“Te veo en la noche, cálmate y no hagas nada imprudente, fue lo último que le dije a Belem, desde esa tarde tengo el remordimiento en la cabeza, pero ya pasó y no puedo hacer nada, mi hija ya no está aquí”, comentó Leonor después de recordar los trágicos hechos del pasado 7 de marzo en Chetumal, cuando le dijeron que su hija se había suicidado.
Belem se quitó la vida en su casa, estaba atravesando una ruptura sentimental, además, la depresión que esto causó, aunado a la difícil situación que ha dejado la pandemia, el no tener trabajo y tener que arreglárselas de nueva cuenta sola, derivaron en una gran depresión que la pudo llevar a tomar esta decisión.
Noticia destacada
Rodrigo, el adolescente de 13 años con depresión que decidió quitarse la vida: HISTORIA
Lamentablemente esta mujer de tan sólo 24 años de edad se había aislado de las personas que la querían. “Los últimos meses la vi muy poco, estuvo en la casa para las fiestas de fin de año, estuvo un rato el día de la rosca, la veía de a pocos”, cuenta la madre de la joven fallecida.
“Era una mujer fuerte o al menos eso nos hizo pensar, nunca se quejó o pidió ayuda, sabíamos que pasaba momentos difíciles, pero nunca en mi vida pensé vivir esto, mi hija estaba deprimida y no lo sabíamos”, agrega.
Belem tenía un padecimiento y no lo sabía, la pandemia le había arrebatado el trabajo, pasaba dificultades económicas y los pagos de servicios de su casa la agobiaban, sumado a esto, estaba atravesando un proceso de separación, pero nunca dijo nada.
Según la psicóloga Zulemy Dzib Quijano, uno de los síntomas más comunes en la depresión es el aislamiento. “Es por eso que es complicado detectar esta enfermedad, no dices nada, te aíslas y poco a poco tu mente te va llenando de pensamientos negativos”.
Comenta la especialista que “con la pandemia la situación se agravó, todos los problemas que pueda traer el estar recluido y en una constante situación de desgaste emocional hacen que el problema sea cada vez más grande”.
La familia de Belem no tenía en cuenta esto, la vio triste, retraída, pero no pensaron que el pesar que veían en su hija derivara en un suicidio. “Uno no piensa en eso, lo que menos se imagina es que está mal y que necesita ayuda, yo veía que lo intentaba todos los días, buscar trabajo, lidiar con la separación, pero no era suficiente”.
La psicóloga Zulemy Dzib señala que “la pandemia sólo ha incrementado la cantidad de trastornos que se tienen con el estrés y las presiones de la vida diaria, si alguien no sabe manejar los problemas que se presentan, se puede dar una salida fácil, pero esta no es una sencilla, su mente les recrimina, ya que están conscientes de que dejan más problemas que soluciones; sin embargo, toman este tipo de decisiones porque la realidad les gana”.
Muy diferente a lo que se tiene considerado, no siempre las adicciones o las sustancias adictivas funcionan como catalizador de conductas suicidas, comentó Dzib Quijano. “Estadísticamente no intervienen en gran medida, en algunos casos intervienen, pero en otros no, todo pasa por la capacidad mental que tengas para enfrentar tus problemas”.
Lo mismo ocurrió con Belem según cuenta su madre. “Mi hija siempre fue sana, se cuidaba mucho, hacia ejercicio, pero de pronto lo dejó todo, creo que los problemas la consumieron y se guardó todo, nunca nos dijo que se sintiera mal, se veía normal, sólo menos alegre”.
Los jóvenes son más vulnerables
Lo peor de este tipo de trastornos y enfermedades es que con la pandemia y las condiciones actuales para el desarrollo humano, los jóvenes son los más afectados y muchas veces por su edad no tienen las herramientas emocionales para enfrentar estos pensamientos.
“La situación que ahora enfrentan los adolescentes, jóvenes y jóvenes adultos es complicada, se tienen que desarrollar en situaciones que no son normales y esto genera estrés, depresión, todo lo necesario para que se sientan mal y tomen caminos incorrectos”, dijo Zulemy Dzib.
“Los jóvenes y niños están ahí sufriendo muchos problemas y situaciones, en muchas ocasiones se encuentran alienados y sin entender que es lo que sucede, darse cuenta que uno tiene una enfermedad mental o que sufre de algún trastorno no es fácil y existe un estigma en contra de las personas que se atienden. No porque las personas necesiten atención psiquiátrica o psicológica signifique que estén mal de la cabeza o que sean locos, sólo están tratando una enfermedad con un tratamiento distinto y con un especialista”, finalizó.
Prevención del suicidio
“Ser empático, estar ahí con las personas tratar de ser un apoyo en ese momento, ser esa red de protección que necesita uno”, dijo la psicóloga Sally Montalvo Palacios, responsable del Programa de Salud Mental, Adicciones, Violencia, e Igualdad de Género de la Jurisdicción Sanitaria Número 1.
“Cuando detectamos a alguien que verbaliza estos deseos, no son amenazas, sólo está expresando su sentir, es ahí cuando debemos de actuar y estar cerca de ellos, tenerlos vigilados y no separarnos. El sentir de una persona con pensamientos suicidas es dolor o una amenaza que la rebasa, y al sentirse sobrepasado la salida más inmediata y fácil para resolver el dolor o esa amenaza es la muerte, pero qué podemos hacer en ese sentido, podemos permanecer en escucha activa, enfáticamente decirle no puedo vivir tu dolor, pero puedo escucharte. No puedo vivir tu dolor, pero puedo acompañarte, no puedo vivir tu dolor, pero puedo permanecer aquí a tu lado en silencio, no puedo vivir y enfrentar quizás la amenaza como tú la enfrentas en este momento, pero estoy aquí para hacer lo que yo pueda”.
La especialista señala que este tipo de mensajes y respuestas crean un vínculo de comunicación, en donde el afectado puede expresar sus emociones y salir adelante.
La especialista comentó que “se tiene que crear un canal de comunicación para que el problema no siga creciendo, cada persona debe de tener una red de soporte en donde cada uno pueda apoyarse y ésta sólo se crea con verdaderas relaciones afectivas”.
Actualmente el gobierno no cuenta con una línea específica para el suicidio, se tiene el número de emergencias 911, en donde las personas afectadas pueden hablar y existen especialistas que atienden los padecimientos.
Poca atención del gobierno
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (Inegi), en su documento “Características de defunciones registradas durante el 2020”, ubica a Quintana Roo como el quinto estado con más suicidios por cada 100 mil habitantes, con 9.4, sólo por debajo de Chihuahua, Aguascalientes, Yucatán y Sonora.
Esto es un claro indicativo de que en el Estado se necesitan acciones concretas para preservar la salud mental de los habitantes; sin embargo, estas no existen.
Un claro ejemplo es el centro y sur de la entidad, conformado por los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Bacalar y Othón P. Blanco, que en conjunto suman 373 mil ochenta y tres habitantes, lo que representa el 20 por ciento de la población total de Quintana Roo.
Para este número de personas sólo existe un psiquiatra público ubicado en la Uneme Sisame, a espaldas del Hospital General, siendo el único centro de atención para la salud mental.
Esta situación no cambia en la Zona Norte de la entidad, al contrario, es aún más crítica, pues es donde se concentra el 70 por ciento de la población del Estado, es decir, un millón 484 mil habitantes, donde sólo hay un Centro de Atención para la Salud Mental en la ciudad de Cancún, dejando de lado centros poblacionales como Tulum, Cozumel y Playa del Carmen.
A pesar de que la oferta médica en el norte del estado es más amplia, la atención a la salud mental es escasa.
Suicidios
Durante el 2020 ocurrieron un total de 177 suicidios en todo Quintana Roo, 29 fueron en el centro y sur de la entidad, de los ocurridos en esta zona, el 54 por ciento ocurrieron en la ciudad de Chetumal y el resto en las comunidades rurales, donde carecen de muchos servicios y en muchas ocasiones pasan dos o tres días para que las autoridades se enteren.
En este 2021, en el sur tenemos 33 casos, lo que demuestra que la pandemia ha afectado la salud mental de los quintanarroenses, teniendo un alza considerable en relación a lo ocurrido en el 2020.
Hasta el momento, de los 33 suicidios, 16 son en la mancha urbana de Chetumal y los restantes en la zona del campo. El problema radica de nueva cuenta en que no existe un sistema de salud que apoye a la gente con menos recursos.
No sólo ha sido la pandemia lo que ha afectado al estado en este último año, los suicidios son consecuencia del cambio de vida y de esta nueva normalidad, que se multiplican por la falta de un sistema de salud que atienda de manera efectiva a los quintanarroenses.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información.
CG