Por Gabriel E. Manzanilla
CHETUMAL, 28 de noviembre.- El representante de los caleseros de Cozumel, José Julio Azcorra, advirtió que en la ínsula más de 80 empleos peligran con la recién publicada Ley de Protección y Bienestar Animal, los cuales dependen directa e indirectamente de los carruajes turísticos.
En caso de que la ley no sea revisada y modificada, José Julio Azcorra dijo que se sumarán a los amparos masivos para impedir su aplicación, aunque también sostuvo que esperan que la XVI Legislatura cumpla su compromiso de reformarla y con ello dar marcha atrás a la prohibición de las corridas de toros, peleas de gallos y uso de caballos para carruajes en Quintana Roo.
“En Cozumel tenemos 16 calesas o carruajes turísticos que laboran desde hace 26 años, contamos con 31 empleados directos y generamos decenas de empleos indirectos; están los que nos venden el alimento, el médico veterinario que se encarga de cuidar a los caballos, el herrador, el que corta zacate, el que vende cojines y el de recuerdos turísticos, entre más gente que se verá impactada. Además, los carruajes con caballos son un atractivo turístico de Cozumel, porque somos el único municipio en Quintana Roo que los utiliza”, comentó.
Mencionó que la recién publicada Ley de Protección y Bienestar Animal fue hecha al vapor y es imperfecta, no fue consultada con los sectores y comunidades involucradas, además ni siquiera se establecieron sanciones ni procedimientos claros, entre otras irregularidades.
Finalmente, José Julio Azcorra aseguró que los equinos usados en las calesas reciben un trato y cuidados dignos, “en opinión del propio médico veterinario, podemos decir que en las calesas y cabalgatas no existe maltrato animal, porque el caballo se caracteriza por ser un animal de carga, está adaptado para arrastrar el doble de su peso y esto le sirve como ejercicio para mantener estable su metabolismo, ya que no es sano que un equino se mantenga todo el día parado y sin hacer nada. Los caballos son bien alimentados y reciben los cuidados veterinarios y atención especial toda la semana”, puntualizó.
“Los caballos son bien alimentados, se les dan los nutrientes necesarios y reciben atención médica veterinaria de forma permanente; laboran de acuerdo al movimiento del turismo de crucero, un promedio de 9 de la mañana a 2 de la tarde, se quedan en los paraderos y cuando se ocupan dan una o dos vueltas en una ruta específica de 4 kilómetros, teniendo su respectivo descanso y agua suficiente; tampoco dejamos que trabajen todos los días, sino que alternamos entre los que tenemos caballos. Desde hace 25 años tenemos un reglamento municipal y un inspector de Ecología que todos los días se para en la puerta del rancho y nos checa que todos los caballos estén bien. También tenemos tarjetones, los caleseros tienen su permiso y licencia, horarios y todo lo necesario para trabajar apegados a la normativa”, concluyó José Julio Azcorra.