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Opinión

Salomón, el desmemoriado

Salomón Chertorivsky, economista, secretario de Salud en los últimos años de gobierno de Felipe Calderón, y actualmente presidente del Consejo Consultivo Ciudadano “Pensando en México”, ha sido el coordinador de varios eventos en los que ha reunido a otros ex secretarios y ex funcionarios de Salud para criticar las políticas de salud de la actual administración y, en especial, la estrategia frente a la pandemia.

El ex secretario de Salud se muestra como toda una autoridad en materia de epidemiología olvidando su papel como funcionario público en la política de salud frente a las epidemias de obesidad y diabetes que en esos años ya estaban provocando la muerte de mínimamente 15 personas por hora. Al terminar su gestión como secretario de Salud, el sexenio de Calderón cerró con alrededor de 500 mil muertes por diabetes, aproximadamente 140 mil muertes más que en el sexenio de Fox.

Desde el 2004, la Organización Mundial de la Salud llamaba a los gobiernos a implementar políticas para enfrentar la epidemia de obesidad y, en el 2006, México ya había atrapado la atención mundial al presentar el más acelerado crecimiento en sobrepeso y obesidad en el mundo, como lo demostró la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 en comparación con la de 1999. Había aumentado en cerca de 40 por ciento el sobrepeso y la obesidad en niños de 5 a 11 años en un período de 7 años, a la vez que se había disparado el consumo de refrescos y chatarra, mientras caía el consumo de frutas, verduras, frijol y maíz.

Era evidente la catástrofe en salud que se vivía. Desde entonces, el IMSS y el ISSSTE reportaban que la mayor cantidad de camas en los hospitales eran ocupadas por personas que sufrían una enfermedad que tenía por origen la obesidad. El Seguro Popular no cubría la diálisis porque se llevaría gran parte de sus recursos, el sistema no daba para más, estaba rebasado.

Ninguna de las políticas recomendadas para atender la epidemia de obesidad por parte de la OMS y por organismos nacionales, como el Instituto Nacional de Salud Pública, fueron atendidas por Chertorivsky. Una y otra vez, sus repuestas a la demanda de acciones regulatorias para bajar el consumo de comida chatarra y bebidas azucaradas eran similares a la de la industria: nada de regulaciones, había que educar a través de campañas. La evidencia mostraba que nunca los gobiernos tendrían los recursos para contrarrestar las campañas publicitarias de la industria, no había manera de competir, había que regular y eso recomendaba la OMS: sacar los alimentos no saludables de las escuelas, prohibir su publicidad a la infancia, establecer etiquetados claros y muy entendibles en los productos, establecer impuestos a los productos no saludables y subsidiar los saludables. Es decir, mejorar el entorno alimentario.

Al respecto, el ex secretario declaró en su momento: “Parte fundamental de la política pública ha estado encaminada a poder mantener los mensajes de concientización en la población. Hemos logrado que en México todos los meses de abril, los partidos de fútbol sean con el balón naranja en señal del combate a la obesidad infantil”. Esta era la respuesta del ahora experto en epidemiología: “el balón naranja” para enfrentar la epidemia de obesidad y diabetes. Mientras tanto, la industria de bebidas invertía más de 5 mil millones de pesos al año en publicidad y los mexicanos nos convertíamos en los mayores consumidores de bebidas azucaradas en el mundo.

Su paso por el cargo fue breve, pero en un momento clave. La evidencia sobre la altísima ingesta calórica de los niños en las escuelas había llevado al Instituto Nacional de Salud Pública a señalar que el ambiente escolar en México era un ambiente obesogénico, es decir, un ambiente que promovía el sobrepeso y la obesidad entre los niños. Un año antes de que llegara Chertorivski a la Secretaría de Salud, en el 2010, esta dependencia, junto con la Secretaría de Educación Pública, que dirigía Alonso Lujambio, habían establecido los lineamientos para alimentos y bebidas en las escuelas. Lujambio y Córdova Villalobos, con la actuación del subsecretario de Prevención de la Salud, el Dr. Mauricio Hernández, habían enfrentado a ConMéxico, al Consejo Coordinador Empresarial y a las demás asociaciones empresariales y compañías como Coca Cola, para llevar adelante los lineamientos. Estas empresas se opusieron durante meses, como ahora lo han hecho frente al etiquetado de advertencia que entrará en vigor en octubre.

Desgraciadamente, la Comisión Federal de Mejora Regulatoria se puso del lado de la industria y, en vez de sacar la chatarra de las escuelas, sólo las redujo de tamaño, llego así la época de la minichatarra a las escuelas, el niño ya no compraría una, compraría dos y hasta la industria ganaba más. De esa fecha hasta ahora, diez años después, la chatarra sigue en las escuelas y los niños salen de su jornada con una muy alta ingesta calórica. Día con día, los niños ingresan a los planteles escolares, donde se encuentran cautivos durante varias horas, en un ambiente que los induce al consumo de comida chatarra y bebidas azucaradas, que los sigue induciendo al sobrepeso y la obesidad y a un futuro de enfermedad.

Cuando se le preguntaba al entonces secretario de Salud, Salomón Chertorivsky, sobre el ambiente alimentario escolar y la modificación a los lineamientos, respondió: “A partir del acuerdo, por supuesto que se modificó todo el alimento que se vende en las escuelas, se establecieron cuáles eran los máximos de contenido calórico, se modificaron los tamaños para que las calorías que contuvieran los paquetes de alimentación en los niños se redujeran”. Para el secretario no se trataba de cambiar los alimentos, de educar a los niños en una buena alimentación, era un tema de tamaños, de porciones, se garantizaba la permanencia de los productos de estas empresas al interior de los planteles, un negocio estimado en miles de millones de pesos anuales.

Y lo mismo se repitió una y otra vez a preguntas expresas sobre la necesidad de regular la publicidad de alimentos y bebidas no saludables a los niños, otra recomendación central de la OMS. El secretario decía que Cofepris estaba cumpliendo, que la industria se estaba autorregulando de manera efectiva, que él no creía en la regulación. La publicidad seguía, y sigue por todos los medios, dirigiéndose a los niños, con mayor intensidad y en formas más efectivas. Ahora por internet, las empresas dirigen publicidad de acuerdo a los gustos identificados en los niños, y comienzan a avanzar con geolocalización para advertirle al niño que hay una promoción a unos pasos de donde se encuentra.

A Salomón Chertorivsky le tocó tomar la dirección de la Secretaría de Salud en el momento que ConMéxico, al frente de la industria de la comida chatarra y las bebidas endulzadas, anunciaba el establecimiento de un etiquetado frontal en todos los productos de las grandes compañías, desde Coca Cola hasta Bimbo, pasando por Kellog’s y Nestlé, entre muchas otras. El etiquetado presentaba un criterio de azúcar de 90 gramos para el consumo en un día, indicando que ese era el “Nutrimiento diario recomendable”, muy por encima de los 50 gramos que la OMS establecía como “máximo tolerable”. Este es el etiquetado que aún está al frente de los productos en el mercado, un etiquetado que no es entendible y que representa un riesgo, como lo señaló la propia OMS.

ConMéxico es una agrupación empresarial muy familiar para el ex secretario, su padre, Isaac Chertorivsky, la fundó. Pero ConMéxico no sólo representa a la industria de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas, ha representado también a la industria del tabaco por lo menos hasta el 2014, cuando en la lista de sus integrantes se incluía a British American Tobacco y Philip Morris México, además de a la industria del alcohol, a la que ConMéxico representa desde su fundación hasta ahora.

Si usted quiere revisar cuáles son las principales causas de las enfermedades crónicas no transmisibles, que son actualmente las responsables mayores de enfermedad y muerte en el mundo, se encontrará que son la mala alimentación (alimentos altos en azúcares, grasas, sodio), el tabaco y el alcohol. Es decir, los productos que ha representado ConMéxico. Tampoco el ex secretario avanzó con un programa nacional sobre alcohol, del que carece el país, tampoco hubo avances en el combate al tabaquismo. “No hay que regular”, fue el lema, mientras en el mundo se desarrollaban políticas efectivas para bajar el consumo de la comida chatarra, del tabaco y el alcohol, quedando registradas en diversos documentos internacionales en los que se ha medido su efectividad.

La parálisis para actuar y, en muchos casos, el actuar a favor de los llamados “determinantes comerciales de la salud” (comida chatarra, tabaco y alcohol) ha sido una constante hasta la administración pasada. La cercanía de secretarios, subsecretarios, comisionados de Cofepris y procuradores de PROFECO, con estas grandes corporaciones fue tan profunda y abierta que la política la dictaban en acuerdos de los que eran excluidos los institutos de salud y los organismos de Naciones Unidas.

La historia que comienza a escribirse sobre este proceso presenta a una lista de ex secretarios y ex funcionarios de Salud, Educación y Cofepris que protegieron a la industria de las regulaciones, que la sentaron en sus órganos de consulta y evaluación de las políticas. Varios de ellos exigen, reclaman y denuncian ahora la estrategia frente a la pandemia.

La pandemia llegó con la mesa de las epidemias de obesidad y diabetes bien servida y para ello se contó con buenos cocineros y meseros, ahora desmemoriados, ahora alzando la voz.

(SIN EMBARGO.MX)

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