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Opinión

Vacunatorio al cielo

Pronto las vacunas cubanas contra Covid-19 estarán disponibles. Tal vez las empresas interesadas pudieran asociarse para  combinar el turismo de sol y playa con la búsqueda de la salud, convirtiendo paradisíacos cayos y playas, en vacunatorios.

Crear, producir y administrar vacunas es en Cuba una larga tradición, el turismo de salud es una línea abierta y la exportación de servicios médicos es práctica habitual. El espectacular desarrollo de la medicina en Cuba, incluida la producción de medicamentos y la gestión en torno a las vacunas, alcanzado con la obra social de la Revolución liderada por Fidel Castro, tienen como premisa el temprano fomento de esas esferas  desde la época colonial.

El Protomedicato de Cuba, junta profesional, rectora en el ámbito de la salud se introdujo en 1634 y existió hasta 1883 cuando se estableció la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina, Cirugía y Farmacia, presidida por el médico cubano Tomás Romay y Chacón. En el siglo XIX se fundaron casas de salud, clínicas y consultorios privados y las asociaciones mutuales españolas crearon establecimientos de salud (algunos existen todavía) y la Sanidad Militar estableció 25 hospitales. 

En 1825, la Junta Superior de Sanidad puso en marcha el primer modelo estatal de atención primaria en Cuba con el nombre de Facultativo de Semana que se mantuvo hasta 1871, cuando se sustituyó por las Casas de Socorro, que sobrevivieron hasta la era socialista cuando nació el Sistema Nacional de Salud En 1802, por la huella del médico británico Edward Jenner con las pústulas de las lesiones de las reses elaboró la vacuna contra la viruela, el médico cubano, Tomas Romay, aprovechó el arribo a

La Habana de niños vacunados en Estados Unidos y con pústulas de sus lesiones, logró un preparado vacunal, realizando experimentos satisfactorios, lo cual anunció en la prensa habanera de la época.

En 1885, enterados de los descubrimientos del científico francés Luis Pasteur, creador de la vacuna contra la rabia, varios médicos cubanos viajaron a Francia para familiarizarse con los trabajos.  A su regreso en 1887 fundaron el Laboratorio Histo Bacteriológico e Instituto de Vacunación Antirrábica de la Habana, donde realizaron los primeros experimentos y prepararon sueros y vacunas para tratar la enfermedad.

En 1894 obtuvieron la vacuna contra la difteria. En 1881 el médico cubano Carlos Juan Finlay y Barrés descubrió que el agente transmisor de la fiebre amarilla era el mosquito Aedes aegypti. En 1900, el general estadounidense y médico, entonces gobernador militar de Cuba, Leonard Wood, declaró: “La confi rmación del Dr. Finlay es considerada como el paso adelante más importante efectuado en la ciencia médica desde el descubrimiento de Jenner para la vacunación contra la viruela”.

En 1937, gracias a la ingente labor de promoción y a los trabajos científicos realizados, por el profesor Pedro Kourí Esmeja, eje de una brillante dinastía de médicos cubanos, se fundó el Instituto de Medicina Tropical en Cuba que en reconocimiento a sus aportes lleva el nombre de Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK) una de las más avanzadas instituciones médicas de la Isla.

El primer brote de poliomielitis en Cuba ocurrió en 1906. La primera epidemia se desató en 1909 y hubo otras en 1942, 1946, 1952. El último brote ocurrió en 1961. En 1962 Cuba realizó la primera campaña nacional de vacunación masiva en la cual se aplicaron cerca de cinco millones de dosis, abarcando el 87.5% de la población hasta 14 años. En 1994 la OMS-OPS certificaron la eliminación de la poliomielitis en Cuba. 

En 1962 comenzó en Cuba el Programa Nacional de Inmunización (PNI) que condujo a la eliminación de seis enfermedades inmunoprevenibles: poliomielitis, difteria, sarampión, rubéola, parotiditis y tosferina. Por esa vía se neutralizaron cuatro complicaciones o formas graves y se logró que otras enfermedades dejaran de constituir problemas de salud.

El programa inmuniza también a adultos contra: influenza estacional, leptospirosis, fiebre tifoidea, hepatitis B, tétanos y fiebre amarilla. La relampagueante y eficaz respuesta cubana en la prevención y tratamiento de los enfermos de COVID-19, incluido la creación de 5 candidatos vacunales, dos de ellos en la fase III de comprobación, se debe a la obra social de la Revolución que ha potenciado la extraordinaria cultura médica, la tradición, la consagración de médicos y científicos y la competente conducción de las autoridades sanitarias y del presidente de la República, quien ha liderado una formidable batalla.

Por: Jorge Gómez Barata

 

SY

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