Ixchel es conocida por ser la Diosa de la Fertilidad de la cultura Maya, y cuyo templo se encuentra en un acantilado de Punta Sur en Isla Mujeres, con una bellísima vista al Mar Caribe y donde se hacían peregrinaciones para dejarle ofrendas en las playas cercanas al templo, derivando el nombre de la isla.
Pero su misticismo se extendió en las regiones centrales de Quintana Roo, donde los pobladores de una comunidad maya, ahora desaparecida, contaban una leyenda que cambia la manera de ver a esta deidad maya, quien, se dice fue una mujer que sufrió la pérdida del amor de su vida durante un duelo y eso la selló para siempre.
Según cuenta la leyenda, que cuando los dioses mayas poseían aún su forma humana, se conoció un amor que sobrepasó la muerte, y que según fue el creador del Sol, la Luna, y las estrellas, por ende del día y la noche.
Ixchel era una joven bastante hermosa, y que su belleza enamoró a un número considerable de hombres, entre ellos Itzamná, un joven que al mirarla por primera vez, quedó locamente enamorado de la mujer.
El muchacho, también de buen ver, causo en la bella Ixchel un enamoramiento puro y sincero, que nació y fue creciendo con el tiempo; uno de esos días de amor y felicidad, llegó otro hombre, quien al ver a Ixchel, se enamoró profundamente de la joven.
La hermana de Ixchel, Ixtab, desconociendo que Itzamná e Ixchel ya tenían un amor impresionante el uno con el otro, hizo que los dos pretendientes de la joven se enfrentaran a muerte por ella.
Según la leyenda, el favorito a ganar era Itzamná, pero, durante el duelo a muerte por Ixchel, el contrincante sacó un objeto punzocortante y en el primer golpe, hirió al muchacho, provocándole la muerte de manera irremediable; Ixchel al presenciar el terrible final del amor de su vida, corrió hasta el cuerpo inerte de Itzamná, y encomendando su alma a Ixtab, su hermana, se quitó la vida.
Luego de la muerte de la joven, Ixtab maldijo para siempre al asesino de Itzamná, prohibiendo que su nombre se pronunciara en las regiones cercanas, por lo que fue paulatinamente olvidado, ya que su nombre no se supo más.
Cumpliendo con la petición de su hermana, tomó su alma, y al hacerlo, Ixtab se transformó en la diosa del suicidio.
Reunidos en los cielos, los eternos enamorados celebraron su amor; Itzamná se transformó en el Dios Sol, e Ixchel en la Diosa Luna.
Se dice que, cuando una doncella joven moría, Ixchel la transformaba en estrella y que en cada fuego nuevo, les permitía renacer y enamorarse, y del resultado de ese amor quedaban embarazadas y traían a la vida a un niño, es por parte de esta leyenda que la Diosa Ixchel también fue venerada como la deidad de la fertilidad en la zonas cercanas a Quintana Roo.
Esta leyenda permanece en la gente de la región, que la heredó de sus antepasados.
Con información de Para Todo México
CG