Por Salvador Canto
- Segunda y última parte-
“Quintana Roo debería de aprender del Estado de Florida y endurecer sus leyes ambientales para proteger más y mejor la salud del arrecife, porque además aquí, la economía de este estado depende completamente del turismo y, por tanto, de mantener el valor comercial de su paisaje costero, es decir, sus playas blancas y su mar turquesa, que dependen 100 por ciento de la salud del arrecife”, advirtió la doctora Susana Enríquez, responsable del laboratorio de fotobiología de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales (UASA), adscrita al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México con sede en Puerto Morelos. “No se trata de un conflicto entre el desarrollo económico del estado y la preservación de sus espacios naturales, es que el valor de este destino turístico también se está poniendo en riesgo si no se cuida el patrimonio natural de Quintana Roo”, señaló.
Luego de abordar el tema del sargazo y sugerir en su opinión personal que una de las soluciones más sensatas es que entre los países involucrados conformen un solo equipo y se haga una inversión importante para atender la situación y retirar el sargazo en su origen, antes de que llegue a las costas, y advirtiendo que si no se toman las medidas adecuadas, se nos viene un problema ambiental de primera magnitud, ahora aborda la gran importancia de que se endurezcan las leyes ambientales en el estado para proteger adecuadamente al sistema arrecifal por el tema del constante vertimiento de aguas negras al mar.
La investigadora resaltó que la comunidad coralina es la que construye el arrecife de coral y forma una enorme montaña submarina que sirve de refugio y “casa” a la enorme diversidad de especies que habitan este ecosistema, uno de lo más antiguos del planeta, con más de 200 millones de años. En esta enorme diversidad está la riqueza biológica de este ecosistema marino que no muchos países disfrutan, pero México es uno de los afortunados de tenerlo en su patrimonio natural.
“El arrecife tiene además mucho potencial todavía por enseñarnos, contiene todavía muchos secretos por descubrir, algunos de ellos de gran interés para mejorar nuestra salud. Por respeto, pero también porque lleva muchos más años que nosotros en este planeta, deberíamos ser más respetuosos, y ser conscientes de cómo le está afectando nuestra presencia”. Además, no deberíamos echarle toda la culpa al cambio climático del deterioro que ya le estamos viendo, sobre todo, cuando sabemos qué condiciones realmente están contribuyendo a este deterioro. Las aguas negras que vertemos en el mar sin depuración terciaria, y además con un volumen tan grande por la dimensión que ha tomado este destino turístico, impactan directamente en la columna vertebral del sistema arrecifal y lo estamos perdiendo”, indicó.
El sistema arrecifal no lo
forma sólo el arrecife de coral
Recordó que el sistema arrecifal no lo forma únicamente el arrecife de coral. Lo construyen dos ecosistemas acuáticos: la pradera submarina y la comunidad coralina que forma el arrecife de coral; uno medio acuático y medio terrestre, el manglar; y un ecosistema terrestre que es la duna costera que separa el manglar del ambiente marino.
“Yo trabajo fundamentalmente en los dos ecosistemas marinos, la pradera submarina y la comunidad coralina del arrecife. Intento entender los procesos fundamentales que gobiernan su formación, que principalmente consiste en conocer cómo se construyen estos ecosistemas, identificar quiénes son las principales especies constructoras, y entender por qué lo son, qué características funcionales y estructurales les da esta propiedad y cómo conviven con otras especies, también importantes, pero menos esenciales para mantener el ecosistema. Intento entender también la variabilidad ambiental y cómo cambia la comunidad por culpa de los cambios ambientales, algunos naturales, como por ejemplo estar más cerca de la costa o del manglar o vivir más cerca de la superficie del mar o en un lugar más profundo; pero otros que no son naturales y que van ligados a perturbaciones que pueden conducir a un deterioro ambiental irreversible y a la pérdida de estos ecosistemas”, señaló.
Dijo que las perturbaciones naturales que hoy nos están afectando más severamente son el cambio climático que se refleja en un incremento anormal de las temperaturas del agua, y que causa un problema en la fisiología de los organismos del arrecife, especialmente en verano, porque sube a valores que sobre todo los corales no los toleran muy bien. Los corales simbióticos han mostrado una especial sensibilidad a pequeños incrementos de la temperatura máxima en el verano, lo que hace que se blanqueen y pierdan su capacidad de calcificar y construir el arrecife de coral.
Sin embargo, puntualizó, la pradera submarina no está tan afectada por el cambio climático, todo lo contrario, algunas especies parece que responden mejor al aumento de la temperatura y a la acidificación del océano. Sin embargo, no todas las especies que viven en la pradera submarina responden de esta manera, algunas sí muestran un poco más de sensibilidad y es necesario estudiar esta diversidad de respuestas para ver cuáles serán las consecuencias sobre toda la comunidad. También entre los corales hay algunas especies más sensibles que otras al calentamiento del agua de mar. Yo estudio estas diferencias y trato de entenderlas, analizando sus características morfológicas y cómo estas determinan sus características funcionales y fisiológicas”.
Cambio climático
y fertilidad
Mencionó que hoy en día, tanto el cambio climático como la fertilidad anormal del mar afectan a las dos comunidades que esta investigadora está estudiando. La comunidad constructora del ecosistema va cambiando a la vez que cambian su morfología y sus características funcionales. El ecosistema se va transformando en otra cosa y se va perdiendo el ambiente original. Este nuevo ecosistema tiene lamentablemente un valor paisajístico y biológico muy por debajo del ecosistema arrecifal original, que es el que se vende turísticamente, ensalzando el valor comercial del agua turquesa y de las blancas arenas de las playas caribeñas de Cancún.
En ese sentido, dijo que el arrecife ya está comenzando a cambiar en su composición y abundancia de especies, pero que sobre todo, se ha afectado fuertemente su capacidad de crecer y de proteger la costa, es decir, están ocurriendo procesos de deterioro ambiental que van poco a poco alterando el ecosistema original.
“Nosotros tratamos de entender el origen último de estos cambios, sus causas, averiguando cómo diferentes factores afectan de forma diferente a la fisiología de los organismos constructores de hábitat, y por ello, al ecosistema. Por ejemplo, hay organismos que crecen muy rápido y producen mucho carbono orgánico que sirve de comida a muchas especies del arrecife. Sin embargo, hay otros que crecen muy lentamente y que casi sólo sirven para construir la casa o refugio para otras muchas especies. Nosotros estudiamos estos diferentes organismos y vemos cómo cambia su fisiología y su capacidad de crecer cuando cambia la luz o cuando cambia la temperatura del agua. También buscamos los límites de tolerancia de la capacidad de los organismos de ajustarse a los cambios del ambiente y descubrir aquellos que estresan demasiado a los organismos o incluso que amenazan de forma importante su supervivencia”, mencionó.
En ese sentido, dijo que una de las cosas que han encontrado en su laboratorio es que los corales son una de las estructuras más eficientes de la naturaleza como colectores de luz, y que esa característica explica que en un ambiente pobre en nutrientes, como es el arrecife, los corales son los organismos fotosintéticos más competitivos. La razón de esto es que los organismos que utilizan la luz del sol para hacer materia orgánica por medio de la fotosíntesis, las plantas, algas, etcétera, necesitan construir unos colectores de luz muy caros. Son probablemente la estructura más costosa del organismo fotosintético. Sin embargo, los corales consiguen construir colectores de luz muy efectivos y baratos para las algas simbiontes que viven dentro de su tejido. Esto les permite utilizar la luz del sol para construir la enorme montaña submarina con un muy pequeño gasto estructural. Sin embargo, “qué pasa cuando empieza a haber nutrientes, pues que los organismos que tienen que construir estructuras colectoras de luz más costosas tienen ya la posibilidad de hacerlo y entonces se vuelven más competitivos que los corales y acaban creciendo encima de ellos y desplazándolos”.
“Esto es precisamente lo que no está ocurriendo ahora en el arrecife. Al estar produciendo un volumen tan grande de aguas negras, al haber apostado por un sistema de hoteles de grandes dimensiones que ha incrementado fuertemente en la entidad el uso del agua y de jabones, hemos incrementado fuertemente la producción de aguas negras y sin la obligatoriedad de la depuración terciaria. Sin depuración terciaria no le quitamos capacidad de fertilidad a las aguas negras que producimos, que se mantiene intacta. Si no existe una obligatoriedad, la depuración terciaria no se va a implementar porque es mucho más cara que el tratamiento primario de los residuos líquidos. Hay que recordar que la producción de aguas negras en la entidad es enorme porque tenemos no solamente una ciudad cada vez más grande, sino que tenemos una población no residente que llega a ser hasta 10 veces mayor”, explicó.
Y agregó: “este es el problema ambiental de primer magnitud para nuestro estado, mucho más grave que el cambio climático”.
Resaltó que los estudios que está realizando a lo largo de la costa de Quintana Roo “nos están permitiendo ver cómo está cambiando, especialmente la pradera submarina”.
La doctora Susana Enríquez destacó que “al comparar lo que está pasando a lo largo de la costa de Quintana Roo podemos ver cómo están las comunidades de ambientes más sanos, con comunidades ya muy afectadas por la fertilización”. Ahora además, tenemos que añadir los efectos del sargazo, que ha venido a introducir un elemento de estrés súper importante y sobre todo, a acelerar el proceso de deterioro ambiental”.
Por ello, insistió que la pradera submarina les va dando mucha información sobre cómo progresa el proceso de deterioro ambiental en el sistema arrecifal y el estado en el que se encuentran ya algunas áreas de este estado. Por eso cree esta investigadora que se necesitan leyes ambientales más estrictas, ya que el mismo motor económico del estado es el que está en riesgo si se deja que progrese todavía más el deterioro ambiental. Uno de los requisitos urgentes que se necesitan es que se obligue al tratamiento terciario de los residuos”, advirtió.
Por ejemplo –dijo-, Florida (Estados Unidos), hoy por hoy, ha reaccionado muchísimo antes que nosotros al ver que se estaba alterando fuertemente el estado ambiental de los Cayos, es ahora uno de los estados de Estados Unidos que posee una regulación ambiental más estricta, precisamente para asegurar la sostenibilidad de su patrimonio natural.
Finalmente, recalcó que “Quintana Roo debería de aprender de Florida y endurecer sus leyes ambientales porque aquí, además, se depende mucho más económicamente de la actividad turística, por lo que mantener la salud del arrecife debería ser una de las prioridades del estado. Sin arrecife, la sostenibilidad de esta actividad económica está en riesgo porque el valor comercial de este destino turístico caerá drásticamente.
Cabe decir que la doctora Susana Enríquez es la responsable del laboratorio de fotobiología de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales (UASA) adscrita al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México con sede en Puerto Morelos. Dicho laboratorio realiza investigación en fotobiología y flujos de carbono en el arrecife de coral y en la pradera submarina, con el fin de dilucidar el papel regulador de la luz, la temperatura y los nutrientes en la estimulación/limitación de la producción primaria orgánica y mineral (de carbonato de calcio), además de entender cómo se construyen y cómo se deterioran estos dos hábitats fundamentales del sistema arrecifal.
En este laboratorio, también se hace investigación fundamental para entender el efecto del cambio climático sobre el arrecife de coral, a través de determinar la diferente sensibilidad de las especies al calentamiento global y a la acidificación del océano; y de cuantificar su impacto sobre los flujos de carbono (fotosíntesis y calcificación) del arrecife.
Finalmente, esta investigadora intenta entender el origen de la gran biodiversidad que caracteriza al arrecife de coral y los factores ambientales que la ponen en riesgo, por lo que su trabajo es de enorme utilidad en ecología de la conservación, y para entender qué especies construyen el arrecife de coral y qué especies son las principales productoras del sedimento de las playas.