Elizabeth Holmes fue declarada culpable de fraude criminal después de que convirtiera su empresa de análisis de sangre Theranos Inc. en una compañía de 9 mil millones de dólares para luego ver cómo se hundía en uno de los escándalos más grandes de Sillicon Valley, en Estados Unidos.
Un jurado de San José, California, emitió el veredicto después de escuchar durante tres meses un testimonio a menudo técnico, muy discutido y, por parte de la propia Holmes, escandaloso. A menos que la decisión sea revocada en apelación, Elizabeth, de 37 años, se enfrenta a 20 años de prisión.
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Holmes, que llevaba una máscara en la sala como todos los demás, permaneció perfectamente quieta y erguida mientras se leía el veredicto. Miró directamente al jurado mientras el juez les preguntaba si el veredicto coincidía con sus conclusiones.
Tras deliberar durante siete días, los miembros del jurado coincidieron el lunes con los fiscales en que Holmes mintió a pacientes e inversores durante varios años sobre la precisión y las capacidades de los analizadores de sangre Theranos. En conjunto, fue condenada por cuatro de los 11 cargos de conspiración y fraude electrónico. El jurado no llegó a un veredicto en tres de los cargos.
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Un desfile de testigos dijo a los miembros del jurado que fueron gravemente engañados por la empresaria que abandonó la Universidad de Stanford. Los testigos fueron desde ejecutivos de Walgreens y Safeway Inc. hasta James Mattis, ex secretario de Defensa de Estados Unidos, quien formó parte del consejo de administración de Theranos, así como asesores de inversores que invirtieron cientos de millones de dólares en la empresa.
El panel, compuesto por ocho hombres y cuatro mujeres, también escuchó relatos de varios empleados de Theranos sobre el laboratorio de la empresa que tomaba atajos peligrosos para ocultar las deficiencias de los analizadores y de pacientes que relataron haber recibido resultados inexactos de las pruebas que los dejaron preocupados por su salud.
Al igual que en el caso del destino de la propia Theranos, la defensa de Holmes estaba ligada a su carisma y credibilidad. Tomó la arriesgada decisión, poco habitual en los casos de delitos de cuello blanco, de testificar en su propia defensa.
La decisión dio a Holmes la última voz en el largo juicio –y sirvió para amortiguar el testimonio de docenas de testigos del gobierno antes que ella–, pero también la obligó a hacer admisiones incómodas durante un agotador contrainterrogatorio.
En siete días en el estrado, Holmes alternó entre desviar la culpa, no recordar ciertos eventos y aceptar la responsabilidad de los errores, incluso insistiendo en que no tenía intención de engañar a nadie.
Los momentos más estremecedores en la sala fueron cuando Holmes declaró que fue violada cuando era estudiante en la Universidad de Stanford y que sufrió años de abusos verbales y sexuales por parte de su ex novio, el también ex presidente de Theranos, Ramesh “Sunny” Balwani.
Según el relato de Holmes, los abusos se prolongaron durante toda la década de relación con Balwani y tuvieron una influencia profunda, aunque incalculable, en su vida. La decisión de su equipo legal de no llamar a un psiquiatra experto en traumas de pareja como testigo dejó en manos de los miembros del jurado la manera de tener en cuenta el testimonio en su decisión.
Un fiscal dijo al jurado en los argumentos finales que el supuesto abuso no es relevante para el fraude del que se acusa a Holmes.
Ya sea que los jurados encuentren a Elizabeth culpable o inocente, dijo el fiscal federal adjunto Jeff Schenk, “no están diciendo que no creemos a la señora Holmes” sobre el abuso. “No tienen que decidir si ese abuso ocurrió”.
El equipo de defensa de Holmes trató de convencer al jurado de que ella hizo un esfuerzo sincero durante 15 años para llevar a Theranos al éxito y no debería ser castigada por no haber logrado su sueño.
“ Elizabeth Holmes estaba construyendo un negocio y no una empresa criminal”, dijo el abogado Kevin Downey a los miembros del jurado.
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Holmes saltó a la fama con su promesa de una revolución en la atención sanitaria, basada en sus afirmaciones de que los dispositivos compactos de Theranos podían realizar cientos de pruebas de diagnóstico de forma más rápida, precisa y barata que las máquinas tradicionales de mayor tamaño.
Uno de los principales argumentos de venta era que los analizadores de Theranos podían obtener los resultados con un simple pinchazo en lugar de con viales de sangre. Holmes citó su propio miedo a las agujas como inspiración para el invento, parte de la narrativa que los inversores y el público escucharon durante años en su promoción de la tecnología.
En 2015, Holmes fue calificada por Forbes como la mujer multimillonaria más joven que se ha hecho a sí misma y apareció en las portadas de las revistas. Pero ese mismo año, el Wall Street Journal publicó artículos que señalaban fallos en la tecnología de Theranos, lo que llevó a los reguladores a concluir al año siguiente que las máquinas suponían un peligro para la salud de los pacientes.
Las revelaciones desencadenaron demandas civiles, incluida una que Holmes resolvió con la Comisión de Valores y Bolsa, y la investigación y el procesamiento del Departamento de Justicia. Holmes, Balwani y Walgreens todavía se enfrentan a demandas por análisis de sangre inexactos por parte de clientes de la cadena de farmacias en un juicio en Arizona.
Balwani, que se enfrenta a un juicio por separado en febrero por los mismos cargos de fraude que Holmes, se ha declarado no culpable y ha negado sus acusaciones de abuso.
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AESC