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Opinión

El temor a Petro

A una semana de la elección de Gustavo Petro como próximo Presidente de Colombia, aún no se ha logrado disipar los efectos de la propaganda negra que la derecha difundió para espantar a los electores, muchos incautamente convencidos. Pero no esperábamos que personas de la actual Administración tuvieran gestos desobligantes hacia los nuevos inquilinos del Palacio Presidencial, en lugar de aceptar los puentes que el nuevo mandatario está tendiendo para tratar de reconciliar el país.

El embajador de Colombia en Washington, Juan Carlos Pinzón, uribista de extrema derecha, se apresuró a presentar su renuncia porque, ha dicho, “no estoy dispuesto a trabajar con la nueva Administración”.

Tal vez la llamada del secretario de Estado Antony Blinken apenas elegido el nuevo presidente, así como la del presidente Joe Biden, lo tengan muy molesto. Cómo es posible, debe pensar, que a ese exguerrillero le concedan esa importancia si Álvaro Uribe se volvió objeto de burlas por sus intentos para entrevistarse con el presidente Donald Trump hasta llegar a situaciones cómicas y vergonzosas para el presidente de un país, de colarse en Mar-a-Lago para ver si en cualquier encuentro casual lograba una foto con él, lo cual no ocurrió. Igual sucedió con Iván Duque: apenas a dos meses de terminar su periodo pudo hablar con el presidente Biden a pesar de perseguirlo por los corredores de cuanta conferencia o asamblea internacional donde habían coincidido.

Según hizo saber el Presidente electo, habló 20 minutos con el secretario Antony Blinken sobre el proceso de paz y el cambio climático, dos propuestas vitales de su proyecto político. Y con el presidente Biden, en sus propias palabras, “en el camino de una más intensa y normal relación diplomática he sostenido ahora una conversación muy amistosa con el presidente Biden de los EEUU”. “Una relación más igualitaria en provecho de los dos pueblos”, en términos del presidente Biden.

A pesar de que todavía no se calman los temores porque hay interesados en impedirlo, los mercados se han mantenido estables, no ha habido fuga de capitales y el dólar, que en los últimos años ha subido considerablemente, ha tenido un mínimo repunte, dentro de los márgenes del vaivén normal. Tampoco ha habido desbandada hacia Miami como muchos pronosticaban. Las principales organizaciones empresariales han mostrado un ánimo favorable y las personas propuestas para los ministerios clave son centristas, experimentadas y respetadas en organismos nacionales e internacionales.

Petro ha prometido desarrollar el capitalismo y eso ha dado un parte de tranquilidad; además, ya fue alcalde de Bogotá y en su administración no expropió a nadie ni montó un aparato de persecución contra sus adversarios.

No es él, el primer exguerrillero que ha ganado cargos importantes de elección popular: Antonio Navarro, excomandante del M19, fue ministro, copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente, gobernador del Departamento de Nariño y alcalde de Pasto, su capital. En todos esos cargos fue considerado el mejor, por personajes de la vida nacional ajenos a la izquierda. Camilo Romero, también exmilitante del M19 fue elegido exgobernador de Nariño, y Jorge Iván Ospina, hijo del comandante Iván Marino Ospina, de esa misma organización, ha sido elegido dos veces alcalde de Cali, la tercera ciudad del país. Sus trayectorias son la comprobación de que elegir a un exguerrillero no es un salto al vacío.

Petro tendrá oposición, como es normal y deseable dentro de una democracia; el partido Centro Democrático ya hizo pública su oposición, al igual que Ingrid Betancur, quien nunca pasó del 1 por ciento de la intención de voto. El competidor en la segunda vuelta, ingeniero Rodolfo Hernández, anunció que no sería opositor, y su candidata a la vicepresidencia aceptó la invitación de Francia Márquez, nuestra vicepresidenta, a trabajar con ella. Sergio Fajardo, cabeza de la Coalición de Centro, dijo que no trabajaría con Petro, pero las figuras más importantes de su equipo, una vez conocidos los resultados de la primera vuelta migraron hacia las fi las del Pacto Histórico encabezadas por su candidato a la vicepresidencia, el exministro Luis Gilberto Murillo, así como el precandidato presidencial Alejandro Gaviria, la exministra de Cultura, la senadora Angélica Lozano, y la gran mayoría de integrantes de ese grupo.

Para dar idea del talante del nuevo Presidente y desmentir a quienes lo acusan de que intentará atropellar a la oposición, vale la pena reproducir un diálogo en el Congreso luego de las elecciones de 2018 en las que quedó en segundo lugar: senador Carlos F. Mejía del Centro Democrático, a los gritos: “Usted senador Petro sobra aquí en este Congreso”. Respondió Petro: “El día que nosotros seamos Gobierno, senador Mejía, no le diremos a usted ni a los que son como usted, que sobran. Extenderemos la mano, los escucharemos si son quizás minoría política en ese momento, y aún así no saldrá de nosotros la soberbia, no saldrá de nosotros el insulto, no saldrá de nosotros ni una sola vez, ni por equivocación, el considerar que ustedes sobran en Colombia porque ustedes son parte de Colombia y entender que una nación se construye como un pacto nacional, como un pacto entre diversos en donde nadie sobra, en donde todos y todas son importantes es fundamental…

Usted no sobra, lo necesitamos aquí… Igual de vociferante, quizás un poco más leído, lo necesitamos para construir la reconciliación nacional. Pero igual que lo necesitamos a usted y le decimos que no sobra, sí le sugerimos algo: deje de amenazar a los que no piensan como usted y deje de considerar que quienes no piensan como usted sobran, porque esa manera de pensar es la que en dos siglos de historia nacional nos ha conducido a 40 guerras civiles y a una guerra perpetua”.

 

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