Ángel Quijano estudiaba sexto grado de primaria en Quintana Roo cuando cambió la forma en que, cada día, asistía a la escuela. La pandemia lo sacudió y de repente tuvo que adaptarse a la modalidad de clases a distancia.
El exceso de tareas y la falta de dinero en su hogar, orilló a que Ángel truncara su trayectoria académica con 12 años de edad, para incorporarse a la vida laboral. Sin embargo, aseguró que no se siente diferente a los otros niños que continuaron con sus estudios porque sabe que ellos aprenden poco por la presión que les ejercen.
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Esteban Quijano, papá de Ángel, recordó que cuando tenía que enviar sus actividades, siempre estaba presionado y no tenía apoyo por parte de sus maestros; el estrés de su hijo y la falta de dinero en su hogar, ocasionaron que apoyara la decisión del niño.
“Si mi hijo no hubiera dejado la educación, como padre hubiera visto la manera de apoyarlo”, enfatizó.
Ángel es parte del 6.8 por ciento de niños, de entre 6 y 14 años que, por edad, debía estar inscrito en la matrícula de un centro educativo, pero que no continuó sus estudios, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Esta es la cifra más alta registrada desde el año 2000, cuando también hubo un rezago de 6.8 por ciento en el rubro. Con base en el recuento por lustro del Coneval, en 2005 el rezago fue de 3.9 por ciento y cinco años después incrementó a 4.3; para 2015, la marginación educativa fue de 3.4 y al siguiente lustro, en 2020, el último reportado por el organismo, alcanzó nuevamente el porcentaje registrado 20 años antes.
De acuerdo con el secretario ejecutivo del Coneval, José Nabor Cruz Marcelo, el rezago educativo se debe principalmente a la pandemia por el COVID-19, ya que los niños quintanarroenses tuvieron que abandonar la escuela para ayudar en la economía de sus hogares, ya sea para incorporarse al campo laboral o para reducir los gastos familiares.
"Quintana Roo enfrentó un retroceso de dos décadas, lo que se traduce a un rezago educativo. Me parece importante visualizar los motivos que nos llevaron a estas estadísticas y es que, la principal razón que se le atribuye, es a la pandemia por coronavirus", aseguró en entrevista para Por Esto!
Otro de los factores fue el inicio de las clases en línea, pues aunque los habitantes de Quintana Roo tienen acceso a la televisión y celular en 80 a 85 por ciento, sólo 50 por ciento tiene acceso a Internet o alguna computadora dentro del hogar.
"La transición del modelo presencial a las clases virtuales también fue factor para que los niños y jóvenes abandonaran sus estudios, pues no es sólo el tema de que tengan acceso a un televisión o a un celular, sino a una red de Internet", indicó.
Ligero descenso en 2021
Cruz Marcelo mencionó que si bien, los datos del informe se recabaron de marzo a noviembre de 2020, para este año estimó que el porcentaje de marginación académica disminuirá un punto en la Entidad pero, aún con ese descenso, la cifra quedaría muy por encima de 3.4 por ciento registrado en 2015.
"Se prevé que con la reactivación de la economía en Quintana Roo se pueda revertir esta situación. Se estima que para 2021 quede el rezago educativo, al menos, en 5.9 por ciento y vaya disminuyendo conforme se contenga la pandemia y se regrese a las escuelas de forma semipresencial o mixta", subrayó.
Por su parte, el Presidente de la Comisión de Educación de la XVI Legislatura, Eduardo Martínez Arcila, justificó que la problemática en la materia se debió a que el Estado priorizó la atención a la emergencia sanitaria.
“Estamos conscientes de que hubo un retroceso en el país en cuanto a educación, pero nos vamos a recuperar. Lo que nunca íbamos a recuperar es la vida de las niñas y niños. Eso fue lo que principalmente se privilegió, antes que la educación”, aseguró en entrevista con Por Esto!
Martínez Arcila apuntó que “el estudio y el análisis del rezago es un tema que sigue estando ahí, en polémica y que tendrá que estandarizarse, pues cada estado tomará una decisión de cómo enfrentarlo. Quedó demostrado que México no estaba preparado para esta situación. El esfuerzo de clases en línea fue muy interesante, pero finalmente no todos tuvieron acceso a Internet o a una televisión”, finalizó.
El subsecretario de Educación en la Zona Norte de Quintana Roo, Carlos Gorocica Moreno, también reconoció que las organizaciones reportan retrocesos de más de una década en materia educativa para la Entidad.
“Los ajustes que hacen este tipo de pruebas son de una medición estándar, esto nos da el indicador del rezago; que sí, hubo rezago con esta pandemia. Nadie estaba preparado para esto. Hay organizaciones que dicen que el retraso es de hasta 11 años. Hay otras que dicen que de cinco. Queremos brindarles a los niños quintanarroenses el acceso a la educación. Es un compromiso en el que ya se está trabajando”, finalizó.
Pobreza y COVID-19, villanos de la educación
La falta de ingresos que se padece en las comunidades indígenas orilló a familias enteras a desplazarse a otros puntos del estado o del país, en busca de una mejor condición de vida y, en consecuencia, que los niños de esos hogares tengan que dejar la escuela, sin certeza a saber si se reincorporarán a clases.
Así lo reveló Roberto Morales, maestro de primaria de la comunidad maya Uh-May, quien dijo que “hemos tratado de mantener contacto con ellos a través del teléfono, pero en algunos casos se ha perdido la comunicación ya que, por falta de ingresos, no tienen para poner saldo a los teléfonos y responder”.
Tan sólo en el poblado, perteneciente al municipio de Felipe Carrillo Puerto, contabilizó cinco casos de estudiantes, de diferente grado escolar, cuyas familias cambiaron de residencia y “en teoría los niños siguen estudiando, pero dejaron de enviar tareas durante el ciclo escolar pasado”.
Comentó que tomando en cuenta que la matrícula escolar en su centro educativo es de 65 alumnos, que cinco de ellos ya no asistan “es un número considerable”.
Cabe señalar que con base en el último reporte de Coneval, el rezago general en materia educativa en Quintana Roo fue de 17.5 por ciento, lo que equivale a 329 mil personas con este tipo de carencias.
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CG