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Opinión

A Chela, porque el honor y la vocación de servicio inspiran su virtud

Eloísa M. Carreras VaronaCorreo desde la Isla de la Dignidad

No por esperado el encuentro del pasado viernes 10 de mayo para homenajear a Chela fue menos emotivo y entrañable entre sus compañeros de tareas, familiares y amigos, llegados especialmente para la inolvidable ocasión, al Salón Bolívar del Centro de Estudios Martianos (CEM); porque ese día la Universidad José Martí de Latinoamérica que tiene su sede principal en Monterrey y un célebre Campus en Mérida, México, entregó por vez primera la Medalla al Mérito Armando Hart Dávalos1 a nuestra querida Graciela Rodríguez, Chela, quien fue no sólo la secretaria personal, sino la compañera de labores e incluso la amiga del Dr. Hart, a lo largo de los últimos 60 años del proceso revolucionario cubano.

Ella es una mujer extremadamente sencilla y eficiente que ha dedicado su valiosa y fructífera existencia a trabajar y servir no sólo al Dr. Hart, sino a todos los que por distintas razones estuvimos cerca de él. Recuerdo ahora una famosa anécdota que Gabriel García Márquez hizo pública sobre estas virtudes ejemplarizantes de Chela, que ilustran su probada capacidad y eficacia. Resulta que el escritor se encontraba en París y necesitaba localizar urgentemente a una persona que también estaba en aquella ciudad, pero como no lograba contactarlo de ningún modo, para solucionarlo pensó en Chela; porque con seguridad, aunque ella estaba en La Habana, iba a ser capaz de encontrarlo con rapidez y, desde luego, así lo hizo y lo consiguió, porque Chela lo comunicó de inmediato con la persona que él buscaba; sencillamente sin palabras…

Chela nunca ha querido aceptar reconocimientos y eso bien lo sabía Armando; imaginemos entonces lo que ha significado para ella la merecida entrega de esta primera edición de la Medalla Armando Hart…, hecho que la conmocionó profundamente. Pensemos, asimismo, lo que representó para ella trabajar al lado de Hart a lo largo de toda la vida y ser depositaria de su confianza total; soy testigo privilegiada de que mantuvieron una cómplice, cordial y hermosa relación de hermanos a lo largo de toda la vida... Por eso cuando el Dr. Jorge Cuellar Montoya, Rector de la Universidad José Martí de Latinoamérica, colocó en su pecho la entrañable y significativa Medalla, visiblemente conmovida la tomó entre sus manos y casi en un susurro murmuró “y que ahora esté aquí…”

Como el querido poeta Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, tuvo a su cargo las palabras de elogios a Chela, por su importancia las reproduzco íntegramente para los lectores de POR ESTO!

“La Gran Chela”

Por Miguel Barnet Lanza

Si en cualquier lugar de Cuba uno pregunta a toda voz por Graciela Rodríguez Pérez todos se mirarán desconcertados, ¿quién es, a quién estamos convocando? Todos se mirarán a los ojos sin respuesta. Pero si alguien pregunta por Chela, jubilosos, identificamos enseguida a la mujer que casi toda su vida fue la secretaria ejemplar de Armando Hart Dávalos, depositaria de los más acariciados secretos, dueña de los candados de todos sus escritorios y de las llaves de todas sus oficinas. Con solo mencionar ese nombre se encenderán los candelabros y se abrirán, para algunos, todas las puertas. Porque como verdad de Perogrullo, detrás de un gran hombre, y este es el caso, siempre hay una gran mujer. Llegó a Hart por su temprana amistad con Haydée Santamaría, la heroína del Moncada.

Ambas nacieron para servir a la Revolución. A sus funciones como secretaria por casi 60 años, de uno de los más dotados discípulos de José Martí y Fidel Castro, sumó misiones de compromiso y diálogos con la intelectualidad cubana y del mundo. Fue, para decirlo con propiedad, la otra mitad de Hart, le leía el pensamiento, le adivinaba sus ideas y las seguía a cabalidad. Esta dimensión personal de Chela se hizo visible desde los días en que el joven revolucionario ocupó la cartera de Ministro de Educación del primer gabinete del Gobierno Revolucionario en 1959. Alcanzaba ya está comunión espiritual, lo acompañó en todo su quehacer político, tanto en el duro oficio de Ministro de Cultura donde abrió puertas y levantó puentes como en el Programa Martiano y en la Sociedad Cultural José Martí. Chela, con aguda inteligencia y sensibilidad, supo distinguir entre lo superfluo y lo trascendente y con suspicacia y juicio le allanó el camino a su jefe. ¡Qué misión más grande y útil desempeñó para separar la paja del grano! Eso sólo lo saben hacer los aliados inteligentes, y Chela lo hizo cumpliendo con firmeza su papel de secretaria.

Para ella nunca existieron los horarios ni las tarjetas de entrada. Solícita sabía que sólo podía abandonar la oficina cuando Armando ya se hubiera despedido de sus papeles y de sus tareas del día. Agil, profunda, amable en su severidad, ella se ha sabido dar su lugar. Nunca se ufanó en ser la secretaria de un gran hombre, conociendo mejor que nadie su estatura de pensador y guía intelectual, por el contrario, humilde hasta en su vestir, lo acompañó en las altas y las bajas, en turbulentos avatares políticos y en su vida familiar, siendo una más de su familia. Eso, mejor que yo, lo puede afirmar su esposa Eloísa Carrera que ha cuidado con esmero la obra de Hart y sus valiosos archivos, sistema nervioso del proyecto de la Sociedad Cultural José Martí. Chela es únicamente comparable a la inolvidable Conchita Fernández, secretaria de Fernando Ortiz, de Eduardo Chibás y de Fidel Castro. Por su lealtad y su disciplina profesional, ella se coloca en el pedestal de las grandes secretarias del siglo. Y es parte de una raza en extinción que no necesitó computadora ni wikipedias para alcanzar el sueño martiano de ser útil desde la virtud.

Honrémosla ahora que está con nosotros porque mujeres como ella no se repiten. Felicito a la Universidad José Martí de Latinoamérica por esta distinción a la gran Chela.

1 Esta Medalla fue instituida por la Universidad José Martí de Latinoamérica, para reconocer a “personalidades, colectivos de trabajo e instituciones que se hayan destacado en el cumplimiento de los deberes patrióticos para la defensa y promoción del humanismo y la paz”.

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