En diciembre y enero las mujeres de las comunidades mayas, sobre todo las abuelitas, suelen bajar los frutos de la jícara (crescentia cujete), para cortarlos, retirar la pulpa, rasparlos y secarlos, a fin de que se conviertan en recipientes útiles para preparar y tomar el pozole, el atole o el tradicional pinole.
Sin embargo, Elide Canul Xool, una morelense de 86 años, esa tradición se está perdiendo porque actualmente casi nadie tiene el árbol en su predio.
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Expuso que el fruto se corta de manera vertical, no horizontal como algunas mujeres jóvenes lo hacen, porque la misma jícara tiene la huella natural del corte que debe llevar.
Una vez que se corte, ambas partes se sumergen en agua caliente preparada con cal hidratada y se dejan ahí unos 20 minutos; después, se sacan y se les quita la pulpa blanca y gelatinosa.
Puntualizó que la jícara se lava con hoja de ciricote y no con estropajo, para mantener la blancura en su interior.
Luego cada pedazo se unta con cal hidratada y se debe raspar lo que queda de esa pulpa con un pedazo de taza, pues no se puede raspar con cuchillo porque no queda bien, dijo.
Posteriormente se pone a secar, y al día siguiente se vuelve a raspar después de remojarlo en agua con cal hidratada, y así se trabaja durante unos 10 días, expuso.
Señaló que una vez terminado el proceso se va tener una jícara blanca por dentro y café por fuera, sin ninguna mancha que la afee en el interior, porque las jícaras con manchas no se utilizan, se tienen que tirar.
Manifestó que la limpieza de las jícaras se hace entre diciembre y enero, porque de lo contrario el fruto se seca y cae del árbol y ya no sirve, pues la pulpa se seca por dentro y ennegrece.
Canul Xool recordó que, hasta hace unos 40 años, para estas fechas las mujeres empezaban a bajar las jícaras, porque casi todas las familias tenían ese tipo de árbol en sus predios; sin embargo, ahora casi nadie tiene.
Interrogada sobre si ella vende las jícaras que limpia, la abuelita dijo que no, que se las regala a sus hijos, porque algunos todavía la usan para tomar su pozole y su atole de masa.
Comentó que el árbol echa flores agosto y el fruto sazona, por eso para este mes se debe bajar para cortarlo y limpiarlo.
De acuerdo con Manuel Pool Chalé, del Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán, “la jícara ha tenido por mucho tiempo interesantes usos domésticos y ha representado un beneficio económico importante para muchas familias de la Península de Yucatán”.
Señala que en la actualidad tanto su uso como su beneficio económico se han ido perdiendo por el uso masivo del plástico, a pesar que es contaminante.