Por Jorge Canto Alcocer
Velada por el dramatismo del fatal accidente de los Moreno Valle y la campaña de odio que la ultraderecha ha desatado contra AMLO en torno a este hecho, una noticia mucho más grave y esclarecedora sobre la amenaza real del fascismo fue callada por casi todos los medios, siendo, como siempre, nuestro POR ESTO!, una de las escasísimas excepciones: en Chiapas ha resurgido la violencia, o, mejor dicho, se ha fortalecido, pues en realidad mantiene una presencia trágica y constante. El más reciente episodio, ocurrido en Chalchihuitán, en la región de Los Altos, tiene como principal protagonista al cacique Hermelindo García Núñez, miembro del PAN, como quienes intentan utilizar el accidente de los Moreno Valle contra el gobierno popular, sólo que Hermelindo no se ha limitado a utilizar las redes sociales, sino que, a través de un fuerte grupo de paramilitares, destruyó campamentos de refugiados y ha amenazado con asesinar a los más de cinco mil desplazados en caso de que continúen denunciando las agresiones y despojos de que los ha hecho víctimas en los últimos meses.
No minimizamos las posibles consecuencias de la campaña mediática de odio de los panistas de ultraderecha con motivo de la inesperada muerte de los Moreno Valle. Están llamando a un linchamiento absurdo, infundado, grotesco, cuando las investigaciones en torno al accidente aéreo apenas están iniciando. Quienes encabezan esta campaña seguramente saben que los polémicos líderes poblanos estaban envueltos en infinidad de acciones ilegales, que les concitaron un rechazo generalizado entre el pueblo poblano y entre la clase política, incluso de su propio partido. De todos es sabido que Rafael Moreno Valle fue el pre-candidato con mayores recursos de entre todos los que iniciaron la carrera presidencial allá por principios del 2017, y que en aquel entonces, muchos panistas honestos y congruentes prefirieron el mal menor de la candidatura de Anaya frente al peligro que representaba permitir que Moreno Valle llegara a las boletas. Tampoco es un secreto que su nombramiento como coordinador de los senadores panistas era ampliamente rechazado por los legisladores blanquiazules, y se logró únicamente mediante la negociación con Anaya y su grupo, que controla aún la dirección nacional del principal partido de derecha. En otras palabras, Moreno Valle era un líder muy incómodo, pero muy poderoso, vinculado con actores siniestros, por lo que la posibilidad de que su muerte obedezca a un acto criminal no puede descartarse a la ligera, pero indudablemente NO es ni el gobierno federal, ni AMLO ni MORENA quienes aparecen como posibles sospechosos. Todo ello lo saben los instigadores de la campaña de odio, pero también las mayorías populares, por lo que, si bien indigna el burdo manejo de la tragedia, no es realmente motivo de mayor preocupación.
Lo que acontece en Chiapas, en cambio, sí debe ser respondido de manera contundente y precisa. Muchos grupos oligárquicos, intolerantes y fundamentalistas han mantenido desde hace décadas un clima de enorme violencia contra la población civil, específicamente contra los campesinos indígenas. Cobijados bajo las siglas del PRI, del PAN, del Verde y de varios partiditos estatales, estos grupos han mantenido auténticos ejércitos “blancos” en grandes regiones de Chiapas, despojando a la población de sus recursos y obligándolos a una migración forzosa. Desde hace tres semanas, el poder gubernamental formal lo desempeña el morenista Rutilio Escandón Cadenas, pero lo cierto es que en Los Altos, una de las zonas más conflictivas, el cambio político ha pasado desapercibido. NO es tolerable que esto continúe así. El nuevo gobernador debe actuar de inmediato y de manera urgente, solicitando el apoyo necesario del gobierno federal. Sabemos que no se podrán resolver estos problemas en 15 minutos, pero es imprescindible que el Nuevo Estado Mexicano, fincado en sus bases de compromiso popular, democrático y de justicia social, sobre todo para los pueblos originarios, actúe de manera inmediata, responsable y significativa. La derecha fascista le sigue apostando a la represión y a las cortinas de humo, por lo que el gobierno popular debe actuar sin pausa ni titubeos. Así como urge investigar a fondo el accidente de los Moreno Valle, también es imprescindible acabar con la represión de las guardias blancas, presentes sobre todo en Chiapas y Oaxaca. AMLO conoce perfectamente la situación y seguramente actuará en consecuencia, pero es deber nuestro denunciar lo que ocurre y exigir una solución inmediata.