La Península de Yucatán es el principal territorio de manglar del país y Quintana Roo el que tiene la superficie más extensa, con 247 mil 17 hectáreas. Este ecosistema que se ve amenazado por la expansión de desarrollos urbanos y turísticos, principalmente en la Zona Norte, donde cada año se deforestan mil 882 hectáreas de vegetación en selvas y costas.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Defensa del Ecosistema de Manglar, fecha propuesta por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés), en la cual se incentiva a los gobiernos y sociedad a vigilar, proteger y restaurar este ecosistema de la desvastación provocada por la actividad humana.
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La destrucción de los manglares no sólo afecta a la naturaleza, sino también a los asentamientos humanos que se encuentran en zonas aledañas. No sólo porque pone en riesgo la soberanía alimentaria de los pueblos, también porque los manglares sirven de barrera natural para evitar estragos como tsunamis, huracanes y demás problemas graves originados por el cambio climático.
La importancia de éstos radica en que son ecosistemas muy específicos, puesto que son el encuentro entre la tierra, los mares y los ríos, por lo que constituyen el hábitad de infinidad de especies de flora y fauna que se han adaptado a estas condiciones especiales. Las zonas de manglar son fuente de alimento, protección y recursos para las comunidades humanas locales, que les proporcionan productos forestales y biomasa, fomenta el desarrollo de la pesca y mitiga los efectos de eventos climáticos extremos, además de que preserva el área costera de la erosión.
Sin embargo, los desarrollos urbanos y turísticos han impactado gravemente la mayor parte de la vegetación forestal a lo largo de toda la costa del Caribe. En el Estado de Quintana Roo, el número de cuartos para alojamiento aumentó 269% del año 2000 (38 mil 206 cuartos) al 2018 (102 mil 890 cuartos, según datos del Análisis de los procesos de Deforestación en Quintana Roo del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible).
La infraestructura turística que acompaña esta expansión se da mayoritariamente sobre áreas que estuvieron recientemente cubiertas por selvas y manglares. En las áreas de crecimiento de la infraestructura turística se pierden anualmente mil 882 hectáreas de vegetación, destruyendo precisamente uno de los componentes esenciales para la vida, la salud y el bienestar de las personas que habitan la región.
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El estudio señala que el modelo impulsado ha generado enormes daños y amenazado la viabilidad de los ecosistemas forestales y costeros de la región. En ese sentido, se vuelve necesario frenar el despojo de tierras a comunidades indígenas, prohibir la construcción de infraestructura hotelera en selvas y manglares, así como establecer lineamientos obligatorios que detengan el avance del turismo de masas.
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) registrá que en la Península de Yucatán existen 544,169 hectáreas de superficie cubiertas por mangle, de las cuales 96 mil 873 corresponden a Campeche, 200 mil 279 a Yucatán y 247 mil 17 a Quintana Roo, tan sólo en las Áreas Naturales Protegidas de Sian Ka´an y Uaymil se cuenta con 83 mil 791 hectáreas.
JCL