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Opinión

Urgente cambio en el PRI ante la reiterada ineptitud de su dirigente estatal

¿A qué dirigente se le ocurre enfrentarse abiertamente con sus diputados? Sólo a alguien que no le tiene el mínimo respeto a su partido y sus principios
POR ESTO!

Si bien la gestión de Francisco Torres Rivas concluye en abril, cada vez son más las voces dentro del tricolor que piden su inmediata salida, por su probada y reiterada ineptitud al frente del partido.

Desde la histórica derrota del PRI en el 2021, cuando no ganó ningún distrito de mayoría, ni en la elección local ni la federal, “Panchito” Torres andaba en la cuerda floja, pero se aferró a la dirigencia estatal, pese a que diputados priistas de la Legislatura anterior pidieron su cabeza.

Si Torres Rivas fuera un dirigente con dignidad, al día siguiente de la debacle del 2021 debió presentar su renuncia, pues jamás el PRI se había quedado sin ganar ningún distrito local de mayoría, y por si fuera poco, de los cinco distritos federales, todos los per- dio, además de las derrotas en los principales municipios.

Tal parece que en la elección del 2021 “Panchito” operó a favor de otros partidos, menos del PRI. Hoy más que nunca crece la inconformidad dentro del Revolucionario Institucional, tras una larga cadena de enfrentamientos no sólo con sus diputados sino también con la militancia y con los empleados de la Casa del Pueblo.

Recordemos que en la Legislatura anterior los nueve diputados, encabezados por Enrique Castillo Ruz, pidieron su salida. Las cosas empeoraron tras diferencias con otros legisladores, como Lila Frías, Luis Borjas y Warnel May Escobar.

Tan grave es el caso que Torres Rivas está enfrentado con la secretaria general del comité estatal del PRI, Lilas Frías, quien lo demandó por violencia política de género, pues ha sido grosero y la hostiga, a tal grado que le quitó su oficina.

Su errática dirigencia enfrenta además demandas laborales luego de correr a la mitad de los empleados, pero con total descaro tiene en nómina a los empleados de un cenote de su propiedad.

En el 2021 vendió las candidaturas a las presidencias municipales, por eso se perdieron tantas en las elecciones intermedias de Yucatán.

Busca afanosamente un puesto de elección popular para obtener fuero y no acabar preso por las denuncias que tiene en contra por las banquetas del Centro de Mérida cuando era secretario de Obras Públicas, en la administración de Ivonne Ortega Pacheco.

Por si no bastara, pesan sobre él investigaciones por turismo electoral en Quintana Roo. Quiere seguir el camino de otros tránsfugas que huyen hoy que se hunde el barco tricolor, cuando en el pasado se beneficiaron ampliamente del Revolucionario Institucional.

Quiere aterrizar en el movimiento de López Obrador, donde busca ser candidato a la alcaldía de Mérida por la coalición PVEM-Morena-PT.

¿A qué dirigente se le ocurre enfrentarse abiertamente con sus diputados, su secretaria general, sus militantes y sus empleados? Sólo a alguien que no le tiene el mínimo respeto a su partido y sus principios.

Ya es tiempo de cantarle a “Panchito” Las Golondrinas... o pronto no quedará nada del PRI en Yucatán.

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