Según la tradición cristiana, Jesús fue entregado a los sacerdotes por uno de sus apóstoles por la cantidad de 30 monedas, por lo que el nombre del delator ha quedado marcado como sinónimo de falsedad y traición.
Judas Iscariote fue el elegido para ser el tesorero de los apóstoles, pero según testimonios bíblicos nunca demostró honestidad, ya que se robaba las monedas cuando debería entregarlas a los pobres.
En el evangelio de Mateo, se puede leer como se cumple la profecía de Jeremías respecto a lo que sucedería con el hijo de Israel.
«Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: “Y tomaron treinta piezas de plata, el precio en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los hijos de Israel, y las dieron por el campo del alfarero, como el Señor me lo había ordenado”».
De acuerdo con las fechas de la Semana Santa, Judas habría entregado a Jesús el Miércoles Santo y un día después se reuniría con su maestro.
Todo sucedió muy rápido mientras el maestro rezaba en un huerto cercano. En ese momento, Judas se acercó, y, con un beso, le entregó. Por su fechoría cobró las 30 monedas prometidas.
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