Maricruz, madre soltera con tres hijos, y casi 50 años de edad, tuvo que abandonar la isla después de más de 30 años, y mudarse a Mérida, Yucatán, para estar cerca de la clínica oncológica de Campeche. Dejó atrás su vida y emprendió una nueva etapa acompañada por una enfermedad que la ponía a prueba en todos los aspectos.
Una economía imposible para solventar la compra de medicamentos para su tratamiento, el tiempo que le absorbía viajar constantemente a Campeche o Yucatán para sus valoraciones, quimioterapias y consultas, entre otras, aunado al esfuerzo diario para lograr el sustento para sus hijos, dos de ellos universitarios, la obligó a buscar una oportunidad de vida y aferrarse a ella para lograr salir avante.
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“Dios es tan grande que nos pone pruebas para que reflexionemos hacia dónde queremos llegar. Una vez más estoy siendo puesta a prueba, pues desde que fui diagnosticada con cáncer cervicouterino supe que saldría vencedora.
“Confieso que he permanecido muy asustada, pero confiada que estoy en manos de Dios y que le dará a los médicos el talento para sacarme adelante y acabar con esta prueba que me ha dado la oportunidad de saber quiénes son mis verdaderos amigos, de conocer gente nueva y generosa, de sorprenderme e incluso de decepcionarme, pero sobre todo de aceptar que soy vulnerable”, señaló.
“No me veas como guerrera, veme como el ejemplo que puedes ser la diferencia. El cáncer es una decisión y condición de vida. Vamos a cuidarnos porque vivir la experiencia del cáncer es menos dolorosa si la compartes y tienes el apoyo de tus seres queridos y amigos. Vivirlo sola es morir sin luchar. Organicé rifas, venta de postres, eventos con causa, todo eso en Cozumel, para generar ingresos que me permitan pagar mis consultas, cirugías estudios y exámenes”, comentó.
Lamentablemente dijo, en la isla no se cuenta con un soporte de salud para tratar esta enfermedad, aunque el trato, la asesoría y la ayuda del Sector Salud en Quintana Roo es muy bueno, “no te sueltan y te apoyan, pero no es suficiente. Siempre se necesita de más. Llevo casi tres años luchando con esta enfermedad y no me rindo. Tuve la oportunidad de salir de la isla, emprender en otro Estado para sobrevivir a los cambios y lo que representa esta enfermedad, pero cientos de mujeres no, así que falta mucho por hacer, pero también nos falta la cultura de la prevención”, finalizó.
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HS