Socorristas y soldados trabajan arduamente en Florida este viernes para restablecer la normalidad tras el azote de Ian, que se perfila como el huracán más devastador de la historia del estado y que deja hasta ahora daños incalculables en infraestructura, mientras se mantiene la incertidumbre sobre el número de muertos.
Con un solo fallecido confirmado dos días después de tocar tierra el ciclón, y veinte aún por determinar, Ian ahora se acerca, con vientos máximos sostenidos de 140 km/h a la costa de Carolina del Sur.
Las Carolinas se apresuran con los últimos preparativos tras ver la senda de destrucción que dejaron en Florida los vientos, la marea ciclónica y las inundaciones por lluvias, devastación que el gobernador Ron DeSantis llegó a catalogar de bíblica en algunos lugares de la costa oeste.
La prioridad ahora es llegar a todas las personas que permanecen aún aisladas en zonas inundadas, con la vista puesta en la incertidumbre de cuál será el balance de fallecidos por causa directa del huracán, que golpeó la península con categoría 4.
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Las condiciones son muy complicadas todavía en muchas áreas, la incomunicación agrava el rescate y además 1,7 millones de abonados continúan hoy sin servicio eléctrico, según datos de PowerOutage, una web especializada en apagones.
Un equipo con drones también ayuda en la evaluación de daños y rescate a cargo de unos 7.000 soldados de la Guardia Nacional de Florida y otros estados, y están aterrizando también helicópteros para operaciones de rescate en islas que quedaron totalmente incomunicadas.
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