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Opinión

Agenda 2030, estrategia ¡contenida!

Orientado a transformar el mundo en un lugar mejor, en su resolución (A/70/L.1) la asamblea general de Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, como un plan de acción en favor de las personas y el planeta, con el objeto de fortalecer la paz universal y la libertad, erradicar la pobreza y lograr la prosperidad, fundamentado en el bien común. En el ya lejano septiembre de 2015, las partes aceptaron que la erradicación de la pobreza -en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema- es el mayor desafío de las sociedades para lograr el desarrollo sostenible. La pandemia de Covid-19 ha confirmado esta tesis, pues no solo puso a prueba la capacidad de respuesta de los gobiernos y la comunidad ante una amenaza global, sino que evidenció las profundas desigualdades entre los países y las personas, donde los primeros en acceder a una adecuada atención medica -e incluso a la misma estrategia de vacunación- han sido aquellos que gozan de acceso a la ciencia y la tecnología, y con una economía sólida, mientras que la mayoría ha tenido que esperar un modelo de vacunación que parece residual. Son los últimos de la lista, o los penúltimos, como es el caso de México. El éxito funcional de la Agenda 2030 supone un esquema colaborativo de los países y sus representantes y el reto es enorme porque se dirige a “… liberar a la humanidad de la tiranía de la pobreza y las privaciones, y a sanar y proteger nuestro planeta (…)  nadie se quedará atrás”. Esta agenda universal contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, con 169 metas que operan en tres dimensiones: económica, social y ambiental. Han pasado ya seis años desde que el mundo conoció la magnitud de este ambicioso plan y aún estamos lejos de aproximarnos siquiera a entender los procesos. Es una agenda de contención, que está contenida, y no avanza. Y es que día a día nos enfrentamos al monopolio de las economías más poderosas y a la generalización de la pobreza. El cambio de uso de suelo, la contaminación, las modificaciones de los patrones climáticos, la aparición de enfermedades, las democracias en riesgo, el sometimiento de nuestra niñez y juventud, son muestras muy evidentes que aún hay resistencias a la evolución. No hay avances concretos: la agenda propone erradicar la pobreza y el hambre en todas sus formas, y ésta persiste. Los seres humanos, en colectivo, estamos lejos de alcanzar nuestro potencial “con dignidad e igualdad y en un medio ambiente saludable”, tal como se propone. La protección del planeta contra la degradación a través del consumo y la producción sostenibles tampoco se ha logrado y el cambio climático es real. La prosperidad es una aspiración en curso. Millones de seres humanos ni siquiera pueden imaginar lo que significa una vida próspera y plena, y ni hablar del progreso económico, social y tecnológico en armonía con la naturaleza. ¡Simplemente sale del entendimiento porque lastimosamente hay otras prioridades de las que la vida depende! Finalmente, se pretende la creación de sociedades pacíficas, justas e inclusivas “… libres del temor y la violencia”. Lo que es verdad es que, si algo pudiéramos agradecer a la pandemia, es que nos ha mostrado la realidad como es y no como queríamos verla, al pretender que avanzábamos hacia un presente distinto al de hoy. Las diferencias entre los seres humanos son aún abismales. El abuso de unos cuantos a lo que es de todos, la búsqueda del liderazgo por poder y sin vocación y el desinterés de los individuos en el bien común, también han sido develados por la pandemia. El panorama en México y en el mundo parece desolador ¡Pero no lo es! Las personas tenemos el poder del entendimiento, la inteligencia, el trabajo, la persistencia, el amor al planeta, como capacidades absolutas. Por el bien de la Tierra, de nosotros mismos y de los que vienen ¡Tenemos que ponernos en marcha! El cambio verdadero no vendrá con las religiones, los políticos o los gobiernos. El cambio se gestiona desde adentro y partirá de cada ser humano consciente, que asuma la responsabilidad de sus actos y comprenda el efecto que tiene en su entorno. En las próximas colaboraciones, analizaremos uno a uno los 17 objetivos de desarrollo sostenible, y los logros (o no) en nuestro país. Y lo más importante: cómo podemos aportar desde lo individual en México a la verdadera transformación del planeta. #OpiniónCoparmex

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