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Aunque los microsismos no han provocado daños significativos, su estudio ayuda a las autoridades y a la comunidad científica a prepararse ante sismos de mayor magnitud

Los microsismos en la Ciudad de México han despertado un creciente interés, especialmente por su recurrencia en zonas específicas de la capital. Estos movimientos de baja magnitud, aunque generalmente imperceptibles para la población, son monitoreados de cerca por instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para comprender mejor su origen y su impacto en la geología de la ciudad.

¿Qué son los microsismos y cómo se monitorean?

Los microsismos son movimientos telúricos de baja magnitud, generalmente inferiores a 3.0 grados. A pesar de su intensidad reducida, son relevantes para los científicos, ya que permiten analizar la actividad sísmica local y las tensiones geológicas que existen en el subsuelo de la ciudad.

En la CDMX, el monitoreo de estos movimientos está a cargo del Servicio Sismológico Nacional (SSN) y el Instituto de Geofísica de la UNAM. Estas instituciones cuentan con una red de estaciones sismológicas que, a través de sensores altamente sensibles, capturan los movimientos telúricos, incluso los de menor magnitud. Este sistema permite identificar los epicentros y las fallas geológicas activas.

El Simulacro Nacional y la Alarma Sísmica también juegan un papel importante en la preparación ante sismos mayores. Aunque los microsismos no activan la alarma, sirven como recordatorio de la actividad sísmica constante en la ciudad.

Estudios recientes: causas y ubicación de los microsismos

De acuerdo con estudios realizados por investigadores de la UNAM, se ha identificado una serie de fallas geológicas en el poniente de la ciudad que podrían estar detrás de los microsismos recientes. Entre las fallas más activas se encuentra la de Mixcoac-Plateros, responsable de varios de los microsismos detectados en las alcaldías de Álvaro Obregón y Magdalena Contreras.

Los estudios recientes sugieren que estos movimientos se deben a la acumulación de tensión en las fallas locales, agravada por factores como el hundimiento del Valle de México y la sobreexplotación del acuífero subterráneo. La cercanía de estas fallas a zonas densamente pobladas subraya la importancia del monitoreo constante.

Impacto en la Ciudad de México

Aunque los microsismos no han provocado daños significativos, su estudio ayuda a las autoridades y a la comunidad científica a prepararse ante sismos de mayor magnitud. La experiencia del sismo de 2017 es un recordatorio de la importancia de contar con una Mochila de seguridad y estar atentos a las indicaciones de Protección Civil.

El análisis de estos microsismos también contribuye a mejorar las normativas de construcción y la cultura de prevención en la ciudad. El monitoreo detallado y los avances en la investigación permitirán a largo plazo entender mejor la actividad sísmica en la CDMX.

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