En Quintana Roo hay 279 mil 167 personas que usan carbón o leña para cocinar, señaló la Secretaría de Bienestar en su informe anual de sobre la situación de pobreza y rezago social 2020.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cocinar con combustibles sólidos expone a las familias a numerosos contaminantes peligrosos, entre ellos, partículas finas y monóxido de carbono que generan enfermedades como pulmonía, enfermedad obstructiva crónica y enfisema pulmonar.
La OMS indica que el uso de combustibles sólidos puede ser responsable de 800 mil a 2.4 millones de muertes prematuras cada año y que un fogón humeante en la cocina equivale a la combustión de 400 cigarrillos por hora.
Sin embargo, en México cocinar con leña es una costumbre ligada a la tradición rural de la gastronomía de muchos pueblos indígenas, pero también un sinónimo de pobreza, desigualdad social, contaminación y riesgos de salud.
Según la Secretaría de Bienestar, en Quintana Roo son 279 mil 167 personas que, en pleno 2020, siguen cocinando con leña, lo que significa 16.2 por ciento del millón 723 mil 259 habitantes de la entidad.
El municipio que más lleva a cabo esta práctica es Felipe Carrillo Puerto con 66 mil 662 personas que utilizan leña o carbón, lo que se traduce en 71.6 por ciento de su población total. En segundo lugar, José María Morelos con 33 mil 854 habitantes o sea 79.1 por ciento prepara sus alimentos aspirando el humo de la quema de madera. Cabe recalcar que estos municipios tienen población indígena en 90 por ciento y actualmente siguen perpetuando las tradiciones culinarias que les heredaron sus ancestros mayas.
En tercer lugar está el municipio de Benito Juárez con 30 mil 409 personas que cocinan con este tipo de combustible, lo que representa apenas 3.6 por ciento de la población, aunque esta práctica no es tan común en las zonas urbanas ya que la mayoría no cuenta con terrenos amplios para prender un fogón sin molestar a sus vecinos; sin embargo, las personas que lo realizan, viven en colonias irregulares donde hay espacios amplios y el acceso a los servicios básicos es limitado.
En el caso de Rogelia Cumul Chan, madre de familia que vive en la colonia irregular La Esperanza en Rancho Viejo, comentó que una de las razones por las que usa leña para cocinar es por el alto costo del gas y los pocos ingresos que tiene, por lo que siempre busca hacer uso de lo más económico, pese a que su salud se vea comprometida.
“Cuándo empecé a vivir acá y estaba construyendo mi palapa, hice mi lumbre. Ahí cocino lo que más se tarda en cocer como frijoles, lentejas, caldo de res o pescado, ya que no puedo gastar tanto gas porque después es difícil rellenarlo por la crisis económica. Tenemos que anteponer la necesidad a la salud”, dijo.
Muchas mujeres en la región no son conscientes de que el humo producido por las cocinas tradicionales pone en peligro sus vidas y las de sus familias, pues éste contiene numerosos contaminantes peligrosos, entre ellos partículas finas y monóxido de carbono.
De acuerdo con la OMS causa infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores (pulmonía) en niños pequeños; es la principal causa de mortalidad infantil en todo el mundo. Y por otra parte, origina la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, como bronquitis crónica y enfisema pulmonar en mujeres adultas que, durante muchos años, han cocinado con combustibles sólidos y aspiran humo.
Por Diego Ramos