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Opinión

Jorge Lara Rivera

En concomitancia con la inesperada escalada de tensión en inmediaciones del Estrecho de Ormuz por el sorpresivo ataque el 14 de los corrientes al corazón de la infraestructura petrolera saudita, reivindicado por los rebeldes hutíes del Yemen pero atribuible a Irán, Donald Trump ha enviado a toda prisa a Ottawa a su Secretario de Estado para ultimar detalles con su vecino y secuaz en el plan injerencista que urdieron contra el gobierno constitucional legal de la República Bolivariana de Venezuela.

Tal reunión era previsible, dado que el atentado afectó las bolsas de valores del planeta sacudiéndolas y los mercados mundiales de energéticos precipitando el alza del petróleo hasta precios alcanzados en 2001; y ante el inminente peligro de un estallido de hostilidades (dado que el Reino del Desierto busca el desquite) que involucre toda la álgida zona internacionalizando su crisis a escala global, propiciando la escasez de combustibles, el tema venezolano reviste importancia crucial para asegurar su abastecimiento sin comprometer sus reservas estratégicas.

De la cita en Canadá trascendió en términos crípticos que los gobiernos de Canadá y Estados Unidos se aprestan a “aumentar sus medidas de presión para forzar la salida del Presidente Nicolás Maduro Moros del poder” en el país suramericano ¿¡Más, cuánto más!? Se trata de una urgencia cuando el primero está inmerso en turbulentas vísperas para los comicios para octubre, entre escándalos de tráfico de influencias y obstrucción de la justicia, y por racista que dificultarán la reelección del premier Justin Trudeau, involucrado en las trampas de mega evasión fiscal de los ‘Panama Papers’, y el otro, atrapado por la fanfarronería de su cabeza que abrió frentes de conflicto por todas partes, incapaz de mantener el liderazgo de Occidente, pero que prepara su reelección.

Se los comen las ansias, sin duda, pues el tiempo los ha pillado sin poder cumplir los objetivos de sus maquinaciones tramadas en secreto para despojar de su soberanía y recursos naturales y minerales a la nación venezolana con el cuento de la Democracia que estafan en sus patrias buscando la reelección, y de su “defensa” de los derechos humanos que ambos gobiernos violan sistemática y escandalosamente con integrantes de sus ‘primeras naciones’, las minorías raciales y sexuales, los migrantes e incluso en la observancia de los debidos procesos judiciales, los derechos ambientales y a la información, etc. No obstante esas artimañas han contado con la descarada complicidad de testaferros gobernantes en Latinoamérica, vergonzantemente serviles con la Casa Blanca –Jahir Messia Bolsonaro (Brasil) quien alcanzó el poder sólo por arte de vilezas encarcelando a opositores y atropellos contra la ley; Sebastián Piñera (Chile) reelecto usufructuario de la corrupción de derecha legada por la dictadura militar; el decepcionante geniecillo de derecha Mauricio Macri (Argentina) que busca también reelegirse pero a quien la miseria producto de su ineptitud le explotó de pronto por más que busque maquillarla; Iván Duque (Colombia) –continuista del sistema oligárquico–, pero igual de instituciones y organismos que otrora gozaron de prestigio y contaban con suficiente credibilidad (la OEA, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Alta Comisión para los Derechos Humanos de la ONU y hasta Human Rights Watch) que sin pudor, ni escrúpulo –ninguno– se han prestado a tan aviesos como inconfesables fines.

Se viven días peligrosos para cualquier vía de desarrollo alterna en Latinoamérica, por la amenaza de la opción militar cuya justificación se prepara con provocaciones desde Colombia y la bananera República Cooperativa de Surinam controlada por la Exxon Mobil, el patrocinio y reconocimiento a una ‘Asamblea Nacional’ en desacato que ya excedió su período legislativo y se niega renovación por las urnas comiciales, la cual carece de facultades para dirigir la política exterior del país suramericano, así como a su integrante autoproclamado “presidente encargado” que no aglutina más que a oligarcas, el cogobierno títere operando con flagrancia desde la embajada española ante Caracas, la admisión fast track de sus “representantes” a la OEA, para a toda prisa convocar y activar el obsoleto y convenenciero Pacto de Río de Janeiro (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) y justificar la invasión militar, el despojo de los activos venezolanos en el extranjero, el robo en Londres de su oro, la prohibición a terceros países de intercambios con Venezuela, el proyecto de un bloqueo naval y acusaciones de narcotráfico y de dictadura por haber logrado ¡la reelección! Peligro mayor porque el teatrito se les desmorona.

Mientras el Presidente Maduro anunciaba el regreso a las negociaciones en Bermudas, Guaidó proclamó su cancelación sin motivo; otros sectores de la oposición pactaron con el gobierno de Maduro, anunciaron el reingreso de los diputados chavistas a la Asamblea Nal. y consiguieron la excarcelación de veterano activista opositor; el veleidoso Uruguay tomó distancia del ‘Grupo de Lima’ alineándose con la “solución negociada entre venezolanos”; países de la OEA y el Grupo de Lima y del Caribe se pronunciaron contra la intervención armada; se publicaron fotos del ¿espontáneo? Guaidó en Colombia con guerrilleros y asesinos ¡combatidos por Duque!, políticos uruguayos y la oposición argentina expresaban vergüenza porque Macri aprobó la activación del ‘Pacto de Río’ que no funcionó cuando lo necesitaron contra Inglaterra en la Guerra de las Malvinas, y el Presidente Rafael Correa prestó voz a Maduro para contar su versión silenciada en los medios internacionales. Canadá y Estados Unidos saben que tienen que actuar ya o dejar colgado de la brocha a su títere y negociar en serio con Maduro.

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