El Ejército de Liberación Nacional (ELN) lanzó esta semana uno de sus acostumbrados comunicados criticando el proyecto estrella del Gobierno -la Paz Total-, asimilándolo al del expresidente Álvaro Uribe para su negociación con los paramilitares. Se queja el ELN de que quieren darles el mismo trato que a los grupos delincuenciales de narcotraficantes que también han sido llamados a pactar su desmovilización con el Gobierno nacional: “Parece que la ‘paz total’, estuviese comprometida con otros negocios... es lo que asoma”.
En esta semana, el comandante del ELN ya ha lanzado tres comunicados en tono belicoso hasta llegar a afirmar que el Gobierno está utilizando la negociación como un “paraguas de asuntos no claros”. El Gobierno respondió que el único grupo que recibe tratamiento como político es el ELN, que a todos los demás se aplicará la ley de sometimiento a la justicia, o acogimiento a la justicia, aunque todavía no está clara la diferenciación entre estos dos.
Llevamos ya dos semanas en que, tanto el jefe negociador del Gobierno con esa guerrilla -un exguerrillero del M19- como el del ELN, se lanzan acusaciones de poca voluntad de negociación, mientras en las comunidades se denuncian permanentemente actos de guerra de ese grupo.
Después de la precipitación con que el Gobierno anunció el cese bilateral del fuego y la consiguiente radical respuesta de Antonio García, su comandante, se realizó una reunión Gobierno –ELN, luego de la cual se suponía superado el impasse para pasar a la segunda etapa de negociaciones, esta vez en México, pero los desencuentros de esta semana muestran que, por el contrario, la situación se ha agravado.
Para los pobladores que padecen patrullajes armados de organizaciones ilegales que los someten bajo la ley del terror, y ven cómo participan en actividades de narcotráfico, es irrelevante quién los cometa, no ven la diferencia que exige el ELN frente a los demás grupos. Para ellos, el resultado es el mismo. Las críticas por lo que se considera muy débil reacción de la fuerza pública, ha llevado a la reacción militar que esa guerrilla presenta como justificación para no avanzar en la negociación.
El Gobierno anunció haber firmado un primer acuerdo con el grupo FARC-EP, pero las quejas de la defensoría del pueblo y habitantes de los territorios sobre enfrentamientos entre grupos armados dejan una sensación de desesperanza sobre el futuro de la pacificación del país.
El ambiente en el país no es propicio para la paz. Es normal que un gobierno deba enfrentarse por los medios que la Constitución le provee con sus detractores u opositores, pero la verdad es que hay abiertos muchos frentes de contradicción que están generando una sensación de turbulencia, nada favorable para ambientar y desarrollar la política de Paz Total. La reforma propuesta al sistema de salud ha producido grietas aún en el equipo de gobierno: el ministro de Educación, que en el Gobierno de Juan Manuel Santos ocupó la cartera de Salud, se ha pronunciado públicamente en desacuerdo con ella.
La afirmación que en algún momento hizo el Presidente de que nuestro sistema de salud es el peor del mundo, contribuyó a calentar el ambiente que cada día se polariza más en relación con este proyecto que, a pesar de un gran desbalance entre los aportes del Estado y los beneficios de los agentes privados que actúan como intermediarios, hay que reconocer que una cobertura del 96 por ciento merece alguna consideración.
Lo peor es que los desencuentros se dan sin que todavía se conozca el texto, que aún no ha sido presentado. La exploración y explotación de hidrocarburos es otra política controversial y errática entre si se acabará la de petróleo y carbón o no será así, o lo será solamente a futuro, que ha creado un estado malsano de incertidumbre, ante lo cual el ministro de Hacienda debió intervenir para tranquilizar los mercados afirmando que las ambas actividades continuarían, porque esos dos productos son el 50 por ciento de las exportaciones.
Como en el caso de la de salud, todos los días se oyen pedidos de destitución de la ministra, frecuentemente enfrascada en controversias a veces innecesarias. En el tema de pensiones, el sindicalista nombrado en la dirección de Colpensiones afirmó que los ahorros de los pensionados se utilizarían para construir un tren elevado de costa a costa que enfrenta oposición por su poca utilidad y armó una polvareda que obligó a Gustavo Petro a afirmar que esos aportes eran intocables.
Y el gran enfrentamiento entre la Alcaldesa de Bogotá y el Presidente por la construcción de una línea del metro que la primera propone elevada mientras este radicalmente dice que se hace subterráneo o la nación no aportará el 70 por ciento de su costo como está comprometido. Petro lo considera un punto de honor porque fue su propuesta desde cuando era alcalde y el ambiente se caldea porque todos los días ambos se enfrentan públicamente.
La reforma política que será sometida a estudio del Congreso ya tiene garantizado un gran enfrentamiento entre la bancada de Gobierno, frágilmente mantenida y la oposición que desde ya anuncia su radical negativa. Es en este ambiente que el ELN, que dice luchar por la democracia, no da visos de disposición real a su desmovilización, única vía real para luchar desde la civilidad por ese propósito.
La Paz Total no solucionaría todos los problemas de Colombia, pero sin ella, con tan grandes recursos destinados a la guerra, con comunidades confinadas por el temor desde hace muchos años, obligadas a soportar una guerra que no han elegido y en la cual no participan, este país no puede concentrarse en realizar propósitos de prosperidad y equidad.