Dr. Antonio Benavides Rosales*
Introducción
Como sabemos, la Península de Yucatán es un área estratégica, tanto a nivel nacional como en el contexto geopolítico global, ya que su ubicación geográfica, sus características fisiográficas particulares y su historia la convierten en una región marítimo-costera con patrimonios naturales y culturales únicos: playas paradisiacas, cenotes, selvas, manglares, un enorme acuífero kárstico con los ríos subterráneos más grandes del mundo y el legado ancestral que le da identidad y que vive en la cultura maya actual.
Sin embargo, la Península de Yucatán es al mismo tiempo una región extremadamente vulnerable, tanto por los intereses que las industrias transnacionales del turismo premium y las mafias locales de especulación del uso del suelo tienen en su territorio, como por los rezagos que padece su población en materia educativa, económica, de salud, en infraestructura, etc., así como por los altos índices de marginación y pobreza que tienen sus municipios frente al cambio climático y la transnacionalización industrial.
Es por ello que, más allá de señalar las estrategias políticas y respuestas administrativas de las autoridades locales –que se enfocan en políticas de persecución y prohibición de la población–, lo que les impide la integración de los sistemas de prevención sanitaria y protección civil en las comunidades y municipios más vulnerables de Yucatán frente a la pandemia de COVID-19, pero sobre todo ante la ausencia de un Programa de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, es necesario hacer algunos apuntes para orientar las políticas públicas y las acciones a nivel regional, considerando indicadores y recomendaciones de organismos internacionales, así como ejemplos de acciones específicas que se han realizado en otras entidades federativas de la república, para la atención prioritaria de las poblaciones más vulnerables: niños, niñas y adolescentes, personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, personas con enfermedades crónico degenerativas y personas pertenecientes a algún grupo o nación originaria.
Las recomendaciones
de la Cepal
Ante la pandemia de COVID-19 y sus inminentes repercusiones tanto en salud pública como en las economías comunitarias, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), hace algunas recomendaciones que bien vale la pena mencionar, porque describen en gran medida la situación que se vive actualmente en la Península de Yucatán.
Lo primero que destaca la Cepal, es que la fragilidad y la vulnerabilidad del Estado de Bienestar en regiones como la Península de Yucatán limitan la respuesta a la crisis. Esto se debe en primer lugar, a que el acceso a los sistemas de salud es fragmentado por niveles de ingreso, y a que entre el 65 % y el 28 % de los trabajadores en América Latina no cotiza ni está afiliado a un sistema de salud (Bárcena, 2020).
Un segundo punto a destacar es que los grupos más vulnerables se encuentran fuera de los sistemas de pensiones, llegando a representar hasta el 76.2 % de las personas en estratos bajos. De hecho, en América Latina más de la mitad de la población económicamente activa no tiene protección laboral, de salud ni pensiones.
Como tercer punto, tenemos el hecho de que grandes estratos de la población son vulnerables a la pérdida de ingresos laborales, por ello la Cepal predice aumentos en los índices de pobreza y pobreza extrema, si no se implementan propuestas como las transferencias monetarias a los sectores más vulnerables, apoyos alimentarios y a los servicios básicos.
La Cepal destaca como estrategias a corto y mediano plazo:
En lo inmediato: Un ingreso equivalente a una línea de pobreza durante seis meses a toda la población en situación de pobreza en 2020 (215 millones, 34.7 % de la población).
La visión estratégica: Un ingreso básico universal, protección social universal (salud, pensiones, seguro de desempleo), estado de bienestar con base en un nuevo pacto social (fiscal, social y productivo).
Las estrategias y las recomendaciones que hace la Cepal resultan de especial interés para nuestra región, en particular cuando constatamos que, en 2010, había 603 localidades yucatecas (72 %) que presentaban un grado de marginación Alto y 173 localidades con grado de Marginación Muy Alto (20 %), de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población (Conapo) con base en los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La Protección Civil y la Gestión Integral de Riesgos ante el COVID-19 en la Ciudad de México
Cuando nos enfrentamos a un desastre o a una catástrofe, como sociedades organizadas, existen acciones de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos que son esenciales para asegurar el bienestar y la supervivencia de la población en general, que se aplican antes, durante y después de la emergencia y que facilitan el restablecimiento de las actividades esenciales, o al menos, lo que se conoce como la continuidad de operaciones.
Los programas y acciones de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil inician siempre con un análisis de riesgos, que toma en cuenta, mediante estudios científicos y sociales detallados, los peligros, las amenazas y vulnerabilidades a los que se encuentra expuesta la población y los sistemas estratégicos de una región determinada: transporte, comunicación, salud, saneamiento, abastecimiento, etc. El análisis de riesgos sirve para planificar, programar y actuar en caso necesario, considerando de forma prioritaria a los grupos más vulnerables, mediante la generación de sistemas de alerta temprana, protocolos de actuación, habilitación de albergues y refugios temporales, recuento de fuerzas de tarea y establecimiento de puestos de mando y Consejos de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil.
Ahora bien, la Ciudad de México se ubica en la zona metropolitana más grande del país, la del valle de México (ZMVM), que tiene una extensión de 7,866 km², es decir, 0.4 % del territorio nacional, sin embargo, alberga a una población de más de 20 millones de habitantes, es decir, 17 % de la población a nivel nacional.1 En la ZMVM se ubican un total de 76 municipios: 59 del Estado de México, 16 alcaldías de la Ciudad de México y 1 municipio del Estado de Hidalgo. Además, la Ciudad de México ocupa solo el 18 % del territorio de la ZMVM (aprox. 1,495 km²), pero concentra al 44 % del total de la población de la ZMVM, que es de aproximadamente 8.9 millones de personas (Inegi, 2010).
Debido a su ubicación geográfica, la ZMVM tiene una problemática común para la gestión integral de riesgos, que incluye desde los efectos asociados a la movilidad urbana, hasta los derivados de la expansión inmobiliaria y la proliferación de asentamientos humanos en zonas de alta incidencia de fenómenos potencialmente destructivos, por ejemplo, en zonas de riesgo y en suelo de conservación. Estos factores aumentan la vulnerabilidad que presenta la población de esta zona metropolitana ante fenómenos perturbadores como sismos, inundaciones, deslizamientos de laderas, derrames de sustancias peligrosas, explosiones, epidemias, contaminación, manifestaciones, delincuencia, entre otros. Los cuales requieren de un enfoque integral para la gestión de riesgos, debido al continuo urbano y a las múltiples interacciones que existen entre las entidades federativas de la ZMVM.
Ante este escenario, aunque la ZMVM ha presentado las mayores cifras en cuanto a contagios y defunciones por COVID-19 debido a su densidad poblacional, los programas de respuesta en salud pública y gestión integral de riesgos –basados en evidencia científica e histórica sobre la evolución de las epidemias–, han podido controlar y mitigar los impactos de la pandemia, gracias a una serie de acciones emprendidas y lideradas por el Gobierno de la Ciudad de México, en coordinación con el Gobierno Federal, que incluyeron una reacción consensada con otras entidades federativas. Entre estas acciones destaca en primer lugar la implementación calculada de la jornada nacional de sana distancia y la restricción gradual de la movilidad en los espacios públicos (comercios, centros de trabajo, espectáculos, escuelas, etc.), centrando la intervención en los colectivos sociales y no en lo individuos.2
Otras acciones emprendidas por el Gobierno de la Ciudad de México incluyen: la reconversión hospitalaria en colaboración con las autoridades federales; la distribución de miles de kits con cubrebocas, medicamentos y depósitos en efectivo, para que los pacientes COVID no graves puedan permanecer en sus casas durante los 14 días que dura el malestar; programas alimentarios emergentes, con depósitos en efectivo para familias por cada niño, niña y adolecente inscrito en escuelas públicas (preescolar, primaria y secundaria); programas de créditos para pequeños y medianos negocios, seguros de desempleo, etcétera.
En este sentido cabe destacar la vinculación de las autoridades sanitarias de la Ciudad de México con la ciudadanía, mediante diversas herramientas, como las páginas electrónicas, que permiten evaluar síntomas o consultar el mapa interactivo de hospitales disponibles en CDMX y Zona Metropolitana del Valle de México, que muestren la cercanía de hospitales y centros de atención para personas con COVID-19, con información en tiempo real sobre disponibilidad de camas y espacios para facilitar las labores de triage a ambulancias, personas, o servicios de emergencia de otros hospitales.
Así como diversas acciones coordinadas entre la Jefatura de Gobierno, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos (SGIRPC) y la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa), en solidaridad con los familiares de pacientes hospitalizados por COVID-19. Para este fin se han instalado carpas de atención, afuera de los hospitales públicos que atienden a pacientes COVID-19, para que sus familiares puedan realizar videollamadas con ellos, auxiliados por personal de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, quienes se encuentran capacitados para brindar Apoyo Psicológico de Primer Contacto (APPC), con el fin de evitar situaciones de crisis y facilitar la recuperación psicosocial de los colectivos afectados por la catástrofe, siempre teniendo en cuenta los aspectos esenciales del modelo CASIC: Conductual, Afectivo, Somático, Interpersonal y Cognitivo.
La vinculación es un concepto central en la gestión integral de riesgos y la atención de emergencias, porque los estudios muestran que la conectividad social “incrementa la capacidad de resolver problemas cotidianos, permite aprender otros estilos de afrontamiento y discutir las experiencias propias en un entorno comprensivo y seguro” (Cenapred, 2020). Por ello es esencial que ante un fenómeno perturbador o una catástrofe se recupere rápidamente el contacto entre la persona afectada y al menos un familiar, ya que este es un elemento que disminuye significativamente la probabilidad de aparición de trastornos mentales, como el estrés postraumático.
Conclusiones
Como sabemos, la exposición a eventos catastróficos puede generar en los individuos y en los colectivos sociales sensaciones de desamparo, en los cuales los mecanismos de lucha contra la adversidad pueden encontrarse disminuidos o ausentes, por lo que resulta central para el tránsito hacia la recuperación que los individuos y comunidades posean una sensación de autosuficiencia. Para ello se requiere que estén vinculados y que mantengan la certeza de que su actuación proactiva tiende a generar resultados positivos orientados a superar la adversidad.
Por tanto, esperemos que las recomendaciones expuestas orienten el quehacer ciudadano para la coordinación de grupos de tareas entre los sectores público, privado y social para la atención de la pandemia de COVID-19 y la emergencia económica en Yucatán. Que estas acciones sirvan para enfrentar el contagio comunitario y la recesión económica de modo programático y organizado, protegiendo e involucrando a su población en las gestiones libres y soberanas.
En la gestión de riesgos, la vinculación y la conectividad social propician la adquisición de conocimientos prácticos para enfrentar un evento a través de la comprensión y ventilación emocional, aceptación y normalización de respuestas. En el caso de la pandemia de COVID-19 en Yucatán, es necesario, además, el empoderamiento de los individuos y de los colectivos sociales, buscando una sensación de eficiencia a través del involucramiento de las personas en acciones simples para el regreso a la nueva “normalidad”.
Un elemento central para la recuperación de individuos y colectivos ante emergencias es mantener la esperanza3 de que se podrá salir adelante. Aquellas personas que mantienen un cierto grado de confianza en el manejo de la situación por parte de las autoridades tienen la capacidad de enfrentar mejor los efectos de un evento, y la planeación a futuro (Cenapred, 2020).
Los elementos en los que el individuo funda su sensación de esperanza están altamente permeados por su cultura, por lo que elementos religiosos como la creencia en Dios y su intervención en la situación es una característica con la que podríamos encontrarnos comúnmente y es fundamental no cuestionar las mismas.
Para promover la esperanza, se debe apoyar la recuperación de la cotidianidad, disminuir las perspectivas catastróficas, generar perspectivas realistas, mantener la confianza y generar una proyección positiva a futuro. Para este fin, se debe ayudar a los afectados a describir cómo le gustaría ver a su comunidad, su familia o a ellos mismos, una vez recuperados del fenómeno perturbador.
Notas
1 De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010 del Inegi.
2 Lo que resultó en la reducción de tres cuartas partes de los contagios esperados, el “aplanamiento” de la curva epidémica y el atraso del acme o pico de la epidemia para poder tomar mayores precauciones.
3 Es posible entender la esperanza como una expectativa positiva orientada a la acción de que es posible obtener en el futuro resultados positivos
Referencias
Bárcena, Alicia (12 de mayo de 2020): El desafío social en tiempos del COVID-19, Secretaria Ejecutiva Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Centro Nacional de Prevención de Desastres Cenapred.
Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México
https://educacion.proteccioncivil.cdmx.gob.mx/
https://www.proteccioncivil.cdmx.gob.mx/