La pandemia del COVID-19 ha sido la mayor prueba de amor para muchas parejas. El confinamiento, la falta de privacidad, para los que viven juntos y el distanciamiento para quienes no, han sido detonantes para exacerbar problemas que antes del encierro se minimizaban.
De acuerdo con la Encuesta Virtual Acerca de las Relaciones de Pareja en el Contexto de la Pandemia por el COVID-19 en Guadalajara, realizada a mil 406 personas, por Zeyda Rodríguez Morales y Tania Rodríguez Salazar, investigadoras sociales del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, el 51.8%, de los encuestados, dijo haber tenido tensiones o conflictos principalmente por estrés en el encierro, el tiempo que su pareja pasa en el celular, falta de temas comunes de conversación y diferencias sobre lo que es correcto hacer o no durante la pandemia.
"El confinamiento coloca a la pareja frente a un espejo donde se ve desnuda. Las parejas se quedan solas y los problemas aparecen haciendo imposible ignorarlos. El motivo más seleccionado fue la falta de comunicación a este motivo se añadió las diferencias de intereses y objetivos y esto en particular afecta a las parejas que permanecen juntas por inercia”, expresó Zeyda Rodríguez Morales.
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El análisis evidenció que las mujeres, registraron con mayor frecuencia haber vivido tensiones o conflictos con sus parejas(54.9%), con respecto a los hombres (44.2%). Asimismo, son los adultos jóvenes (58.9%) quienes informan más tensiones o conflictos con su pareja,seguidos por los adultos medios (48.7%) y finalmente los adultos mayores (39.8%).
"Esta situación de compartir la vivienda generaron una mutua y continua observancia de uno sobre el otro y hasta el monitoreo de lo que cada uno hace, lo cual limitó la independencia y podría haber dado pie al acoso o hasta el hostigamiento entre la pareja”, expresó Rodríguez Morales.
La investigadora expresó que a casi un año de la pandemia, la vida sexual afectó principalmente a los jóvenes, a las parejas que tienen menos de 10 años de vida en común, los infieles y las parejas que no cohabitan juntas.
La razones en general fueron la disminución de la privacidad, el aumento del estrés, estar más cansados y nunca estar solos, en comparación con aquellas que llevan más de una década juntas y residen juntas, pues han aprovechado el tiempo para conversar más sobre su vida sexual, tener más energía y explorar prácticas sexuales nuevas.
En análisis arrojó que el 90.3%, de los encuestados, declara no tener una relación extraconyugal, mientras que el 9.7% declara que sí la tiene. La investigadora señala también que los infieles han tenido que usar tiempos de ir al supermercado o hacer compras para estar con sus amantes.
Se documentó que las parejas que no residen juntas registraron una frecuencia mayor para tener una relación paralela o extraconyugal, frente a las que corresiden (14.4% y 8.1%, respectivamente).
También señala que cuatro de cada diez personas que declararon ser infieles mantuviera dicho vínculo a pesar del encierro y la distancia con tecnologías de uso personal, aun dentro del propio hogar, probablemente en secreto y a través de la privacidad de los dispositivos móviles.
"En las relaciones alternas expresaron sentimientos de extrañar al otro, necesidad del otro, disminución o ausencia de vida sexual, desmotivación, estrés, agotamiento, ansiedad, incertidumbre, rabia frente al cierre de los moteles y conflictos por celos. Esta experiencia ha sido muy significativa en muchos casos, al grado de afirmar que lo peor de la pandemia ha sido tener que dejar de ver a sus amantes”, relató.
Con información de Excélsior
GCS