
El expresidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, fue detenido en Manila y trasladado a La Haya bajo una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de lesa humanidad.
Se le acusa de liderar una campaña antidrogas que dejó miles de muertos en ejecuciones extrajudiciales.
La detención ocurrió en el Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino, cuando Duterte, de 79 años, regresaba de Hong Kong. Posteriormente, fue llevado a la base aérea de Villamor, donde permaneció hasta su traslado forzoso en un avión chárter con destino a Países Bajos.
Crímenes en la guerra contra las drogas
Duterte asumió la presidencia en 2016, prometiendo erradicar el narcotráfico sin importar el costo. Durante su gobierno, se registraron seis mil muertes en operativos antidroga, aunque organizaciones de derechos humanos elevan la cifra a 30 mil.

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La CPI comenzó a investigar el caso en 2021, pese a que Duterte retiró a Filipinas del tribunal en 2019 para evitar ser enjuiciado. No obstante, el organismo mantiene jurisdicción sobre los crímenes cometidos mientras el país aún era miembro.
Reacciones en Filipinas y respuesta de Duterte
La detención ha sido celebrada por partidos opositores y ONG que buscan justicia para las víctimas de la guerra antidrogas. La organización Rise Up, que agrupa a familiares de fallecidos, calificó la captura como un avance clave en la lucha contra la impunidad.
Por su parte, Duterte cuestionó la legalidad de su arresto y aseguró que fue trasladado contra su voluntad. Su hija, la vicepresidenta Sara Duterte, denunció que la acción fue un acto político para debilitar su movimiento antes de las elecciones del 12 de mayo.
Conflicto político y ruptura con el Gobierno
El presidente Ferdinand Marcos Jr. negó que se trate de una persecución política y afirmó que su gobierno solo cumplió con la orden de Interpol.
Sin embargo, analistas consideran que la detención responde a la creciente rivalidad entre la familia Duterte y Marcos Jr., luego de que la vicepresidenta amenazara con destituir al actual mandatario.
La captura de Rodrigo Duterte marca un hito en la justicia internacional y pone a prueba la estabilidad política de Filipinas en medio de una disputa de poder entre sus élites gobernantes.
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