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Opinión

El animal más importante del mundo

Desde que allá por los años sesenta del siglo pasado leí por primera vez La vida de las abejas, el prodigioso libro de Maurice Maeterlinck (Ed. Planeta, 1962), profeso una verdadera devoción por esos insectos que no sólo nos dan miel y hacen posible la vital polinización, sino que además son ejemplo de organización social y convivencia comunitaria.

En el tiempo en que el dramaturgo y poeta belga metido a entomólogo aficionado  y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1911, la visión que se tenía sobre esos bichos voladores y su importancia para el hombre y la naturaleza era bastante arcaica y limitada. Su enorme mérito fue descubrir para el mundo en 1901 la vida cotidiana de esos himenópteros asombrosos, incluidas a detalle las características, hábitos y funciones de la reina, los zánganos y las abejas obreras.

Hoy en día, la abeja está considerada como “el animal más importante del mundo” por la Real Sociedad de Geografía de Londres y otras instituciones internacionales. Tal título y honor se deben no sólo a su importancia como polinizadoras sino a que las abejas son el único ser vivo que no propaga ningún tipo de enfermedad ya sea a través de hongos, virus o bacterias, dado que no transportan nunca patógenos.

Todo esto viene a cuento porque el pasado martes 17 de agosto se celebró en México el Día Nacional de la Abeja, de lo que yo no tenía idea. Me entero que fue instituido por el Senado de la República apenas en 2017, hace cuatro años. Sabía, eso sí, que existe el Día Mundial de las Abejas, creado por las Naciones Unidas, que se celebra el 20 de mayo de cada año.

La decisión de los senadores  mexicanos de instituir una fecha aparte tiene como objetivo que, con el apoyo del Congreso de la Unión, asociaciones civiles, organizaciones, instituciones y Gobierno, “se reconozca y valore la importancia ambiental, social y económica, y se realicen esfuerzos y acciones para conservar sus poblaciones y asegurar la permanencia de sus servicios y productos”.

Mucho se ha hablado sobre la importancia de estos insectos para la sobrevivencia misma de la especie humana, a raíz de los inminentes riesgos de su extinción en todo el mundo, cuya posibilidad se vislumbra desde hace más de una década. Pienso que no está por demás volver al tema, esta vez para valorar su importancia económica y social.

Van datos: en México existen unas mil 900 variedades de abejas. La llamada melipona es la especie nativa de nuestro país.  Su trabajo como polinizadoras es indispensable para la reproducción de plantas como el café, el chile, variedades de granos, semillas y frutos. Asimismo, la fabricación de miel es muy importante: existen más de 43 mil apicultores a nivel nacional, quienes en los últimos 10 años su trabajo ha colocado a México como el quinto lugar como exportador de miel y el noveno lugar como productor de miel, según la Secretaría de Agricultura y desarrollo Rural.

Y ojo: para producir un kilo de miel las abejas tienen que visitar en promedio 4 millones de flores.

Un inventario de colmenas (2019) indica que se cuenta con 2 millones 172 mil 107 de ellas, lo que aportó a que se produjera 61 mil toneladas de miel con un valor estimado en dos mil 278 millones de pesos. En cuanto a su exportación, se considera un promedio anual de 33 mil toneladas teniendo como principales clientes a Alemania y Reino Unido de Gran Bretaña.

La apicultura es una actividad que ha jugado y juega un papel fundamental dentro de la ganadería del país, tanto por la generación de importantes volúmenes de empleo, como por constituirse en una de las tres primeras fuentes captadoras de divisas del subsector ganadero. Las abejas desempeñan un papel fundamental en la producción sostenible de alimentos y la nutrición, un 84 por ciento de los cultivos para el consumo humano necesitan a los polinizadores para aumentar su rendimiento y calidad.

A nivel internacional, el Centro de Emprendimiento de Apicultura, de la Universidad Mayor y la Corporación de Apicultura de Chile mostraron que el 70 por ciento de la agricultura mundial se da gracias a la acción de las abejas. Ellas favorecen la polinización y la reproducción de las plantas. Esto equivale aproximadamente al 35 por ciento de la producción de alimentos.

Ojalá las conmemoraciones anuales sirvan siquiera para recordarnos, aunque sea cada año, nuestra responsabilidad personal con el inminente peligro de su extinción. Hay diferentes acciones concretas que el hombre podría tomar para evitar su desaparición. Por ejemplo, no matarlas indiscriminadamente, no usar pesticidas, llevar a cabo medidas para preservar y restaurar sus hábitats naturales o impulsar la agricultura ecológica.

Y algo para reflexionar, muy en serio: con base en estudios recientes, el Instituto Federal de Tecnología de Suiza sugiere que la desaparición de las abejas también podría obedecer a las microondas emitidas por los teléfonos celulares, debido a que las desorientan y las conducen a la muerte. Válgame.

DE LA LIBRE-TA

LA VOZ DEL AMO. Todo hace suponer que la propuesta de la autollamada 4T de “aniquilar” al INE fue tomada al pie de la letra por el Senador Ricardo Monreal Ávila, que pugna por el desmantelamiento total de los órganos electorales. Lo que no pensó el habilidoso zacatecano fue que esa tiene que ser una propuesta personal de su patrón, que ya reclamó que será él y nadie más que él quien envíe la iniciativa de Reforma Electoral al Congreso. ¿Así o más claro?

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