El mundo del periodismo mexicano ha sido testigo de un giro inesperado en la carrera de Gustavo Macalpin, el reportero de Mexicali cuyo despido en vivo se convirtió en un fenómeno viral. Tras el incidente que lo catapultó a la fama digital, Macalpin ha encontrado una nueva oportunidad en la capital del país, específicamente en las filas de TV Azteca.
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La travesía de Macalpin desde Baja California hasta la Ciudad de México no solo marca un cambio geográfico, sino también un salto cualitativo en su carrera. El periodista, cuya salida abrupta de su anterior empleo capturó la atención nacional, ahora se encuentra en el epicentro de la televisión mexicana, rodeado de figuras prominentes de la industria.
Jorge Garralda, uno de los rostros más reconocibles de TV Azteca, fue el primero en dar la bienvenida a Macalpin. Con su característica jovialidad, Garralda no perdió la oportunidad de hacer referencia al incidente que llevó a Macalpin a la fama, demostrando que en el mundo del entretenimiento, incluso los momentos más incómodos pueden convertirse en material para el humor.
Ricardo Salinas Pliego bromea con correrlo
Sin embargo, fue la intervención de Ricardo Salinas Pliego, propietario de TV Azteca, la que realmente captó la atención del público. A través de su cuenta en la red social X, Salinas Pliego mostró su lado más bromista al dirigirse a Macalpin: "Sígale y lo despido en vivo!! A no verdad, eso ya no lo asusta". Esta interacción juguetona no solo evidencia la capacidad de Salinas Pliego para capitalizar momentos virales, sino también su habilidad para integrar nuevos talentos a su corporación mediática.
La incorporación de Macalpin a TV Azteca, se desconoce, pero el cachanilla bromeó con que fuera en el programa de Pati Chapoy, en "Ventaneando". Aunque inicialmente Macalpin bromeó sobre la posibilidad de obtener su propio noticiero, la realidad de participar en uno de los programas de espectáculos más longevos de la televisión mexicana representa una plataforma significativa para reinventar su imagen pública.
La historia de Macalpin no solo es un testimonio de resiliencia personal, sino también un reflejo de cómo el panorama mediático contemporáneo puede convertir momentos de crisis en catalizadores de cambio y crecimiento profesional.
