En la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Cancún (AIC), un lugar que normalmente está lleno de prisas, se produjo un momento inesperado de tranquilidad y alegría. Mientras los turistas esperaban su turno para documentar su equipaje, un sonido suave y melodioso llenó el aire. Clara Arriaga, una joven turista con una sonrisa radiante, estaba sentada sobre una de sus maletas, tocando su ukulele con habilidad y pasión. Su música era como un bálsamo para las almas cansadas de los viajeros, que se detenían a escuchar y sonreír.
Clara comenzó a tocar el ukulele apenas un año atrás, después de descubrir algunos tutoriales en línea que la inspiraron a aprender este arte. Hace dos meses, decidió tomar clases de manera más profesional, y ahora disfrutaba de la oportunidad de practicar en cualquier lugar que fuera.
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“Me encanta tocar en lugares público, la gente se sorprende al escuchar música en un lugar como este, y es divertido ver cómo reaccionan”, dijo.
Mientras tocaba, parecía estar en su elemento, sus dedos se movían con facilidad sobre las cuerdas del ukulele, creando un sonido que era a la vez suave y enérgico, los que la rodeaban no podían evitar mover el pie o tararear la melodía.
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Un grupo de niños que esperaban con sus padres se acercaron, fascinados por la música, preguntando si podían tocar y Clara no dudó en compartir su instrumento, aunque no sabían toca ni una melodía al primer intento las risas y la alegría llenaron el aire.
Un hombre mayor se detuvo a escuchar, cerró los ojos y sonrió. “Esto es exactamente lo que necesitaba”, ya que dijo que siempre la buena música se agradece y más en estos tiempos donde todo es hecho a través de la tecnología".
Clara continuó tocando, y la multitud que la rodeaba creció y la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Cancún se convirtió en un lugar de encuentro y conexión, gracias a la música de Clara y su ukulele.
Después de media hora de música, Clara se detuvo y guardó su ukulele. “Ha sido un placer tocar para ustedes y los oyentes la despidieron con aplausos.
Mientras se alejaba, sonrió. “Este ha sido uno de los momentos más divertidos de mi viaje”, dijo. “La música tiene el poder de unir a la gente de manera increíble” aunque a lo largo de su estancia, también deleito a muchas personas en varios puntos de Playa del Carmen.