Hace más de 1200 años, en medio de la selva lacandona, un artista pintó en las paredes de una pequeña construcción los murales deBonampak, los cuales, siglos más tarde, serían reconocidos como una obra maestra del arte pictórico de la cultura maya.
Bonampak, palabra que en maya significa “muros teñidos”, es un sitio arqueológico localizado en lo profundo de la selva chiapaneca, donde se encuentra un pequeño edificio conocido como el Templo de los Murales, que a pesar de que no tiene nada especial en el exterior, en su interior guarda uno de los pocos ejemplos de pinturas mayas en toda la región.
Los elementos plasmados en las pinturas han ayudado a arqueólogos e historiadores recrear el pasado de la cultura maya, pues en ellos se pueden observar valiosos detalles que ofrecen pistas sobre cómo era la vida en aquellos tiempos.
Danzantes, músicos, guerreros, gobernantes y hasta prisioneros de guerra fueron representados a detalle en estos murales, realizados en el año 792 d.C.
Debido a la técnica, a la riqueza de los colores, así como al valor cultural, histórico y artístico que tienen los murales de Bonampak, se les ha catalogado como la “Capilla Sixtina de América”, en referencia a la obra del pintor renacentista, Miguel Ángel Buonarroti, en la Ciudad del Vaticano.
Estos murales también son valiosos por lo que podrían significar, pues debido a la habilidad de sus autores, los investigadores especulan que existía una escuela pictórica de artistas dedicados a esta actividad, así como más sitios con pinturas, quizá todavía ocultos entre la vegetación.
Los murales han sido restaurados en múltiples ocasiones por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para revertir el daño causado por las condiciones climáticas y para garantizar su conservación por mucho tiempo más.
Con información del INAH y Arqueología Mexicana.
JMCG