La falta de agua potable en comunidades de la zona limítrofe entre Quintana Roo y Campeche está normalizada. Antes de que eso ocurra, los habitantes de esta franja en conflicto constitucional tuvieron que adaptarse a recolectar, para consumo humano, agua de lluvia y de las aguadas, jagüeyes, e incluso cenotes, para bañarse y lavar ropa, pues no tienen el “privilegio” de tener infraestructura hidráulica, pese a que el vital líquido es un derecho universal.
Caña Brava, una comunidad ubicada a más de 150 kilómetros de Chetumal, vive un conflicto recurrente entre las autoridades campechanas, que buscan invertir en infraestructura como escuelas, y el olvido de las quintanarroenses, a las que tuvieron que recordarles a través de un juicio, que legalmente pertenecen a esta Entidad y necesitan servicios básicos y elementales, como el agua.
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Fue un puñado de habitantes de Caña Brava quienes decidieron sumarse a una demanda de amparo, para obligar al Gobierno de Quintana Roo a colocar una red hidráulica para tener acceso al líquido.
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Caña Brava tenía dos fuentes de agua; la primera es una aguada, un espacio en el centro del pueblo construido para recolectar agua de lluvia, que servía para lavar ropa, bañarse e incluso, cuando la sequía era más intensa, beberla.
La segunda fuente de agua se encuentra a más de cuatro kilómetros de la comunidad. Es un cenote, donde por la falta de uso, ha crecido la maleza, pero que, durante décadas, fue la única fuente de suministro de agua de la localidad.
“Si te bañas aquí, el pelo se te queda “tieso”, porque el agua tiene mucho yeso”, relata Leobardo López Hernández, quien en algún momento de su vida fue habitante de Caña Brava, pero ahora vive en Guillermo Prieto, donde este año fueron notificados que un Juez ordenó al Gobierno de Quintana Roo a dotarlos de agua.
Se trata de un cenote en medio de la selva, con un camino rústico en pendiente que tiene que recorrerse hasta llegar a la fuente de agua, que es muy dura, pues está contaminada con “yeso” por lo que desde hace dos años ha quedado en desuso.
Luego del abandono de los habitantes de la comunidad, el cenote fue ocupado por murciélagos y otros animales mayores, pues durante el recorrido realizado por Por Esto! se escuchó al interior a un animal de gran tamaño.
Inés Álvaro Bartolo es el Subdelegado de la comunidad de Caña Brava, cuyos habitantes, hasta antes del 2019, pensaron que morirían sin ver una toma de agua en su domicilio, pues por la cantidad de personas que viven en la zona, menos de mil 200, al Gobierno de Quintana Roo “no le costeaba” invertir en infraestructura.
Sin embargo, una vez que ganaron un litigio contra el Poder Ejecutivo Estatal, éste se verá obligado a instalar la infraestructura necesaria para atenderlos.
En tanto que se construye el pozo en Guillermo Prieto, que les brindará el servicio, que tendrá más de 300 metros de profundidad según los estudios de CAPA, cada 15 días llega una pipa que los abastece del vital líquido.
Pero si se llegaran a quedar sin el suministro del líquido, tendrían que recurrir a la aguada, ya contaminada por lirios, o al cenote ubicado a más de cuatro kilómetros, donde sus padres y abuelos recolectaban agua.
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CG