El médico José Miguel Dau David, de 93 años de edad, vivía con su familia en Santa Marta, Colombia. Su estado de salud era delicado y permanecía conectado a un respirador que lo mantenía con vida. No obstante, la compañía de luz Electricaribe cortó el servicio de energía pese a las repetidas peticiones de la familia para evitar que sucediera.
Lamentablemente, pocas horas después del corte energético, el doctor José Miguel Dau falleció, dejando una marca terrible en su familia y en la comunidad indignada de Santa Marta, quienes alzan la voz acusando a la empresa energética de crueldad desmesurada.
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El siguiente vídeo ronda las redes sociales a forma de reclamo colectivo. En él podemos observar el momento exacto en que los familiares de José Miguel Dau imploran a los trabajadores de Electricaribe no cortar el servicio, mostrando además pruebas de que el incumplimiento del pago era a razón de que su cuenta presentaba cargos injustificados en los pasados meses de marzo, abril y mayo.
Con recibo en mano, los miembros de la familia llegan a las lágrimas mientras la compañía muestra oídos sordos y les arrebata el servicio, y con ello la vida del abuelito de la familia.
Resulta desgarrador saber que el corte de energía, que tuvo lugar a las 10 a.m, mantuvo en estado de ansiedad y terror a la familia entera, incluyendo a José Miguel Dau. Más tarde, uniendo todos los esfuerzos, la familia logró trasladar al médico a una clínica, aproximadamente a las 5 p.m. Sin embargo, el shock de estrés sumado al tiempo que estuvo desconectado lo llevaron a su fallecimiento esa misma noche.
Al respecto, Electricaribe tan sólo pudo lanzar una misiva lamentando el fallecimiento y diciendo que se abstiene de cualquier comentario al respecto de las acusaciones. Por su parte, las autoridades no han dado algún comunicado oficial, pero el caso se encuentra en investigación.
El gran ser humano que perdimos, José Miguel Dau David, fue seleccionado en 1993 como uno de los diez mejores dermatólogos de Colombia por el prestigioso Hospital Militar Central de Bogotá. Sin duda, una pérdida que duele en Colombia y en el mundo, sobretodo porque demuestra cómo una vida de entrega al servicio de los demás puede no importarle a las grandes industrias en momentos de crisis.
Por Redacción Digital Por Esto!
MF