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Quintana Roo

Amparos para vacuna anticovid: Feministas de Q.Roo darán ayuda gratuita a menores de edad

Ariadne Song, abogada e integrante de la colectiva Marea Roja, indicó que las redes feministas en la entidad lanzará una convocatoria para papás que desean que sus hijos reciban la vacuna anticovid en Quintana Roo
El regreso a clases presenciales hizo que familias en Quintana Roo sintieran temor de que los menores se contagien de COVID-19
El regreso a clases presenciales hizo que familias en Quintana Roo sintieran temor de que los menores se contagien de COVID-19 / Por Esto!

Luego de que Quintana Roo registrara sus tres primeros amparos para vacunar a menores de edad, abogadas de colectivos feministas brindarán asesorías y amparos gratuitos a padres de familia de todo el Estado que quieran inocular a sus hijos.

La abogada Ariadne Song, integrante de la red feminista Marea Verde Quintana Roo, quien asesoró a Marian Villanueva y Ariadna Vargas para interponer sus amparos, aseguró que lanzarán una convocatoria a nivel estatal para que padres de familia exijan mediante la vía legal la vacunación de sus hijos.

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“Estos dos amparos pueden ser los primeros de muchos, pues las abogadas de las redes feministas están organizándose para brindar la ayuda totalmente gratuita a los menores que lo requieran, sobre todo por el regreso a clases presenciales”, aseguró Song en entrevista con Por Esto!

Según datos públicos de la Secretaria Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, (Sipinna) en Quintana Roo en agosto hubo 145 casos positivos de COVID-19 entre niños y adolescentes, además de 23 casos sospechosos, dando un total de 168 contagios y cinco menores perdieron la vida.

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Este aumento de contagios en niños y la pérdida de un familiar cercano por coronavirus orillaron a Vargas a interponer un amparo el pasado 26 de agosto para poder ser inmunizada.

“Me gustaría que todos mis compañeros estén vacunados, así no tendría miedo de ir a clases. Mis maestros están totalmente de acuerdo, piensan que la vacuna podría ser efectiva y piensan que si ellos ya la tienen es por algo. Luchamos por el derecho a la salud; un familiar mío falleció y esto me tiene muy marcada, pensaba que era un simple virus, pero desde que murió ese familiar siento que tengo que cuidar mucho mi salud”, aseguró la menor en entrevista con Por Esto!

Evalúan tutores interponer amparos

Karina Gutiérrez, quien se encontraba en el domo de la Región 96 para que le apliquen la segunda dosis de la vacuna, aseguró en entrevista con Por Esto! que piensa interponer un amparo para que su hijo sea vacunado, ya que sufre obesidad grado 3 y considera un riesgo el que el menor de 13 años vuelva a clases presenciales sin estar vacunado.

“He visto que en Quintana Roo han empezado a interponer amparos para vacunar a los menores de edad, por lo que yo considero que es una buena opción para mi hijo, que sufre de obesidad y es considerado población de riesgo. Me acercaré con las abogadas para que me puedan orientar en el proceso”, contó Gutiérrez.

Liss es una adolescente que, por su rango de edad, no está contemplada en las jornadas de vacunación contra el COVID-19; sin embargo, a sus 14 años, conoce las consecuencias fatales del virus, tanto físicas como emocionales.

“A Liss siempre la dejamos con mi mamá mientras nosotros salíamos a trabajar, no la veía como su abuela, se amaban tanto. Ahora no sé qué es lo que me duele más, si la muerte de mi madre o que mi hija se sienta muerta en vida, pues eso fue lo que me dijo a los pocos días de que ella falleció”, expresó Mónica, su mamá, quien pudo librar el SARS-CoV-2 en dos ocasiones.

Al inicio de la contingencia, la familia de Liss comenzó a tomar todo tipo de precauciones para evitar un posible contagio, debido a que la abuelita pertenecía al grupo vulnerable. Sus padres lograron sobrevivir al desempleo y establecieron el hábito de cambiarse la ropa al regresar de su jornada laboral. Antes de entrar a casa, dejaban sus zapatos afuera y en todo momento usaban cubrebocas, careta y lavaban sus manos constantemente. A veces Mónica piensa que estas medidas un poco extremas tal vez fueron las que crearon temor en la pequeña y desde entonces se fue deprimiendo, sin que ellos lograran notar las señales que ella les enviaba.

“Comenzó a dormir menos por las noches. Otras veces despertaba a mitad de la madrugada llorando. Sólo me decía que soñaba feo y creímos que era parte del encierro, que le hacía falta convivir con otros niños y por supuesto fue duro para ella dejar de ir a la escuela y hacer actividades distintas a las que estaba acostumbrada”.

La segunda vez que la madre de Liss contrajo el virus tuvo que ser hospitalizada. Fue sacada de su casa por paramédicos. Recuerda que logró ver a su pequeña abrazada de su abuelita. Ambas estaban en otra recámara, con marco de la puerta cubierto de plástico. Aunque aún no se registraban casos de niños portadores de COVID en Quintana Roo, seguían temiendo por la salud de la abuela y por supuesto de Liss. Ese es el último recuerdo que tiene de ambas juntas.

Durante 23 días la pequeña  no vio a su mamá y aunque estaba acostumbrada a pasar largas horas sin ella, comenzó a tener miedo a la muerte. Imaginaba cómo sería la vida si llegaba a fallecer, eso le dolía y la ponía muy triste, pero su abuelita le decía que todo iba a estar bien que le pidiera mucho a Dios. “Vamos a hablar con Dios, chiquita, y vamos a decirle que cuide mucho de mamá”, recuerda con nostalgia las palabras de su “abue”. “Yo creo que mi mamá iba a morir y mi abue lo sabía, entonces pienso que ella tuvo que ir a hablar con él para que la dejara viva, porque ya no regresó cuando fue por ella al hospital”, comentó Liss.

La tarde en que su mamá fue dada de alta, Liss miró por la ventana cuando su “abue” comenzó a caminar hasta al final de la calle donde tomaría un taxi para llegar al hospital y no se despegó de ahí hasta que vio llegar una ambulancia. De ella bajó su papá y un paramédico, ambos se acercaron a las puertas traseras, un segundo socorrista salió y poco a poco bajaron la camilla, después cerraron las puertas y su “abue” no llegó. La pequeña se encerró en su recámara, pensaba que su mamá aún seguía mala, como la última vez que la vio y que ella corría el riesgo de contagiarse, no quiso tener contacto con ella hasta dos días después.

“Me explicó mi papá que mi mamá se estaba recuperando, que el virus le había dañado los pulmones y por eso aún necesitaba del oxígeno para respirar mejor. Me pidió que fuera a verla pero también estaba enojada porque mi abue ahora estaba enferma, yo le pedí a Dios que la cuidara y se murió, ya no la pude ver. Yo extraño mucho a mi abuelita”.

Liss constató la letalidad del virus, que ha cobrado la vida de más de 3 mil personas en Quintana Roo. Sabe que si bien el COVID-19 puede reincidir en la misma persona, las vacunas son un factor de protección para aminorar el riesgo; sin embargo, por su corta edad, está expuesta a la infección sin tener la inoculación garantizada, al menos que su madre presente un amparo judicial.

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CG

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