Internacional

Una frontera latinoamericana

La idea de que “ninguna estructura o muro” evitará que las buenas personas trabajen juntas para construir un mundo mejor”, no es más que una falacia si falta la equidad. La presencia de un ejército extranjero, ubicado en las riberas del multicultural país azteca para impedir el cruce pacífico de migrantes a su territorio, debe mover todos los resortes posibles para evitar confrontaciones; pero respetando principios que son, por su naturaleza, inviolables.

¿Gozarán de impunidad los militares en su país si usan la fuerza?

Recordemos que en el 2011, el Pentágono presionó al Parlamento iraquí para lograr un acuerdo sobre los “privilegios e inmunidad para sus tropas”. Los soldados y oficiales serían amparados ante demandas judiciales locales, cuando 10,000 tropas permanecían en el territorio árabe, luego la cifra se elevó a casi 50,000.

Un estudio del grupo británico de investigación Opinion Research Business (ORB), en 2006, concluyó entonces que cerca del 80% de las muertes violentas fueron cometidas directamente por Estados Unidos, a razón de más de 300 por día, en sólo unos tres años.

¿Qué castigo recibieron los sicópatas que cometieron aberrantes torturas y crímenes en cárceles iraquíes y en otras fuera del país? Las imágenes, filtradas por los propios ejecutores, colmaron de horror al mundo. Y Si alguno compareció ante un tribunal en Estados Unidos, fue eximido de culpas o mitigada la sanción.

En nuestra región, según los acuerdos entre Bogotá y Washington, los estadounidenses adscritos al denominado “Plan Colombia” no se someterían a los tribunales nacionales por delitos cometidos. Acogidos al pacto, una pareja de estadounidenses, uno militar y el otro un contratista de seguridad, raptó y violó a una niña de 12 años en un municipio del departamento del Tolima.

Ante la denuncia familiar y de la prensa liberal, la culpa recayó en la madre, una humilde vendedora de artesanías por “permitir que su hija adolescente estuviera en la calle de noche”. Los violadores regresaron a su país y caso cerrado, ningún tribunal los juzgó ni en Colombia ni en Estados Unidos; y no fue la única tropelía.

Aunque la situación en la frontera mexicana no es ni remotamente igual a la que enfrentara la nación mesopotámica, invadida casi en la plenitud de su geografía; sin embargo, no se debe subestimar el riesgo que representa un contingente bélico bien alimentado por un discurso xenófobo que respira en sus linderos.

Pero, ¿qué sucederá a los militares norteamericanos que cometan delitos contra la integridad física o moral de los inmigrantes?

¿Serán exonerados penalmente o castigados a golpe de plumas de colibrí?

En una crítica situación en la amplia zona que divide a México de Estados Unidos, pareciera una curiosidad de la antológica sección “Aunque Usted no lo crea”, de Ripley, pero no es así. El ex mandatario de México, Vicente Fox, mostró su voluntad de colaborar en la construcción de “muros” entre México y Estados Unidos. Pero no todo se resuelve con dinero, particularmente sentimientos arraigados que, como la dignidad, no tienen precio.

Y no olvidemos que la frontera que separa a ambos países es, a su vez, un punto de unión de México con Centroamérica, América del Sur y el Caribe.