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Internacional

Errores que cambiaron la historia

Jorge Gómez Barata

En su ejecutoria, Estados Unidos cometió errores estratégicos que lo responsabilizan con aspectos relevantes de la situación mundial contemporánea. Entre otros se recuerdan los casos de Cuba, Guatemala e Irán.

Después de reiteradas manifestaciones a favor de la anexión de Cuba, en 1898 Estados Unidos derrotó a España y se apoderó de la isla. Bajo su tutela en 1901 nació una república presidencialista, basada en la separación de los poderes, parlamento bicameral, y sistema judicial independiente. En los primeros comicios fue electo Tomás Estrada Palma, un general del Ejército Libertador. El experimento para fomentar la primera democracia y el primer Estado de Derecho tercermundista duró poco.

Próximo a concluir su mandato, Estrada Palma intentó la reelección, lo que motivó la rebelión de sus adversarios, ante lo cual se produjo la segunda intervención de los Estados Unidos (1906-1909), que nombró gobernadores a Charles Magoon y William Taff.

En 1908, bajo la ocupación norteamericana, se restableció la normalidad, y durante los siguientes veinte años, en materia institucional, la república funcionó normalmente, efectuando las cuatro elecciones presidenciales que correspondían, hasta que en 1928 el presidente Gerardo Machado planteó una prórroga de poderes y celebró elecciones sin participación de la oposición, gobernando en calidad de dictador hasta 1933, cuando fue derrocado por una sublevación popular que dio lugar a la “mediación” de los Estados Unidos.

Luego de un período de inestabilidad se adoptó una nueva Constitución, bajo la cual se efectuaron cuatro elecciones consecutivas hasta 1952 cuando, mediante un golpe de estado, Fulgencio Batista tomó el poder.

Fidel Castro lo contó así: “…Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso, tribunales…El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo… Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos… ¡Pobre pueblo! … a las sombras de la noche los espectros del pasado se habían conjurado mientras ella dormía…No, no era una pesadilla… Fulgencio Batista acababa de cometer el horrible crimen que nadie esperaba…”

A lo largo del medio siglo en que ejerció una influencia decisiva sobre Cuba, Estados Unidos no la utilizó para impedir las interrupciones del curso institucional, y sobre todo para frenar el golpe de estado de Batista, que como señaló Fidel, cerró todos los caminos a la democracia en Cuba, no dejando otra opción que la lucha armada.

El devenir político en Centroamérica en los últimos 66 años, en los cuales se gestó la lucha guerrillera, se desató la guerra sucia que, con las excepciones de Costa Rica y Nicaragua, han conducido a Centroamérica a la pobreza y al caos político, y tiene como punto de partida la desafortunada injerencia de los Estados Unidos en Guatemala cuando, al estimular el derrocamiento de Jacobo Arbenz, cerraron los caminos a la modernización democrática.

Luego de una interminable sucesión de dictadores, en 1944 fue electo presidente Juan José Arévalo, que auspició reformas que fueron mal vistas por la United Fruit. En las elecciones de 1950 triunfó el candidato progresista Jacobo Arbenz, quien profundizó la política social de su predecesor avanzando en la reforma agraria, para lo cual expropió tierras de la bananera estadounidense.

En 1954, a instancias de Estados Unidos, la OEA condenó al gobierno de Arbenz, y en 1954, con el apoyo norteamericano y la complicidad de gobiernos centroamericanos, el coronel Carlos Castillo de Armas invadió Guatemala, provocando la renuncia de Arbenz, e instaurando una antediluviana dictadura. De ese modo, costosos errores estratégicos de Estados Unidos obstaculizaron decisivamente la modernización política y la gobernabilidad democrática en centroamérica, de la que Arévalo era portador.

A principios del siglo XX debutó en la vida política iraní Muhammad Mossadeg, formado políticamente en Francia y Suiza, y que, en 1923 y 1925 fue elegido como diputado al Parlamento, hasta que en 1927 cayó en desgracia ante el sha Reza Kan Pahlavi. En 1934 reinició la actividad política. En 1943 regresó al Parlamento como líder de una coalición nacionalista. Designado presidente del gobierno el 29 de abril de 1951, mantuvo una firme posición en el conflicto con Gran Bretaña por la expropiación de la Anglo-Iranian Oil Company.

A la vez que se manifestaba el apoyo popular y de los sectores más avanzados de la sociedad iraní, creció la oposición de la reacción liderada por las transnacionales petroleras y Gran Bretaña, hasta que en agosto de 1953 fue destituido por el sha Muhammad Reza Pahlavi. El 19 de agosto las tropas leales al sha, con la ayuda de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos lo depusieron y arrestaron.

Fue condenado a confinamiento. No volvió a participar en la vida pública.

En 2009, en uno de sus más conceptuales discursos pronunciado en la universidad Al-Azhar de El Cairo, aunque de modo críptico, Barack Obama reconoció el hecho: “En medio de la Guerra Fría, Estados Unidos desempeñó un papel en el derribo de un gobierno iraní democráticamente elegido”.

Lo que no dijo el presidente es que se trató del primero y único político auténticamente liberal, limpiamente nacionalista, y afín a Occidente electo en el Oriente Medio, y que con ese hecho, Estados Unidos paralizó para mucho tiempo el progreso político de esa región.

La teocracia que gobierna Irán es, en buena medida, su responsabilidad.

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