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Opinión

El único cabo suelto de AMLO

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes…

El déficit social del país después de más de tres décadas de neoliberalismo es catastrófico. De ahí que la estrategia puesta en marcha por el gobierno federal para atacar este fenómeno sea la correcta. Lo difícil es hacerlo entender a la sociedad, tanto por las tácticas de la derecha para hacer fracasar al presidente Andrés Manuel López Obrador, como por el atraso político de amplias capas de la población que aún siguen siendo manipuladas por los medios al servicio de las élites.

Es titánica la labor emprendida por López Obrador, pero insuficiente por desgracia para sincronizar la marcha del Ejecutivo con la fuerza del pueblo. No es tarea de un solo hombre, por capaz que sea y por muchas convicciones y voluntad que posea, enderezar el rumbo torcido de una nación que fue conducida al borde de un profundo abismo, y evitar su caída sin el apoyo de una organización política que lo acompañe y arrope adecuadamente.

Es un hecho que cada día que pasa López Obrador avanza con prisa y sin pausa hacia las metas que se propuso alcanzar. Sabe cómo hacerlo porque trazó su plan con mucha paciencia y sin dejar cabos sueltos. La única duda, que cada día se va fortaleciendo, es cómo piensa sincronizar, conforme a las difíciles circunstancias actuales, sus complejas tareas políticas y administrativas, con la necesidad de contar con un partido que asuma su compromiso ineludible de concientizar y fortalecer las bases sociales necesarias para realizar el cambio de régimen.

Se comprende, en esta etapa, el afán de sumar fuerzas, la necesidad de cumplir compromisos, neutralizar las acciones de los adversarios, pero esto no lo asimila el pueblo raso, la mayoría de los más de 30 millones que votaron por López Obrador. Lograr que lo entienda el pueblo es tarea que debe asumir el partido MORENA, y no lo está haciendo conforme al imperativo de no dejar cabos sueltos, como la simulación, que pueden ser aprovechados por la cúpula reaccionaria, como tantas veces lo ha demostrado la experiencia histórica del país.

De ahí la urgencia de una autocrítica seria en el seno de MORENA, con la finalidad de corregir la simulación que se advierte de manera objetiva y que tanto critica el Presidente, fenómeno que miran muchos simpatizantes y militantes de base con preocupación bien fundada. Es obvio que López Obrador no da la importancia debida al papel de MORENA en la acción de gobernar. Considera que su imagen de líder social carismático es suficiente para llenar los vacíos que deja el partido.

Es probable que así sea en esta etapa de arranque del sexenio. ¿Pero cuánto podrá durar el entusiasmo de la gente si no hay una clara sincronía entre la organización partidista del Presidente y su trabajo personal, por extraordinario que sea?

Esta es la interrogante a la que debe darse una respuesta a tiempo, antes de que MORENA sea neutralizada como organización partidista indispensable para coadyuvar en el duro proceso de cambios estructurales de fondo. Porque lo que se vislumbra en los próximos años, de seguir este escenario de falta de sincronización entre partido y acción de gobierno, es una catástrofe política que sería hábilmente aprovechada por la derecha.

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Twitter: @VivaVilla_23

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