Los primeros 300 metros del malecón Oriente, construido en 1989, evidencian su deterioro al haber alcanzado su vida útil. Los vecinos reclaman su renovación, ya que presentan varillas expuestas y han mostrado los efectos de los huracanes que azotaron la zona este año.
“No esperamos que el malecón tenga un mayor deterioro y se rompa como ocurrió en la parte Sur en 2005 con el Huracán Wilma”, advirtieron los vecinos Juan Vázquez y Alonso Poot, quienes han vivido en la isla varios años y conocieron de primera mano lo que experimentaron los nativos durante el Gilberto en 1988.
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El exalcalde Gerardo Magaña Barragán ya había señalado la necesidad de renovar el equipamiento el año pasado, pues en la parte final de su gestión se logró que el gobierno estatal financiara ese tramo para proteger a la población y a los negocios de la industria turística. “Ya venció su tiempo de vida útil”, había declarado.
La primera planta de tratamiento de agua residual, construida por la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) años antes del impacto del meteoro, se encontraba por la Casa de la Cultura y fue destruida en su totalidad. Posteriormente, se edificó otra planta en la parte sur, actualmente bajo la operación de Aguakán.
En 1989 se puso en marcha la obra del primer tramo del malecón de 300 metros, y en la siguiente década se completaron 800 metros más hacia el Sur. La estructura tuvo su primera prueba máxima en 2005 con el Huracán Wilma, que afectó especialmente la parte Sur, donde residen las familias Ravell, Garrido y Bacab.
Aunque se rompió en varias partes, el malecón fue reforzado posteriormente, recordaron los vecinos. En el extremo sur se rompieron 70 metros que, hasta la fecha, siguen sin reparar. Los miembros de estas familias consideran que la mala calidad de la obra influyó en su deterioro, ya que, a diferencia del primer tramo, no ha sufrido daños significativos por otros huracanes.
Ante este panorama, los vecinos proponen programar un mantenimiento anual por tramos y ampliar el malecón para conectarlo con el andador de la Salina Chica, lo que serviría como protección para toda una infraestructura de casi tres metros de longitud. Sugieren que esta iniciativa sea financiada de manera conjunta por los tres niveles de gobierno y empresarios.
“Como vecinos, podemos colaborar proporcionando alimentos a los trabajadores como parte de una propuesta solidaria para fomentar la cooperación de la comunidad en esta y otras iniciativas”, señalaron en un llamado a la colaboración con la sociedad de Isla Mujeres.
Durante la visita al primer tramo de 300 metros, se observó que los gaviones sufrieron destrozos y el muro de tres metros sobre el nivel del mar quedó expuesto. Las varillas de metal con las que se coló la mezcla de cemento de la estructura son visibles, lo que indica un rápido deterioro por oxidación, ya que no ha habido mantenimiento preventivo durante todo este tiempo, según afirman los residentes.