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Internacional

El 'gran error” de Trump

Pedro Díaz Arcia

En materia geopolítica el espacio que se abandone no quedará sin propietario. No existe un vacío en las relaciones estratégicas internacionales. La retirada de Estados Unidos del Noreste de Siria se ha considerado como el “gran error” de Donald Trump; aunque en realidad su Administración se mueve entre grandes deslices. Para no perder la costumbre el presidente calificó de “tontos” a quienes lo criticaron…y son muchos.

La política exterior en manos de un diletante podría ser un obstáculo para la pretensión del Pentágono de reestablecer una hegemonía militar unilateral que lograron imponer, durante años, a partir de la desaparición de la Unión Soviética.

Por otra parte, la credibilidad de la principal potencia económica y militar hizo aguas. La desconfianza en el gobierno republicano de muchos de sus socios se ha hecho patente. Para los países del Golfo se trata de un amigo “desleal”, Israel, Arabia Saudita y la Liga Arabe, en su conjunto, rechazaron la medida. Es evidente que Washington no es una garantía para la seguridad en la zona.

Estados Unidos, un jugador no invitado a la dramática partida que vive Siria desde 2011, pateó la mesa en el país árabe y las cartas de triunfo cayeron en manos de Moscú y Damasco, sin soslayar a Teherán o Turquía. Es oportuno recordar que la presencia militar norteamericana en el conflicto sirio es ilegal, pues no fue solicitada por el gobierno de Bashar al-Assad, según lo establecen las normas internacionales.

Desde el desenlace de los nuevos acontecimientos, tropas rusas y sirias iniciaron patrullajes conjuntos a lo largo de la frontera con Turquía, según lo acordado por los presidentes Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan esta semana, y que destacó el posible papel de Moscú como garante de la estabilidad en el Norte de Siria.

Un serio problema es que tropas estadounidenses permanecerían en partes del territorio de la nación árabe para “proteger” las zonas petrolíferas con el fin de evitar que sus recursos y ganancias caigan en manos del Estado Islámico (EI); pero no es más que un cuento. Sabemos que el crudo mueve los motores del imperio.

De todas maneras, la abrupta decisión del presidente Trump era lo que necesitaba el Kremlin, el gran ganador, para resurgir como una potencia político-militar, también económica, al Sur del Mar Negro; además, extender desde allí su influencia hacia Medio Oriente y Africa, lo que permitiría el acceso a nuevos mercados para la venta de armas, la contratación de asesoramiento en varias esferas, incluso la exportación de energía nuclear.

La “política pendular” del magnate, caracterizada por avances y retrocesos, amenazas y conciliaciones con el presidente Erdogan, no le ha dado la corona; aunque a mediados de semana Turquía informó que haría permanente la tregua acordada con el magnate por cinco días y, en respuesta, Washington dejaba a un lado las sanciones económicas impuestas; que pudieran ser reimpuestas si Ankara no cumple el compromiso.

El gobierno moscovita ha reiterado que la lucha no parará hasta garantizar que ninguna fuerza extranjera permanezca en territorio sirio y garantizar su soberanía e integridad territorial.

Como me gusta decir, ante tantas complejidades, hay que esperar.

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