Pedro Díaz Arcia
Cuando la dignidad está en lo alto del asta, la consigna para defender la palabra comprometida es la de “para atrás ni para coger impulso” y la firme convicción de que nunca se doblarán las piernas de los hombres y mujeres de POR ESTO!
Para pedir sacrificios a quienes responden a un ideario de fidelidad a una causa justa, cercada y amenazada por multitud de factores que escapan a la voluntad, hay que tener autoridad moral, que no se impone por decreto, sino que se gana a pecho descubierto con el ejemplo.
El llamado de nuestro Director General, Mario Renato Menéndez Rodríguez, al extraordinario colectivo de trabajadores al pedirles que mantengan la fe inquebrantable y el inclaudicable espíritu de lucha, se inspira en el respeto a la virtud que los acompaña, compartido por sus familiares.
Vivimos tiempos difíciles en la tierra de Hidalgo, Morelos, Juárez, Zapata, Villa, Madero, Cárdenas (a quien recuerdo cuando siendo expresidente de México acompañó a Fidel Castro el 26 de julio de 1959 en la Plaza de la Revolución al reasumir este el cargo de Primer Ministro en un momento histórico de nuestro proceso); y en Cuba, en la que un nuevo premier, luego de 43 años, encabeza un Gabinete exerimentado, supeditado al Jefe de Estado.
Tiempos difíciles para Nuestra América debido a la virulencia neoliberal empeñada en no perder plazas en el continente en detrimento de la soberanía de nuestros países. Para todo hombre o mujer de conciencia no contaminada por el tsunami mediático de la banalidad y la desinformación, cada sitio, por humilde que sea, es un espacio de lucha.
Las tensiones generadas por la intolerancia y prepotencia del gobierno estadounidense han puesto las relaciones diplomáticas con Cuba en una cuerda floja. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en sus palabras a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), afirmó que el país nunca acudirá a las recetas neoliberales que “solo sirven para distanciar la brecha entre ricos y pobres”. La línea roja no se desdibuja.
Estados Unidos, inmerso en un laberinto del que intenta salir por medio de la fuerza, tiene sus pilares en el esquema binario de dominación que echa a la vera diferencias políticas y electoreras bipartidistas para privilegiar la prevalencia del sistema capitalista.
La aprobación de un multimillonario presupuesto encaminado al dominio del espacio cósmico por parte de Washington no es nuevo, pero sí más peligroso que las pretensiones precedentes que nos remiten a la Guerra Fría. En marzo de 1983 el presidente estadounidense, Ronald Reagan, lanzó un histriónico llamado a la comunidad científica del país para desarrollar la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), más conocida como la “Guerra de las Galaxias”, por una famosa película de la época.
Reagan pretendía crear una defensa antimisiles que resguardara el territorio nacional ante cualquier ataque nuclear, basado en la estrategia de quebrar el equilibrio atómico con la Unión Soviética. Los científicos mostraron la imposibilidad de crear la cubierta protectora para evitar ataques atómicos contra el país; y los economistas se opusieron por su altísimo costo.
La situación financiera no es mejor para una inversión de 40,000 millones de dólares en el primer año destinada a crear la Fuerza Espacial de Estados Unidos que se supedita al Comando Espacial (SpaceCom). Mientras el Banco Mundial destacó en un reciente informe que el endeudamiento global alcanzó la cifra récord de 55 mil millones de dólares en 2018; con Washington a la encabeza. Pero Trump, su principal gestor, oficializó la incursión espacial.
Rusia ya advirtió que la iniciativa recibirá respuesta; y no creo que China se quede a la zaga.