Por Ricardo Manuel Wan Moguel 1
Durante la segunda mitad del siglo XIX, los conflictos político-sociales por los que atravesaba México impedían su desarrollo económico. La Guerra de Reforma, que enfrentó a liberales y conservadores, destruyó parte de la infraestructura e impidió, que algunos inversionistas extranjeros invirtieran en el mercado mexicano. El desarrollo de la economía durante el Segundo Imperio (1864-1867) se puede vislumbrar a través de los datos que dejó Manuel Payno, comisionado por el gobierno liberal para analizar las fuentes de riqueza en los tres años que duró el gobierno de Maximiliano de Habsburgo.2 No obstante, debido a los continuos enfrentamientos entre las fuerzas juaristas y las monárquicas, el país siguió estancado económicamente. Durante los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, México comenzó a poner los cimientos para lograr una estabilidad económica. Empero, en algunos rubros, como el de infraestructura ferroviaria, no hay gran desarrollo porque al término del mandato de Lerdo solamente se habían construido 600 kilómetros de vías férreas, aproximadamente.
Después de los gobiernos liberales, subió a la presidencia Porfirio Díaz. Recientemente -en los últimos 20 años- se ha tratado de analizar su figura de manera diferente, pues por mucho tiempo fue el villano de México y era más conocido por su frase “mátalos en caliente” que por sus logros económicos. Claro está que en la historia siempre habrá buenos y malos. En estos tiempos, por ejemplo, la figura de Benito Juárez ha salido a relucir por ser el “gran prócer” mexicano que sentó las bases del Estado laico. Si bien es cierto que su lucha fue importante para separar a la Iglesia del Estado, no hay que sesgar la figura de un personaje histórico viendo solamente lo positivo o negativo que realizó, como lo hace nuestro actual presidente.
Para seguir con la trama, durante el Porfiriato, México logró un desarrollo económico considerable, que era de esperarse después de sus treinta años de gobierno. José Yves Limantour, Secretario de Hacienda porfirista, consiguió una balanza económica no vista antes en la historia del país. Uno de los rubros que más se fortaleció fue la infraestructura y, en este caso, los números no dejan mentir. En vías férreas, por ejemplo, Díaz recibió 600 kilómetros y al término de su mandato, había 20,000 Km de caminos de hierro a lo largo y ancho de la República Mexicana. A pesar de que estas vías férreas agilizaron el comercio, lograron una conexión social sin precedentes en la historia de México y ayudaron conectar el mercado nacional con el extranjero; no hay que dejar de mirar que, en muchos casos, el tendido de vías férreas se hacía en terrenos despojados por el régimen porfirista. Así pues, en palabras de John Coatsworth, en este periodo las denuncias por la ocupación ilegal de terrenos aumentaron en distintas partes de México como Chihuahua, Sonora, Coahuila y Yucatán.
En la Península de Yucatán, con temor de errar, el periodo que más se ha analizado por los historiadores es el porfiriano. Las élites, el henequén, la explotación laboral en las haciendas, el desarrollo de la ciudad de Mérida, son alguno de los temas recurrentes por los estudiosos de Clío. En materia ferroviaria, se sabe que fue precisamente durante el porfiriato cuando comenzó el auge de los caminos de hierro. Los estatutos de las concesiones entregadas se encuentran en las Colecciones de Leyes y Decretos de ese periodo, que en algún momento consulté en el Archivo General del Estado y que señalan, entre otras cosas, las condiciones para construir una vía férrea. Es importante señalar, que toda la infraestructura ferroviaria se construyó de 1875 a 1913 y como era de esperarse, sus dueños fueron los grandes hacendados yucatecos inmersos en la vida pública y económica del Estado. Los ferrocarriles operaron de manera continua y el movimiento revolucionario de 1910 no destruyó la infraestructura a diferencia del norte del país, por ejemplo. Pero esa es otra historia de la que escribiré la siguiente semana.
1 Historiador, [email protected]
2 Alicia Gil Lázaro, La fiscalidad durante el Segundo Imperio en México (1863-1867). La administración de las aduanas, p. 79.