“Un solo corazón no me va a matar. Esta madre sigue en pie de lucha. No vamos a parar hasta encontrarla viva o muerta”, fueron las palabras de Deysi Blanco, tras concluir la misa celebrada en la capilla San Pío, luego de la caminata que se realizó para exigir a las autoridades celeridad en las investigaciones por la desaparición de su hija, Fernanda Cayetana, ocurrida hace dos años, en la Zona Continental de Isla Mujeres.
Deysi Blanco salió de su casa alrededor de las ocho de la mañana, en compañía de al menos 10 personas, entre familiares y amigos, quienes caminaron hasta el centro religioso donde se ofició una misa para pedir por la pronta aparición de la menor.
Visiblemente triste, pero tranquila, calificó estos dos años como un “calvario”, pues aseguró que su corazón no encuentra paz y no hay momentos de felicidad porque está en un luto constante, por lo que se aferra a la fe en Dios para continuar en pie de lucha, hasta encontrar a su hija “viva o muerta”.
Señaló que son dos años de luchar contra un sistema “que no hace nada. Son omisos con nuestros desaparecidos. Es un dolor tan grande el que vivo día a día, noche tras noche, mes con mes”, al referirse a que ayer, 21 de julio, se cumplieron dos años de no saber nada de su hija, y “el Gobierno no hace nada para hacer hablar a las personas que ya tienen en la cárcel.
Deysi Blanco es una de las personas más activas en Quintana Roo, situación que adoptó de tiempo completo tras la desaparición de su hija; primero, como parte del Colectivo “Verdad, Memoria y Justicia”, y posteriormente como directiva del Colectivo “Madres Buscadoras de Quintana Roo” y también como independiente, donde dijo estar dispuesta a apoyar, con su experiencia, a quienes lo soliciten.
Tranquila, como suele mostrarse ante los medios de comunicación, pidió a “El Taquero” y a su esposa que declaren. Aseguró que no busca venganza, únicamente pide que le diga dónde dejaron a su hija o a quién se la entregaron, pues no se trata de un animal, sino de una niña de 12 años que fue arrancada de su lado en sus mejores momentos, y hoy sólo le toca ver crecer a sus compañeros de generación, mientras que ella no podrá disfrutar de los 15 años de su pequeña.
“En mi corazón no hay alegría, siempre es luto. Hay mucha tristeza en mi interior; a lo mejor por fuera no lo demuestro, pero por dentro es un dolor inmenso que siento”, declaró con la voz entrecortada.
Un dolor en familia
Desde la desaparición de Fernanda Cayetana no hay celebraciones, no hay Navidad ni cumpleaños. La familia coincide en que tras la ausencia de la niña hay un antes y un después, debido a que su recuerdo sigue vivo y existen fechas que se pasan en unión, pero es precisamente en esos momentos cuando más duele su ausencia.
Visiblemente afectado, y siempre evadiendo dar declaraciones a los medios de comunicación, Laureano Canul, padre de Fernanda Cayetana, comentó con la voz entrecortada que la tragedia que vive no se la desea a nadie. Reconoció que no sabe de dónde saca fortaleza para seguir vivo.
“No tengo palabras para esto que estoy sintiendo. Es algo muy, muy difícil. Desgraciadamente, nos tocó vivirlo y por esa razón no doy entrevistas", agregó.
La hermana de Fernanda, presente en la misa como en todas las actividades para tratar de ubicar a su familiar, aseguró que nada es más triste que no saber nada de su compañera de juegos, sobre todo porque hay un integrante más de la familia, el cual Fernanda no pudo disfrutar como tía.
Quien también acudió al servicio religioso fue el abuelo paterno de Fernanda Cayetana. Aseguró que siempre estará al lado de su familia y sólo le pide a Dios que la niña regrese a casa para que puedan volver a ser felices, pero que por el momento seguirán buscando hasta que “Dios lo permita”.
Los familiares y amigos se retiraron del templo para dirigirse a la casa de la familia Canul Blanco, a la espera de una artista que pintaría el rostro de Fernanda Cayetana, el de la última fotografía que le tomaron y donde el brillo de sus ojos reflejaba la plenitud y felicidad de un alma que anhelaba la vida.
Calvario
El 21 de julio del 2022, Fernanda Cayetana Canul, de entonces 12 años de edad, salió de su vivienda y se dirigió a la casa de Marcos Antonio C. A., alias “El Taquero”, donde esporádicamente realizaba trabajos domésticos, con la finalidad de juntar dinero para comprarse un teléfono celular, ya que su familia vivía al día y sus padres no podían costear ese gasto. Horas después inició el calvario, pues desde aquella mañana no la han vuelto a ver.
La pasividad de las autoridades y el instinto materno llevaron a Deysi Blanco a dejar todo para intentar ganarle al tiempo, pues sabía que cada minuto que pasaba “su bebé” se alejaba más de sus brazos. Por ello, los primeros cinco días los pasaron en vela, acompañados de vecinos y amigos cercanos, con quienes realizaron la primera manifestación hasta la casa del principal sospechoso: “El Taquero”, gritando a todo pulmón que, si alguien había visto algo, que por favor hablara, que dieran pistas de dónde podría estar Fernanda; pero sus súplicas no fueron escuchadas.
La familia Canul Blanco jamás se rindió. Sólo contaba con el apoyo de vecinos, con quienes, desde las primeras horas de la desaparición de la menor realizaron búsquedas “de casa en casa”, por si alguien la mantenía retenida, y aunque la esperan viva, buscaron en botes de basura, brechas, algunas jamás transitadas, cenotes y basureros clandestinos, tratando de hallar algún indicio que pudiera llevarlos hasta su paradero.
Miles de volantes comenzaron a repartirse lejos de la Zona Continental, y mientras Deysi Blanco pegaba carteles con la foto de su hija y del presunto que la había desaparecido, sufrió un atentado en los límites con Benito Juárez. Hombres quisieron subirla a una camioneta, logrando lastimarla de un brazo. Este hecho también fue denunciado ante la Fiscalía General del Estado (FGE), pero sólo quedó en “carpetazo”.
Pero ni las extorsiones de gente que pedía dinero por supuestamente regresarle a su hija, el intento de “levantón” y el estado de salud de Deysi, el cual se deterioraba, la hicieron pensar en rendirse.
Finalmente, 21 días después de la desaparición de Fernanda, la FGE comenzó a actuar y giraron una orden de aprehensión contra Marcos Antonio C. A., “El Taquero”, a quien le dieron ventaja para poder salir de Quintana Roo, cambiar su aspecto y refugiarse en una iglesia.
Por omisión, “El Taquero” escapó al estado de Chiapas, donde se rapó y se incrustó en un grupo religioso bajo un nombre falso, siempre con la complicidad de su esposa, pese a la recompensa de un millón de pesos, pues logró evadir a las autoridades.
No fue hasta el 11 de noviembre del 2022 que Por Esto! informó la captura del principal sospechoso de la desaparición de Fernanda, luego de marchas, bloqueos de avenidas y más de 10 reuniones con el equipo especial creado para la localización de la menor.
Para noviembre de ese mismo año, cinco meses después de que Deysi Blanco se convirtiera en una de las activistas más aguerridas, y junto a otros familiares de desaparecidos, el día 16, tras bloquear el boulevard Kukulcán, dijo que cerraría todo Cancún si no era destituido Óscar Montes de Oca Rosales, quien se negó a pagar la recompensa de un millón de pesos por la captura de “El Taquero”, a pesar de que ella fue quien recibió y aportó la información de la captura del sospechoso.
Deysi Blanco aseguró que seguirá luchando para que su hija regrese a casa, y que no está dispuesta a dar un solo día de descanso a las autoridades. Incluso, exigió a la gobernadora Mara Lezama que exhorte al Fiscal, Raciel López Salazar, que “deje la simulación y se ponga a trabajar” para localizar a su hija y a otros desaparecidos.
“El Taquero” y su esposa, Angélica, quienes siguen detenidos, sostienen que son inocentes y desconocen el paradero de la niña; sin embargo, ellos fueron los últimos en verla con vida, por lo que aún se realizan búsquedas en zonas, como la avenida Galaxias del Sol y la Zona Continental de Isla Mujeres. La casa de esta pareja continúa deshabitada y los vecinos aseguran que la mala vibra puede sentirse al pasar frente ella, por lo que no dudan de su culpabilidad.
JG