Familiares despidiéndose apresuradamente en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Cancún (AIC) de sus seres queridos que los visitaron, ya con un dejo de nostalgia tras haber pasado la Nochebuena, pero les tocó volar justo el día de Navidad, otros pasajeros con evidentes señales de desvelo en sus rostros y que seguramente disfrutaron una deliciosa cena todos reunidos; sin embargo, hay personas que ni cena ni compañía pudieron tener, como Laurie, ciudadana francesa que lleva alrededor de dos semanas viviendo en esa terminal y que pasó la Nochebuena sola, comiendo un sándwich y tomando agua, en el área de jardines, con su equipaje a un lado.
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Alejada de la gente, en un apartado punto de las áreas verdes yacía sentada, con sudadera, una gorra y unos tenis algo maltratados, la joven que tenía unas gafas oscuras y una gorra por el fuerte sol que pegaba, o tal vez para disimular que no ha dormido bien en los últimos días. Pese a que no tiene problemas migratorios porque cuenta con sus documentos, muy brevemente mencionó que es la primera vez que está en México donde dijo, tiene familiares pero no los ha podido contactar.
Sin embargo, parece haber otra historia aún más triste en el fondo, que no quiso detallar, pero a juzgar por sus expresiones, era un tema reciente que le preocupaba, pero insistió en que si no obtenía respuesta pronta de sus tíos en Cancún, regresaría a Europa porque no tiene donde quedarse y su equipaje es demasiado.
Dijo que nadie la ha molestado en la terminal, pero al mismo tiempo dio a entender que más bien nadie se preocupaba si le pasaba algo o necesitaba apoyo de algún tipo, de hecho, ha pasado desapercibida por los trabajadores del Aeropuerto, salvo una joven empleada, quien fue quien comentó que ya llevaba al menos cuatro días en el mismo sitio, aunque la propia Laurie dijo que ya son dos semanas las que ha estado en esa terminal.
En contraste, dentro y fuera de la terminal había rostros de felicidad, pero al mismo tiempo melancolía, porque despedían a sus familiares y nunca se sabe en qué otra oportunidad podrán reunirse de nuevo, sentimiento que todos hemos experimentado, sobre todo cuando se vive en otra ciudad u otro país, despedidas que por cierto fueron más cortas de lo que pensaron, porque había varios elementos de la Guardia Nacional invitando a los automovilistas a seguir su camino y no estacionarse por el intenso tráfico, tanto que hasta los estacionamientos estaban llenos, pese a que en la terminal no parecía haber tanta afluencia de pasajeros.
De esa forma transcurrió la jornada del 25 de diciembre en esa terminal, donde alguna familia incluso llegó con pijamas navideñas, aunque se ignora si por el gusto de usarla, o porque se les hizo tarde para su vuelo.