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Opinión

Quiénes huyen de Afganistán y por qué

En Noruega, Escandinavia e Inglaterra decir “eres un Quisling” equivale a “eres un Judas”, Vidkun Quisling, como otros políticos europeos de derecha entregaron sus países a los nazis. Resultó fusilado.

La ocupación nazi de Europa, incluido el holocausto, fue el más despiadado evento político del siglo XX, pero los nazis no lo hicieron solos, también participaron decenas de miles de europeos, incluso en algunos países se establecieron gobiernos títeres.

En naciones como Austria, Polonia, Ucrania, Eslovaquia, Finlandia, Estonia, Lituania, Letonia y algunas más donde argumentaron temer más al Ejército Rojo que a los alemanes, el colaboracionismo se cubrió con el manto de la rusofobia y el anticomunismo. No obstante, en todas partes los adláteres de los nazis fueron repudiados, se dictaron leyes para condenarlos y hasta hoy, setenta años después, son procurados por la justicia.

Aunque el mundo es ahora más tolerante, no hay en la política figura más repudiada que aquel que colabora con el invasor: ¿Por qué creer que en Afganistán será diferente?

Se calcula que unos 300.000 los civiles afganos sirvieron a Estados Unidos, durante los veinte años que duró la ocupación y que alrededor de 30.000 lo hicieron estrechamente. Unos (los menos) se sumaron por oposición al talibán, otros fueron informantes o empleados y muchos acompañaron a los ocupantes en las operaciones de combate. Tras la retirada norteamericana y la estampida del gobierno afgano, todos han quedado colgados de la brocha. Abandonar el país es su mejor opción.

Estados Unidos que tiene experiencias en esas situaciones por haber asimilado a unos 100.000 vietnamitas tras la caída de Saigón, ha puesto en marcha mecanismos de protección a quienes le sirvieron. La evacuación de los más comprometidos, comenzó en el mes de julio, cuando se hizo evidente el avance del talibán. A propósito, el Congreso aprobó un programa de visas para “emigrantes afganos especiales” y el Pentágono ha concedido visas militares especiales. Varias embajadas y consulados en la zona han sido reforzados para atender a estas personas y tramitar sus visados.

De Afganistán huyen aquellos que no pueden esperar compasión porque se comprometieron y se beneficiaron con la ocupación, los jerarcas de los cuerpos represivos, altos funcionarios, los represores connotados y los carceleros. También huyen las mujeres que se destacaron en todos los ámbitos de la vida social y las feministas conocidas. A la estampida se suman los que ven una oportunidad para escapar de la pobreza y el atraso y buscar una vida mejor en el extranjero. En total se estima que alrededor de un millón de personas, más de la mitad mujeres y niñas presionan para abandonar el país de modo urgente, creyendo que es ahora o nunca.

Estados Unidos con una tradición de no abandonar a quienes los han servido han habilitado un puente aéreo e implementado el programa de Visas Especiales de Inmigrante, mientras el Pentágono concede “Visas militares” que son una especie de salvoconducto. El gobierno ha pedido a los empleados federales de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración que participen como voluntarios en la reubicación de afganos que fueron leales a Estados Unidos.

En Hispanoamérica, a pesar de que el fin de la ocupación colonial se realizó mediante guerras y revueltas, no hubo siembra de odios contra los derrotados que permanecieron en los estados recién surgidos sin ser molestados. Peor tratados fueron quienes colaboraron con ellos, Todavía en México el apelativo de “malinchista” se utiliza como ofensa y en Cuba se llama “Plattista” a los que se sospecha que son partidarios del imperio. “Todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros”. Allá nos vemos.

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