A 53 años de la Masacre de Tlatelolco, la consigna "2 de octubre no se olvida" se repite generación tras generación sin que necesariamente se comprendan los sucesos políticos, sociales y culturales de 1968 y cómo estos contribuyeron a la consolidación de la democracia nacional
Los estudiantes tomaron las calles de la Ciudad de México. Una marcha de miles de jóvenes se convertiría en la masacre más despiadada que el país tenga memoria. En una sinfonía de llanto, balas y gritos suplicando por auxilio.
Sin embargo, en lugar de escuchar a los inconformes, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz envió al Ejército Mexicano y al grupo paramilitar Batallón Olimpia para reprimir y matar a sangre fría a todas las personas presentes en el sitio.
Comenzó una balacera que hasta la fecha, aún no se sabe dónde iniciaron exactamente los disparos. Hubo al menos 300 muertos y cientos de desaparecidos, aunque las autoridades sólo reportaran 37 fallecidos, dicen organizaciones civiles.
El hecho en efecto se convirtió en parte importante de la historia del país y del mundo. Las protestas coincidían con movimientos sociales estudiantiles similares en Francia y con las marchas contra la guerra de Vietnam y la lucha a favor de las minorías en Estados Unidos.
La matanza causó tal indignación, que la idea y el ideal por la justicia se acrecentó. El movimiento fue respaldado meses después por sindicatos, grupos de vecinos y hasta amas de casa, y las protestas se extendieron también a otras ciudades.
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AR