Durante más de 50 años, Ana María Puch, vecina de la localidad de Cafetalito, se ha dedicado a urdir hamacas, principalmente por las noches, las cuales vende luego en la cabecera o en la ciudad de Mérida, Yucatán, donde vive una de sus hijas.
Dijo que ella aprendió ese oficio de una persona que vivía en el poblado y recordó que las primeras hamacas que urdió las vendió a 35 pesos, pues en aquellos años el hilo era muy barato.
Actualmente, señaló que cuando esta se vende de contado cuesta mil 200 pesos y si es en abonos, mil 400 pesos, en tres pagos.
Según ella, para urdir una buena hamaca hay que tener en cuenta que no todos los hilos que se compran en rollo sirven en su totalidad, por lo que a veces la mitad se tiene que desechar.
Refirió que hay urdidoras que aunque vean que no sirve parte del rollo de hilo no lo desechan, lo cual se nota cuando se termina, pues se parece una hamaca de mucho tiempo, aunque este nueva.
Ella manifestó que cuida mucho cada detalle de su trabajo, porque en la calidad se conoce el trabajo que hace, no en la cantidad como hacen otras personas que se dedican a ese oficio.
La entrevistada refirió que cuando le encargan una hamaca procura terminarla en tres semanas o máximo en un mes, pero será un producto de calidad.
Confió que durante el día, por lo general no urde porque está en los quehaceres de la casa, pero una vez que termina y se asea, alrededor de las nueve de la noche, se enfoca en el urdido, labor que deja hasta la medianoche.
Dijo que, a sus 69 años, todavía ve muy bien, pues es raro que falle en cada puntada que hace con el X-cay Ché o lanzadera, pero refirió que cuando falla vuelve a empezar de nuevo.
Ana María Puch comentó que una hamaca bien cuidada puede durar hasta 40 años, pero recomendó lavarla a mano o en la batea para que no se dañe.
La mujer cuenta con un bastidor de dos metros de largo, una lanzadera, donde enrolla el hilo que utiliza para urdir.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información
NR