en muchas personas que actúan y se manifiestan sin tener verdaderamente en cuenta la peligrosidad y los riesgos que nos acechan. Si bien es correcto tener confianza en lo que se hace oficialmente para prevenir esta terrible enfermedad, ello no puede significar que nos desentendamos de los peligros que nos asechan.
- Percibo que aún se mantienen activos algunos burócratas locales en sus desmanes, aunque decisivamente atenuados por las acciones del Gobierno de las nuevas generaciones, lo hacen especialmente como parte esencial de su presencia en la base y afectan al pueblo de a pie. Lo que es necesario, incluso considero que imprescindible, propinarles un golpe definitivo, porque con sus actuaciones dañan sensiblemente a las situaciones existentes.
- Entre las experiencias que ha divulgado China que le permitieron controlar la epidemia, como ya lo han logrado en estos momentos, hay una declaración de Xi Jinping de que ellos en el Buró Político se dieron cuenta de que para resolver este grave problema tenían que deshacerse del formalismo y de la burocracia en las zonas afectadas.
En este sentido, quiero hacer un especial hincapié en los frenos y la acción de los conservadores detenidos en el tiempo. Este es un problema complejo que tiene una especial significación, por cuanto, por lo general, se manifiestan desde dentro de la Revolución, pero con conceptos arcaicos y detenidos en el tiempo que en un momento como el que estamos viviendo resultan muy retrógrados y son especialmente dañinos, porque ante una amenaza tan peligrosa se requiere actuaciones valientes, radicales y de avanzada.
La concepciones conservadoras pueden llegar a ser sumamente peligrosas en momentos culminantes (“la hora de los mameyes”) como los que estamos viviendo, porque en muchas ocasiones actúan para detener acciones que son imprescindibles adoptar; pero que, para quienes se manifiestan de manera conservadora, constituyen acciones y conceptos innovadores y especialmente creativos que rompen por completo los estatus establecidos, que ellos se proponen conservar como tal y, valga la redundancia del término, sin cambios significativos de ninguna índole.
Puedo observar que en los espacios que mantienen la crítica objetiva y constructiva como algo muy necesario, incluso en las actuales circunstancias como respuesta a la grave situación que estamos viviendo, poco a poco se ha ido creando un concepto esencial, como el que ha expresado un participante en el blog Segunda Cita de Silvio Rodríguez, que se identifica con la denominación R3 de que “La hora es de unidad pero sin dejar de criticar lo mal hecho, que es la única forma de avanzar”.
En esta misma dirección conceptual de pensamiento, Eduardo Ortega, otro participante en los debates, ha planteado conceptos que considero muy importantes al respecto: “Tenemos que ser muy críticos, muy críticos con lo mal hecho, pero responsables, muy responsables con nuestra sociedad y por nuestra Revolución […]”.
En general, se está manifestando una concepción básica al respecto de la necesidad de mejorar y perfeccionar nuestra prensa local comenzando por el periódico Granma. Mientras que en lo referido a la acción de los enemigos de la Revolución, es posible observar que todo les sirve y que, como ha expresado también otro participante en estos debates, que se identifica con el nombre Giordan Rodríguez ha expresado:
Le sirve la crítica irresponsable tanto como la responsable. Y lo que más le sirve es la falta de crítica. De tal modo, si nos dejáramos llevar por lo que le sirve al enemigo, nos quedábamos triunfalistas, anquilosados e inertes, y les hacíamos el mayor favor. Lo positivo para nosotros no sería tratar de evitar lo que le sirve al enemigo, si no tratar de extraer y aplicar lo que nos sirve a nosotros. Creo que esa es la esencia de aquel discurso de Fidel en el aula Magna de la Universidad de La Habana, y de su aseveración a Ramonet de que; “los imperialistas no pueden destruir la Revolución, nosotros sí podemos destruirla”. ¿Y qué remedio da Fidel para evitar la destrucción de la Revolución? El pueblo, el control y la fiscalización popular. Debe ser por eso que luego Raúl dijo: “Escuchar a todos, incluso a aquellos que puedan estar confundidos o equivocados” […] ¿Y qué es lo que nos sirve a nosotros mucho más que al enemigo? La unidad. La unidad que respeta la diversidad. A mí me sirve mucho más que al enemigo de la Revolución que el Primer Ministro haya dicho con todas sus letras que esto no se trata de diferencias políticas o de credos religiosos. Me sirve como ciudadano más que al enemigo que el Primer Ministro, con humildad y asertividad, haya reconocido el papel de la ciudadanía. Que haya usado un par de veces el término “Por favor”. Que El Presidente haya insistido en atender a todos los del sector privado “sin maltratarlos”, por ejemplo, y que no se escude en bloqueo para justificar la desatención…1
28 de marzo de 2020, 9:03
En mi opinión, cuando nos informamos objetivamente de la situación actual en que nos encontramos insertados, según lo que expreso en esta entrega La Espiritualidad Prohibida, podemos concordar plenamente de que vivimos, como expresé al principio, en “la hora de los mameyes”, en la que nuestra actuación decidida como la que se está manifestando por el Gobierno de las nuevas generaciones formadas por la Revolución será lo más efectivo para ganarle la batalla al COVID-19.
Estamos insertos en pleno fragor de esta batalla que como nunca antes es decisiva, incluso de vida o muerte para Cuba y para el mundo entero. Es algo que de conjunto todos tenemos que asumir, en lo que todo lo que hagamos tendrá siempre una incidencia positiva si actuamos en consecuencia con los principales intereses del pueblo, pero que requiere de una concepción verdaderamente radical en lo que concierte a nuestras debilidades, errores y amenazas. Como nunca antes, y vuelvo a reiterar esta expresión, tenemos que ser muy exigentes con nosotros mismos y expresar tolerancia cero con quienes nos atacan, ya sean enemigos abiertos, nacidos o no nacidos en Cuba, representantes del imperio que puja por destruirnos e, incluso, con quienes siembren las dudas en nuestros espacios, sean quienes sean.
Cuando se está en pleno fragor del combate, en cualquier enfrentamiento, incluso por poco cruento que sea, las dudas pueden convertirse en acciones dañinas y desmovilizadoras. En consecuencia, cuando todos nos encontramos en el mismo frente de lucha contra el coronavirus, pensemos como pensemos, deberíamos guardarnos nuestras dudas para mejores momentos, porque en la lucha lo más importante es vencer al enemigo.
Todos los protocolos de guías para la acción concertada en las luchas cruentas, sean las que sean, plantean la necesidad de la máxima unidad en torno a los objetivos principales para alcanzarlos. En momentos tan culminantes son decisivos; no obstante, si bien ello es crucial para el triunfo, tampoco se debería abusar de este concepto para extender su práctica en los momentos que no sean culminantes y decisivos como los que estamos viviendo en la actualidad.
Muchos daños pueden hacer quienes siembran las dudas, tanto como quienes no aceptan ninguna otra alternativa que no sean las que ellos piensan. En esta dirección, es decisivo la claridad en la concepción y la interpretación de cuáles son los objetivos fundamentales a alcanzar que determina nuestra lucha, porque en la medida que sus logros sean necesidades de vida o muerte, deberá ser más intransigente con las dudas que pueden desmovilizar a la resistencia.
En mi criterio muy personal, en estas circunstancias tan dramáticas es decisiva la identificación de los objetivos fundamentales que nos deben unir a todos, que en su concepción deben partir de algunos requisitos que son básicos para su identificación, tales como:
- Ser claros y comprensibles.
- Realistas y realizables.
- Motivadores.
- Evaluables y mensurables.
Es imprescindible tener bien identificados y definidos los logros que se pretenden alcanzar para saber exactamente por qué se está luchando. En estas definiciones se debe partir de lo más general a lo más concreto para que nuestra acción sea realista y efectiva.
En consecuencia, cuando se tienen bien definidos los objetivos de nuestro enfrentamiento, el éxito dependerá de la unidad de acción y de deshacerse de todo lo que les sea dañino e incluso poco práctico, como los chinos en su enfrentamiento con el coronavirus de los formalismos y de la burocracia.
En nuestro enfrentamiento a un enemigo tan poderoso y tan omnipresente como el Covid 19, no debe haber otra alternativa que no sea derrotarlo, y para ello es decisivo la radicalidad y la intransigencia con todo lo que pueda debilitarnos y afectar nuestras posibilidades de lucha.
Finalmente, quiero expresar que en virtud de convicciones y definiciones cristianas me quiero especialmente regocijar por el momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia presidido por el Santo Padre Francisco, en el atrio de la Basílica de San Pedro el viernes, 27 de marzo de 2020, en el que especialmente comentó el Evangelio de Marcos 4,35, que en resumen expresa que Jesús calma la tempestad y textualmente plantea:
Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.
Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Me siento profundamente emocionado, como todos los que en nuestro mundo respetamos y queremos especialmente a Francisco más allá de la fe, la no fe, o incluso agnosticismo de haber vivido este momento único de oración en la historia contemporánea que Francisco finalizó con las siguientes frases, que quedarán grabadas para siempre en mi conciencia:
“¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: “No tengáis miedo” (Mt. 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas”. (cf. 1 P 5,7)
Así lo pienso y así lo expreso, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Continuará.
Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme, criterios, opiniones y preguntas: [email protected]
Notas
1 Se refiere a la intervención del primer ministro Manuel Marrero en el programa de la Televisión cubana “La Mesa Redonda”, 20 de marzo del 2020.