Alfredo García
El pasado martes el precandidato de centro-derecha Joe Biden ganó las primarias demócratas en Michigan, Idaho, Misuri y Misisipi, mientras el senador de izquierda moderada Bernie Sanders se impuso en Dakota del Norte y Washington.
Un total de 352 delegados fueron electos en los seis estados.
Hasta el momento, Biden acumula 823 delegados y Sanders 663. Se necesitan 1,991 delegados para ser nominado candidato presidencial.
Por su parte, el presidente Donald Trump, precandidato republicano que aspira a la reelección, concurrió a las primarias republicanas sin oposición ganando los delegados en los seis estados.
“Quiero dar las gracias a Bernie Sanders y a sus simpatizantes por su desbordante energía y pasión. Compartimos un objetivo común y juntos vamos a derrotar a Donald Trump”, aseguró un jubiloso Biden.
“Donald Trump debe ser derrotado y yo haré todo lo posible para que eso ocurra”, declaró Sanders.
Sobre el pulseo electoral con Biden, Sanders fue transparente: “Hemos ganado el debate ideológico, pero estamos perdiendo el de la elegibilidad. En todo el país muchos demócratas expresan apoyo a su programa, pero dicen que votarán por Biden porque creen que tienen más opciones de ganar”. Sin embargo. entre ambos precandidatos se abre la oportunidad de una estrategia centro-moderada-progresista, que impulse una abrumadora mayoría del voto popular, para impedir la reelección de Trump.
La atención dirigida hacia las escaramuzas de las primarias, impiden destacar el insólito hecho de un precandidato con posibilidad de ser nominado a la presidencia en Estados Unidos, definiéndose como “socialista”. Si en Europa desde hace décadas, el socialismo forma parte del mosaico ideológico en las elecciones presidenciales, en Estados Unidos el término concita desconfianza. No por desconocimiento de la historia, sino por el daño a la tolerancia hacia las ideas, ocasionado por la represión ideológica desatada durante la “guerra fría”.
La política en Estados Unidos no siempre estuvo dividida entre demócratas y republicanos. Tras la guerra civil (1861-1865), el desarrollo económico y la masiva migración europea se extendieron por todo el país.
En 1876 se fundó el Partido de los Trabajadores de Estados Unidos, uno de los primeros partidos de filo marxista en el mundo. En 1880 la Orden de los Caballeros del Trabajo, con matizada ideología socialista, contaba con más de 700 mil miembros (décima parte de la fuerza laboral de entonces). Fue época de graves conflictos sociales y huelgas masivas, reprimidas a sangre y fuego. El socialismo fue identificado con el emigrante extranjero y considerado antiamericano.
En esas desfavorables condiciones fue fundado en 1901, el Partido Socialista de Estados Unidos, que en las elecciones presidenciales de 1912 logró más de 900 mil votos (6% del total). En 1919 se fundó el Partido Comunista de Estados Unidos, con un explícito programa marxista-leninista.
Sin embargo, las dos guerras mundiales y el terror causado por la persecución política durante la “guerra fría” contra personas sospechosas de ser “comunistas”, acusados de “traición” a la patria, reforzaron en la sociedad norteamericana la ideología liberal-capitalista que comienza a ser cuestionada.
La historia del desarrollo social registra a líderes revolucionarios sembrando avanzadas ideas sociales, que son cosechadas décadas después por otros dirigentes. Sin embargo, la revolución informática ha acortado los tiempos y actualmente la siembra social germina con mayor rapidez. Sanders en un sembrador de ideas. No es probable que abandone la contienda electoral. Quizás no pueda cosechar, pero el ciclo de la naturaleza social tarde o temprano, es irreversible.