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Opinión

¿Y qué tiene que hacer la Izquierda?

Hugo Carbajal Aguilar

* PRD y PRI, PAN con lo mismo

* Construir, edificar una nación

Esta pregunta siempre ha sido pertinente y ahora más por las circunstancias que vivimos, puesto que no puede dejar de considerarse que este nuevo gobierno es resultado de un impulso popular por darse otro régimen.

MORENA tiene que considerar su compromiso que no puede limitarse a obtener espacios de poder, no es ese el objetivo, vamos, un partido es una herramienta para el cambio, para la transformación. En ese sentido el único partido de permanente coherencia fue el Partido Comunista a pesar de que expulsó a militantes sumamente distinguidos como José Revueltas. No menciono a Diego Rivera, ni a Frida Kahlo, ni a David Alfaro Siqueiros; Demetrio Vallejo, Valentín Campa o Arnoldo Martínez Verdugo ejemplos comprometidos para no entrar en terrenos más álgidos. Las lecciones de la Historia son alimento obligado, tienen qué serlo si realmente queremos una transformación radical.

Pero aquí y ahora el panorama no es halagador.

Este año habrá 15 elecciones estatales y los partidos empiezan a dar muestras de su dinámica existencial basada única y exclusivamente en las ambiciones desatadas por las raciones de poder.

PRD y PRI son PAN con lo mismo. Obsérvese con relativa atención. El PRI incrementa sus comerciales. Su dirigente habla descarada e insistentemente de revolucionar todo para volver a contar con la confianza de los ciudadanos. Confianza, ¿para qué? ¿Para continuar con la venta de las riquezas de la nación entregándola a intereses extranjeros? ¿No va a hacer una autocrítica para examinar aquello que le ha hecho perder la objetividad, el piso y la noción de la realidad actual? ¿Sigue repitiendo los mismos vicios en su mal llamada militancia, es decir, callar y obedecer, permanecer inmóvil para salir en la foto?

Autoestimulándose y autoengañándose emite arrogantes discursos vanagloriosos que quieren llamar la atención sintiéndose iluminado por los hados del destino. No tiene ningún recuerdo del lema de su partido –Nacionalismo revolucionario y justicia social– que antes se repetía para fortalecer convicciones ideológicas, si es que tenían alguna. El PRI se asumía como el heredero de los postulados de la Revolución que la mayoría no conocía. Con ese discurso utilizó los Mass Media para envolver al pueblo entero con esas justificaciones. Con Miguel Alemán instituyó la corrupción y enriqueció impúdicamente a sus funcionarios que se sintieron dueños de la verdad e iluminados por algún espíritu. Generaron así, la cultura del servilismo y la abyección comportándose sumisos y obedientes con su jefe inmediato y ojetes con los subordinados. La obsecuencia con el poder se hizo parte de su cotidianidad.

Aún sigo buscando a algún connotado, inteligente, crítico y bien informado priísta que haya emitido alguna delicada y leve crítica a Salinas de Gortari y su venta de más de 1,000 empresas públicas. O bien, a Miguel de la Madrid y su rotundamente negativo sexenio. O bien, a Ernesto Zedillo arrodillado ante los banqueros para provocar el más impresionante saqueo de los dineros del pueblo. O cuando vendió los ferrocarriles para volverse empleado de la empresa que los compró. No se diga a Peña Nieto. ¿Algún heteróclito y pluscuamperfecto militante histórico del PRI tuvo la intención de procurar enmendarle la plana a este vacuo y huero personaje, corregirle el discurso o llamar suavemente su atención?

Del PAN y sus egregios. ¿El PAN de qué puede presumir? ¿Alguien puede argumentar en favor de este partido que ni siquiera se ruboriza de sus dislates, abusos, saqueos y latrocinios? Revisemos los dos sexenios panistas, ¿cuál fue el peor?

La entrega de los bienes nacionales continuó con Fox y Calderón. La corrupción caminó a sus anchas abriendo grandes veredas. Los “moches” que instauró su actual dirigente Marko Cortés son parte medular de su cuerpo legislativo. La vanidad se vistió de azul y se sintió parte de una familia de los jeques árabes.

El PAN ha juntado su ideología extranjerizante y entreguista con un recalcitrante fanatismo. Recuerdo a una diputada que se lamentó de que habría más sesiones parlamentarias porque había planeado ir por 2a. vez a Tierra Santa, lo cual le obtendría una indulgencia plenaria. Margarita Zavala, con su familia, presta y dispuesta acudió a venerar las reliquias del Papa Juan Pablo II y un distinguido panista, que hasta presidente de Cuernavaca fue, se ufanaba orgulloso de portar en su cartera un minúsculo trozo del hábito de Sta. Clara de Asís.

Muy creyentes, muy fanáticos y muy rateros. El fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, no se nos olvide, no sólo se opuso a la expropiación del petróleo sino que se alquiló como abogado defensor de esas compañías extranjeras. Ese fue el origen de ese partido, oponerse a la política económica de Lázaro Cárdenas. García Luna, Calderón y su banda de capitalistas salvajes nos han puesto en la palestra de la vergüenza internacional. Gracias al binomio PRIAN somos el país donde el narcotráfico se instaló como política de Estado. El presidente de la república y el responsable de la seguridad nacional eran empleados de un Cartel del narco. Calderón, Fox, Peña Nieto, García Luna obedecieron sumisos la voz de su comandante que premiaba su servilismo. Bastaba con mostrarles los portafolios repletos para que todos ellos salivaran frente a la visión y sonido de la campana de Pavlov dolarizado.

El dinero ensangrentado sembró muerte, destrucción apocalíptica. Esto era México: para los migrantes de Centroamérica -Honduras, El Salvador, Guatemala- la tierra del peligro, del riesgo de ser detenidos por el INM y vendidos a un cartel de sicarios; de ser extorsionados por las mismas autoridades o simplemente de morir en el intento. México, el país de los carteles, de los sicarios, de los Zetas, de Sinaloa, del Golfo, de la Nueva Generación… El país de la corrupción donde todo se arregla con dinero.

¿Qué unifica a estos especímenes partidarios? La falta de autocrítica, la falta de objetividad, la falta de vergüenza.

El PRD continúa exaltando su pretendido izquierdismo. Continúa envuelto en pleitos internos para resolver elecciones internas y obtener puestos internos. De labor política, nada. De análisis sobre los problemas del país, nada. De compromiso con los trabajadores, nada. De alguna reflexión pública sobre la situación intercontinental, nada. De solidaridad y apoyo a pueblos originarios o grupos marginados, nada.

El objetivo, el tanto, la intención, el gol, la meta de este propósito vital es edificar una nueva nación. ¿Cómo? Ahí está el meollo del asunto.

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